RAQUEL CÓRCOLES. DIBUJANTE Y GUIONISTA

"Mi manera de hacer humor es contar la verdad"

-Cuando uno hojea Cooltureta, es casi imposible no imaginar al protagonista en un café, tomando notas en su Moleskine, mientras al otro lado, una rubia con Rayban garabatea en las servilletas.

-Confieso que he sido siempre de fijarme en todo el mundo. Mis amigas me dicen: "No seas tan descarada, deja de mirar así a la gente...". Pero la gente me encanta. Me encantan sus pintas, lo que hacen, lo que hablan, escucharles... Y ahora más porque como, por suerte, vivo de esto, voy con el móvil y lo voy apuntando todo. De hecho lo estoy haciendo estos días hasta con las chicas de prensa... Te saltan sin querer mil y una cosas que o, las conviertes en situaciones, en personajes, o sólo en forma.

-El hacer un libro que no estuviera protagonizado por Moderna de Pueblo, ¿tenía como propósito no encasillarse o crecer, estirar un poco los músculos? -Pues una mezcla. Con el libro anterior pensé: "Ya está. Ya he contado todo lo que tenía que contar con Moderna". Pero entonces me dijeron en la editorial que estarían encantados si pudiera hacer otro libro en el plazo de un año. No me veía haciendo nada más con Moderna, y después de pensar mil temas, y repasar apuntes y cosas que tratar, vimos que, simplificando, todo se podía centrar en ese personaje. Y parece que está funcionando bien.

-El cooltureta es un spin-off del libro anterior. Pero lo cierto es que hay numerosos personajes que podrían ampliar la colección.

-En esta ocasión, hemos intentado que el protagonismo se repartiera un poco más, que los secundarios no quedaran a la sombra: así, aparecen tipos muy potentes, como la Mariliendre, El Torturado... Al ser menos autobiográfico, tiendes a contar más cosas de gente, vas integrando y contando historias paralelas...

-Una de las cosas que suceden con este cómic es el reconocimiento: "Esto me ha pasado. Yo también he dicho esto. Merezco morir. Y he escuchado esto otro. Merecen la muerte".

-Claro: cuando plasmo algo que me hace gracia, es casi siempre porque me toca de cerca, porque le pasa a uno o lo ha escuchado antes. Todo lo que pongo tiene siempre una base real, aunque luego lo exagere el sentido de parodia... Como decía Woody Allen - y eso que nunca digo citas, porque queda muy cooltureta, y además esta ni me la sé de memoria, lo que queda aún peor-, mi manera de hacer humor es contar la verdad. Tiene toda la razón del mundo. Hay veces que me dicen: "Qué viñeta más graciosa". Y yo pienso: "No es graciosa, es real".

-Esta propuesta tiene mucho de autocrítica y de reírse de uno mismo: el personaje mejora a través de ella. Algo que da la sensación de que hace mucha falta en el mundo.

-Uno no puede criticar si no conoce algo muy bien. Siempre decimos que no criticamos a gente ajena, sino que nos criticamos: "¿Me he comportado así de verdad? Qué tremenda estupidez... ." Lo esencial es darte cuenta y, al menos, no tomarte tan en serio. Las chicas estilo Moderna de Pueblo no tienen ningún problema para reírse de sí mismas. El tipo que se acerca más al cooltureta tiene más problemas en hacer bromas, como si sufrieran un enorme sentido del ridículo y necesitaran tomarse en serio todo. Te pueden decir que una comedia tiene incongruencias de guión, por ejemplo. Sí, de acuerdo, ¿pero te has reído?

-Otro de los aspectos fundamentales son las redes sociales, que hacen aletear a los pequeños narcisos que hay en todos. ¿Qué nos pasa que tenemos esa necesidad constante de autoafirmación, de aplauso?

-Pues creo que lo que queremos es buscar compañía. Como hacemos toda la vida, en fin. Pero es curioso que busquemos tan denodadamente no estar solos a través de estas plataformas cuando, realmente, sí lo estamos. Al final, le cuentas tus cosas al éter, sólo en casa, a un montón de gente que también está sola en casa, en vez de bajar a tomar una cerveza. Puedes estar conectado a las redes, pero no estás en el mundo. Llega un momento en que no se sabe si vives para gustarlo o para contarlo, aunque eso ha existido siempre: yo tengo una tía que estoy convencida que se quiere ir todos los años de vacaciones parar volver al pueblo y enseñar las fotos. Ocurre que con algo tan accesible y adictivo como las redes sociales, se nos ha ido de las manos.

-Lanzarse a este registro viene a demostrar, también, que no hay humor masculino y femenino, al igual que no hay historias de hombres o de mujeres, sino bien o mal contadas.

-Yo quería que me leyeran hombres: por temática o porque la protagonista de los cómics de Moderna era una chica, el tema del género era una barrera. Y es cierto que la temática de Los capullos no regalan flores iba dirigida a chicas, pero el libro es un libro unisex. Yo veía que lo leían chicos pero como pidiendo disculpas: "Estaba por ahí, en casa...". Así que, crítica conmigo misma, me dije que lo mismo no hacía falta que fuera siempre a lo biográfico o a los sentimientos, aunque nos hayan acostumbrado a hablar de ello, esta vez sí, casi por género... A mí este cambio me ha servido para crecer. Tal vez este libro sea más de chicos, pues perfecto. Pero es verdad que hay ciertos temas o miradas que, si los toca un hombre, es una obra unisex. Si lo hace una mujer, es para chicas. Ese es el único problema que aún noto, porque tampoco es que yo sea adalid de las voces femeninas. No tengo que confrontar los géneros, al contrario. Quiero que, cada uno con nuestras diferencias, aprendamos a valorarnos igual.

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