Sara Aagesen | Secretaria de Estado de Energía

"La revolución energética no es un eslogan más"

La secretaria de Estado de Energía, Sara Aagesen.

La secretaria de Estado de Energía, Sara Aagesen. / M. G.

Una ingeniera química, Sara Aagesen (Madrid, 1976) ocupa la Secretaría de Estado de Energía en el Ministerio de Transición Ecológica, un departamento que gana relevancia con un cambio de modelo a la vista. La UE pone a disposición fondos milmillonarios a cambio de la revolución verde. Esta experta en energías renovables y cambio climático no escatima elogios cuando habla de su predecesor en el cargo, el sevillano José Domínguez Abascal, un ejemplo de "transformador de la sociedad mediante el intercambio de conocimiento".

–¿Es capaz de explicar en pocas líneas qué pagamos en la factura eléctrica?

–La producción de la electricidad y el transporte a nuestras casas de esa energía. La factura incluye más costes, entre otros, el desarrollo del actual parque de renovables hecho en el pasado.

–¿No fue aquello un caos?

–A diferencia de hace 15 años, las renovables son ya competitivas. No necesitan un sistema de primas.

–¿Cómo podemos pagar menos por la energía?

–Hay opciones como buscar la tarifa más adecuada a nuestras necesidades, apostar por la eficiencia de los electrodomésticos o instalar paneles solares de autoconsumo, por citar algunas.

–¿Qué puede hacer un Gobierno para abaratar la factura?

–Impulsar la producción masiva de electricidad a partir del viento y el sol, que es el modo más barato de generarla, abarata la factura a medio plazo. En el Ministerio estamos poniendo en marcha ayudas para que las familias y las empresas puedan reducir el consumo. El Plan de Rehabilitación Energética de Edificios va en esa línea y servirá de palanca para la recuperación.

–Los españoles pagamos más por la factura eléctrica que los países vecinos.

–Esa afirmación empieza a no ser cierta, afortunadamente. Desde 2018 hemos visto una bajada de los precios de la electricidad, llegando a mínimos históricos. Se debe a la creciente presencia de renovables en nuestro país, que son ya la fuente más barata de generación de energía. De aquí a cuatro o cinco años pagaremos menos que en Francia y Alemania.

–En la vecina Francia apuestan por la energía nuclear, un modo de ser independiente del gas de Rusia o Argelia.

–Al igual que España, Francia está centrando su estrategia en las renovables. Su fin es reducir la contribución de la energía nuclear en su mix eléctrico. El compromiso del Gobierno es llegar a la neutralidad climática, con un sistema eléctrico 100% renovable, no más tarde de 2050. Es el objetivo de la UE en su conjunto.

–¿Negar el cambio climático hoy tiene más de provocación o de inconsciencia?

–La ciencia es clara desde hace décadas. Lo irresponsable es recurrir al negacionismo como instrumento de agitación o provocación. Nuestra responsabilidad es convencer de la urgencia y oportunidad de la lucha contra el cambio climático en términos de calidad de vida, empleo y desarrollo económico.

–¿No es paradójico que el viaje en avión y el consumo extremo se hayan extendido en tiempos de conciencia por el cambio climático?

–Estas paradojas se van resolviendo. El aumento de la conciencia en torno al cambio climático está motivando a ciudadanos, administraciones y empresas a consumir y producir de otro modo. Queda mucho por hacer, pero la ciencia nos ha dejado claros los objetivos y nos da respuestas. Sólo tendremos más calidad de vida si somos respetuosos con los límites del planeta.

–¿No es una locura el ritmo de vida que llevamos?

–Este modelo ha puesto al límite los recursos planetarios. En las próximas tres décadas tenemos la responsabilidad de cambiarlo, para con nosotros y para con las generaciones venideras. Es posible y será positivo para todos: unos edificios más eficientes son más cómodos y nos protegen más de las olas de calor. Unas ciudades más verdes y respirables son también más seguras.

–¿El nuevo orden mundial (energético) está ahí de verdad o es un eslogan más?

–La revolución renovable no es un eslogan. Es una necesidad para hacer frente al cambio climático y es una oportunidad para la economía y el empleo. Hoy ya es una realidad. El 80% de la generación puesta en marcha en el mundo en 2019 fue de tecnologías que usan fuentes renovables.

–¿Cómo contribuirán las renovables a la reconversión económica y social?

–La experiencia de la última década lo deja claro. Las renovables generan actividad económica y empleo directa e indirectamente. Bajan los precios de la energía y mejoran la competitividad de las empresas. Acelerar la revolución verde nos permitirá acelerar la reactivación económica. Y salen las cuentas, cada euro invertido puede generar entre 2 y 3,5 euros.

–Es usted optimista...

–España está muy bien posicionada para aprovechar la revolución verde. En diez años atraerá 200.000 millones de euros en inversiones y 350.000 empleos. La UE ha centrado su plan de recuperación en la transición verde y digital y tenemos que ser capaces de impulsarlo de modo rápido y solvente.

–¿A qué sector animaría a arriesgar al empresario andaluz en lo venidero?

–Hay campos como el almacenamiento, las tecnologías marinas o el hidrógeno renovable. Estamos ultimando la planificación para su despliegue en España, que tiene las condiciones para situarse en la vanguardia de la transición ecológica.

–¿En qué materia debería formarse el trabajador andaluz para acceder al mercado de trabajo que viene?

–En las energías renovables, la eficiencia energética o la movilidad sostenible, que requieren personal de muchos tipos.

–¿Por ejemplo?

–Desde las fábricas de palas o torres para aerogeneradores al sector de la construcción o de las instalaciones eléctricas o climatización, pasando por la especialización en vehículos eléctricos de los talleres o incluso los profesionales del sector agrario, que tienen un enorme potencial de provecho de la biomasa y otras renovables.

–¿Hay más?

–La digitalización del sistema energético abre oportunidades a nuevos modelos de negocio. Sea cual sea el sector o el campo de especialización contará con una vertiente ligada al medio ambiente y la lucha contra el cambio climático.

–¿Y la batería que permita la independencia de los hidrocarburos, para cuándo?

–Esa opción tecnológica está disponible y empieza a ser competitiva. En la última década los precios de las baterías han bajado un 87%.

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