Daniel Écija | Productor de televisión

“En nuestro trabajo no hay que olvidar de dónde vienes”

  • El productor más prolífico de las series en España, con trabajos como 'Médico de familia', 'El internado', 'Los Serrano'  o 'La valla', tiene listo 'Cristo y Rey' para Atresmedia

  • Distopías, ¿ficción o realidad?

El productor Daniel Écija

El productor Daniel Écija / S.R.

Daniel Écija, (Wittenoom, Australia, 1963, criado en Madrid) es uno de los nombres fundamentales de nuestra TV. Realizaba el concurso VIP en Telecinco y de ahí formó dúo con Emilio Aragón de donde salió un proyecto como Médico de familia. Después llegarían, entre Telecinco, La 1 y Antena 3, Periodistas, Los Serrano, El internado Aída, Águila Roja o La Valla, éxito en Netflix.

Fundó la productora Globomedia y ahora está al frente de Good Mood. Su último proyecto, Cristo y Rey.

–Le adjudico ser el primer ‘tiktoker’ de España, por el ritmo vertiginoso de sus montajes para los programas Ignacio Salas y Guillermo Summers en TVE.

–Te lo acepto, yo era montador. Trabajé en Qué noche la de aquel año, en el musical Auanbabuluba-balam-bambú, en el programa de cine Fila 7, anterior de Días de cine, algún Tocata... Hice muchos videoclips. Pero yo sólo era un mandao, podría decir que yo era muy joven y mandaba mucho, pero qué va.

–Daba en sus vídeos un resultado de ahora, pero con aquellos medios.

–Era formato B, cintas de pulgada. Estuve muchos años en TVE hasta que en el 88 pedí la excedencia. Había montadores muy bien. Estaba rodeado de gente extraordinaria.

–¿Llegaba a imaginarse cómo iba a ser el libro de su vida?

–No lo tenía preparado. El otro día tuve la fortuna de volver a entrar en Prado del Rey para algún proyecto nuevo y me veía subiendo las escaleras y yendo a trabajar todos los días. Me emociona. Era una maravilla. Todavía deben de quedar algunos de los compañeros. Yo creo que uno tiene que estar muy orgulloso de dónde viene y no solo profesionalmente sino personalmente, claro. En nuestro trabajo además es muy importante no olvidar de dónde vienes.

–Pegarse siempre al suelo.

–Sí. Muchas veces la clave de mis series están en mis orígenes.

–Usted iba por delante con series como Médico de familia, Periodistas.

–Yo tuve la suerte de vivir en una familia normal del siglo XX. Las herramientas las desarrollas luego en tu trabajo, pero creo que para mí me vino muy bien proceder de una familia de clase trabajador. Mi padre trabajaba de un chófer y mi madre ama de casa, ambos inmigrantes en Madrid. Al final esas son tus experiencias que después puedes trasladas a tus historias. Haber vivido la vida real, más lo que has leído. Y yo, por supuesto, vi mucha tele.

–¿Y qué le gustaba ver al niño que usted fue?

–Veía la única tele que había. Desde Meteoro, Sandokán, El gran Chaparral, Locomotoro...

Meteoro es el prime anime en España, en Tarde para todos, antes que Heidi.

–Era algo único para los niños de entonces. Veía mucho la tele. Yo era el mayor de cuatro hermanos. Pasaba las vacaciones ante el televisor porque no podíamos ir a ninguna parte. Esperando que empezara la programación a las seis y media de la tarde. Esas horas de soledad, en la que tus padres no te podían atender, me ayudaron a desarrollar la creatividad. Yo leía y dibujaba mucho cómic. No sabía dibujar, pero trasladaba mis historias. Y yo me contaba a mí mismo los cuentos. Las horas de entretenerte tú solo me han ayudado. A ti que te gusta tanto la televisión de siempre te habrá pasado lo mismo...

–Exactamente. Y esa vida se refleja en series como Médico de familia.

–Sí, en los año 90 nos dieron la oportunidad de hablar de nosotros. Una de las cosas que tenemos es que somos un pueblo muy caliente, muy emocional, que intentamos hacer las cosas bien y luego tenemos una mirada fundamental hacia los hijos y hacia los padres. Entonces yo creo que cuando tú trasladas todo eso a tus series tienes una empatía con el público. Historias como la de Los Serrano te salen así con más facilidad. Historias de nuestra vida real como españoles, donde compartimos el humor, el jamón, la cerveza y también las penas. El drama y la comedia van juntos en nosotros. Por eso me siento muy a gusto en la dramedia. Es un género difícil de hacer, aquí se sabe hacer, pero se ha dejado de hacer.

–A finales de la primera década de este siglo se da un paso del costumbrismo a series de misterio, fantásticas. ¿Fue evolución, madurez?

–Fue una visita al cómic. Yo era un loco de Spiderman y lo convierto en un héroe del siglo XVII y lo llamo Águila Roja. Había también más dinero para otros géneros. Pero en realidad Águila Roja hablaba de nosotros. En el Sur, en el Sur de Europa, siempre hay tela. Y mucho arte. La televisión del Sur de Europa tiene una mirada propia hacia la familia, el amor, y ahí están las series españolas, italianas, turcas.

–¿Frente a la frialdad nórdica?

–Nuestra base católica nos marca. El reírnos en un funeral, el preocuparnos por los niños, por los padres.

–¿Estaría vigente esa mirada costumbrista en esta globalización de plataformas?

–Pues sí. Yo diría que los latinos están colonizando el mundo. Miremos a la música, que lo que triunfa son los ritmos latinos. Nos hemos reproducido y nuestra forma de vivir nos permite tener una esperanza de vida más longeva. Parece que comer bien no da menos estrés.

–Usted graba la serie distópica La valla para Antena 3 poco antes del confinamiento y en ella hablaba de todo lo que nos iba a pasar.

–No fue casualidad. Nos documentamos y sabíamos que llegaban pandemias, virus, cambios. Pero sin pensar lo que iba a ocurrir. Lo que sucedió en realidad vino a condicionar la emisión de La valla. La rodamos un año antes y cuando terminamos de montar apareció el covid. Yo quería hacer una serie de ciencia ficción, de pesadilla, y en parte se convirtió en realidad. La serie fue un exitazo en Netflix pero me dolió que llegara con una pandemia de verdad.

–Ya está lista su última serie Cristo y Rey, sobre el domador y la actriz, para Atresmedia ¿cómo resume esta historia?

–Tenemos más de 30 horas de grabación con Bárbara Rey y el testimonio de mucha gente de su tiempo. Sigue la realidad, no hay invenciones ni licencias de fantasía. Es una historia dura de amor, violencia, sexo, drogas.

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