las claves

Casado enseña las uñas

  • Crecido. El presidente del PP estaba en horas bajas, con un equipo flojo y con excesiva sintonía con Aznar. Su ataque a Sánchez en el Congreso, y la errática reacción de éste, lo han fortalecido

Casado enseña  las uñas

Casado enseña las uñas / zipi / efe

Subió a la tribuna sin papeles y no parecía que el debate fuera a tener excesiva enjundia. Las comparecencias de los presidentes para informar sobre los Consejos Europeos suelen ser tediosas, y pocas veces interesantes, aunque en este caso había dos puntos con especial morbo: las relaciones con Arabia Saudí tras el caso Khashoggi y la respuesta de la UE al borrador de Presupuestos del Gobierno. Aun así, nada hacía prever una confrontación tan seria entre Pedro Sánchez y Pablo Casado.

Tan seria, tan tensa, que Casado acusó al presidente de "ser responsable y partícipe de un golpe de Estado"; Sánchez, indignado, exigió que retirara la acusación, a lo que se negó el líder de la oposición y el jefe del Ejecutivo dijo entonces que con Casado no tendría nunca nada más que hablar. Éste no se amilanó y le respondió que no se pusiera "digno" porque ya le había expuesto sus razones sobre lo que está pasando en Cataluña sin que el presidente tome medidas.

La contundencia del presidente del PP tuvo reflejo en su bancada: sonó un aplauso atronador que no se escuchaba desde que Casado pronunció en el congreso de su partido el discurso que le dio el triunfo. Aplausos que se echaban de menos en un PP que tras la euforia inicial por la elección de Casado vive semanas de desencanto -se notan de lejos y algunos las confiesan abiertamente- porque la nueva dirección no acaba de acertar con la manera de llevar el partido, lo que es muy grave cuando se ha iniciado ya el calendario electoral y además emerge Vox por su derecha con ánimo de captar a los desencantados del PP.

La ruptura que no será

Casado se vio premiado con el aplauso pero sobre todo con un presidente que no supo reaccionar a sus acusaciones. Durante horas, nadie del Gobierno explicó qué significaban las palabras de Sánchez al anunciar que no pensaba hablar más con el líder de la oposición, teniendo en cuenta que un Ejecutivo en precario necesita el diálogo con el partido que ganó las elecciones si pretende tomar determinadas decisiones, sobre todo en relación con Cataluña.

La tardanza se debió a un retraso en la audiencia semanal del presidente con el rey Felipe y que, al llegar Sánchez a La Moncloa, mantuvo una reunión con su equipo de gabinete y comunicación para analizar la situación. Decidieron redactar un comunicado insistiendo en la ruptura con Casado -con el líder de la oposición, no con el PP, insisten- pero con la certeza no verbalizada, no reconocida, de que esa ruptura es imposible.

En política nadie puede prever cuándo se van a necesitar unos a otros porque depende de las circunstancias que se pueden plantear, y se producirán una escenificación de distancia y carencia de diálogo... hasta que Sánchez decida que no se puede prolongar y cogerá el teléfono cuando necesite a Casado. Que lo necesitará. No han mantenido más encuentros que el de principios de agosto y las conversaciones telefónicas han sido inexistentes desde entonces, así que la "ruptura" no va a significar ningún cambio respecto a la situación actual.

Casado no parecía preocupado por el anuncio de ruptura: "Que rompa con los que están en la cárcel". La confrontación con Sánchez le ha favorecido. En un momento en el que sonaban voces críticas a su forma de dirigir el partido, con equipo muy flojo, excesiva exposición de su sintonía con Aznar, y sin dar cancha a dirigentes cercanos a la ex vicepresidenta Sáenz de Santamaría, Casado necesitaba un empujón como líder de la oposición. Y se lo ha dado la virulencia con la que atacó a Sánchez y la visceral reacción de éste.

y ahora... derrotar al cis

No tiene razones Casado para sentir excesiva confianza: aunque el CIS ha perdido toda credibilidad desde que lo dirige un ex miembro de la Ejecutiva del PSOE, que además ha cambiado la metodología habitual de la hasta ahora prestigiosa institución, es evidente que en el votante del PP hay desencanto. Casado se resiste a aceptar esa situación, no ve peligro, infravalora a Vox y ve que su equipo está perfectamente preparado para asumir las más altas responsabilidades. Sin embargo, se advierten en él algunos gestos que demuestran que las críticas lo están llevando a reflexionar sobre los posibles desaciertos que haya podido cometer.

Cuando era alertado del escaso conocimiento del partido que tiene el número dos del PP, Teodoro García, lo negaba tajantemente. Hoy ya dice que necesita como secretario general a alguien de su absoluta confianza, pero añade que cada vez cuenta más con otros que conocen en profundidad el PP. Siempre dio plena confianza a Javier Maroto, número tres como secretario de Organización, pero en los últimos tiempos cobra protagonismo Fernando Martínez Maíllo, ex coordinador del PP con Rajoy, y ex vicesecretario como Levy, Maroto y el propio Casado.

No parece que vaya a tener mucha presencia la portavoz nacional del partido, Marta González, y es probable que durante un tiempo se exponga menos Dolors Montserrat, la portavoz parlamentaria. No hay nadie en el PP que defienda su actuación en la sesión de control al Gobierno en la que quiso poner contra las cuerdas a la vicepresidenta Carmen Calvo con unos argumentos confusos, extraños, ridículos, que causaron la hilaridad y el bochorno de muchos compañeros.

Casado está crecido con razón tras su último debate con Sánchez. Su objetivo actual es derrotar el último barómetro del CIS, en el que no cree pero sabe que puede dañarle al presentarlo como perdedor. Se va a volcar en Andalucía porque no puede permitirse el lujo de tener un mal resultado en sus primeras elecciones como presidente. Su relación con Juanma Moreno es mejor de lo que se cree, son amigos personales -testigos de boda uno del otro- y en política las relaciones personales liman asperezas, pero hay reticencias en los aspirantes a figurar en los puestos de salida, que miran cuántos son afines a Moreno, cuántos a Casado... y cuántos a Cospedal.

Ha retrasado el anuncio de las listas municipales y autonómicas que tenía previsto hacer a finales de octubre para que se despejaran las incógnitas antes de la convención del partido. Al retrasarse el cónclave por la convocatoria de las andaluzas, también se retrasa el anuncio de las candidaturas, y Casado sigue debatiendo si apostar por figuras muy conocidas que le pueden dar buen resultado aunque pertenezcan a la etapa anterior, o dar oportunidad a nuevas caras para que se fogueen en ayuntamientos y parlamentos regionales aunque sea en la oposición.

No estaba en buena situación antes del rifirrafe con Sánchez. Y, mal que le pese al presidente, le ha dado el empujón que necesitaba para mostrarse como a sus votantes les gusta que se muestre: peleón y con discurso.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios