España

El Congreso se realinea

  • El juego de alianzas cambia, el PP se apoya en los independetistas y el PSOE hace oídos sordos a los cantos de Pablo Iglesias.

Esta vez no hubo banda de música ni niños de pecho, los diputados de Podemos abandonaron la escenografía de la anterior legislatura con el mismo ahínco que ese millón de votantes que los dejó en las últimas elecciones. La sesión de apertura del Congreso ha sido muy distinta a la del 13 de enero, pero no sólo en las formas. Se ha producido un cambio en la alienación de las fuerzas políticas que indica una vía alternativa para la investidura de Mariano Rajoy, distinta a la que necesita de la abstención del PP.

Primer cambio. Mariano Rajoy ha sacado a los nacionalistas del limbo, incluido los independentistas de Convergencia y de ERC, los mismos que ayer apoyaron una fórmula de la CUP para declarar la independencia mediante un referéndum para salvar el Gobierno de Puigdemont. La abstención de los nacionalistas vascos y catalanes en la segunda votación de Ana Pastor como presidenta evidencia que el PP mira de otro modo a quienes hasta ahora eran enemigos. Es más, en el Senado, el PP ha cedido al PNV un puesto en la mesa de las Cámara, donde por votos sólo habría miembros de PP, PSOE y Podemos. En su reunión con Mariano Rajoy, Pedro Sánchez le pidió al presidente en funciones que levantase la barrera a los independentistas, en especial a los convergentes, y buscase su apoyo para la investidura. Cuando el líder socialista les explicó a sus diputados que "hay que rescatar del limbo" a ERC y Convergencia se refería a su intención, pero también a la que debería seguir el presidente.

 

En el caso de que Rajoy consiguiese el voto afirmativo de Ciudadanos, la abstención del PNV y de Convergencia le valdría para ser elegido en la primera votación. Incluso le valdría con el único voto de los convergentes. Es a ello a lo que le quiere empujar Pedro Sánchez, que de momento no contempla prestar ninguna abstención al candidato popular. Un factor no considerado hasta ahora, pero que ya está pesando, es que ningún dirigente ni barón socialista quiere señalarse prestando estos votos al PP, de cara al próximo congreso federal. Esto comienza a ser determinante, si Rajoy no consigue abrir la vía nacionalista y necesita la abstención del PSOE, la investidura se puede retrasar hasta septiembre, cuando la presión sobre los socialistas por unas terceras elecciones se convierta en insoportable.

 

Segundo cambio. El PSOE le ha perdido el miedo a Podemos y el respeto a Pablo Iglesias. Los socialistas ni siquiera han considerado la opción de investir presidente a Xavi Doménech ni de apoyar a aquel diputado progresista, el catalán o Patxi López, que más votos sacase. El payasismo de formas y de propuestas de Pablo Iglesias ha sido rechazado en las urnas con un millón de votos menos, por lo que Podemos tendrá que cambiar de modo muy profundo para que vuelva a ser considerado por el PSOE como un socio fiable. Pablo Iglesias ha perdido su estrella.

 

Tercer cambio. A partir de ahora, el enlace entre el Rey y el Congreso que debe legir al próximo presidente del Gobierno es Ana Pastor, amiga personal de Mariano Rajoy, mujer de su entera confianza. Es ella, y no la Mesa del congreso, quien decide los tiempos, las fechas de las sesiones de investidura. Por tanto, después de la primera ronda de consultas en Zarzuela, Ana Pastor fijará la fecha que más interese a Rajoy: puede ser el 2 de agosto, pero también podría retrasarse tras "un período de reflexión" si el presidente no tiene asegurado todos los apoyos. Ya no es sólo el PSOE, a los independentistas catalanes, ERC y Convergencia, ambos socios en el Gobierno de la Generalitat, les conviene que Madrid les alivie las cuentas, la sangre que siempre ha nurido el pactismo catalán.

Ana Pastor no es Patxi López, ella es del PP y ella es el mismo Rajoy.

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