España

La DUI los hace temblar

  • Algunos independentistas visualizan mejor el abismo ahora que no han logrado abrir ninguna ventana de mediación, ni en la UE ni con el Rey

Puigdemont, el consejero Santi Vila y el líder de Fomento Nacional del Trabajo.

Puigdemont, el consejero Santi Vila y el líder de Fomento Nacional del Trabajo. / efe

A estas horas, la república catalana tendría que haber sido proclamada en el Parlamento de Cataluña. Ésa era la intención de los independentistas y del Govern el pasado domingo, cuando la burla a las fuerzas del Ministerio de Interior consiguió representar un referéndum con votos y urnas reprimido por policías y guardias civiles. Su propia ley, la del referéndum, una de las aprobadas el 6 y 7 de septiembre, dictaba que la proclamación se produciría, de modo automático, a las 48 horas de confirmados los resultados, pero los datos están tardando tanto como en unas elecciones haitianas. Una parte del PDeCAT, la antigua Convergencia, representante de la derecha catalana, ha comenzado a asustarse con la inevitabilidad de la llamada DUI (declaración unilateral de independencia).

Los moderados del PDeCAT y el 'conseller' Santi Vila desean evitar la declaración el lunes

Si el domingo todo era optimismo -el pleno se iba a convocar para miércoles y jueves-, las fechas se han ido retrasando. Ahora se cita para el lunes, pero se negocia cómo hacer la declaración, incluso algunos hablan de una "DUI en diferido", una proclamación que se deja para dentro de unos meses. Lo que ha ocurrido es que los independentistas no han logrado abrir ningún hueco de mediación en el escenario internacional. Desde luego no en la Comisión Europea, pero tampoco en el Parlamento de Bruselas, que de modo categórico rechazó una independencia no ajustada al Estado de derecho. Hay quien, incluso, entre los convergentes llegó a pensar que, en última instancia, el Rey saldría para reconducir la crisis, pero Felipe VI fue taxativo: condena, ninguna mención al diálogo y alfombra como prólogo a las decisiones que deberá adoptar el Gobierno. Y ya sean éstas la suspensión del Govern, mediante la Ley de Seguridad Nacional o la aplicación del artículo 155, la detención de algunos de los dirigentes y la inhabilitación de los cargos públicos por parte del Tribunal Constitucional. Las tres se pueden adoptar, pero parece que el Gobierno de Rajoy quiere esperar a que se proclame la DUI.

El PSOE de Ferraz ha titubeado con la palabra "diálogo". Ahora ha vuelto a referirse a ello con motivo de la suspensión del pleno del lunes por parte del Tribunal Constitucional, pero en su partido han comenzado a sonar las voces en contra de la vía deseada ahora por los independentistas. El presidente Carles Puigdemont fue muy claro el lunes: el diálogo y la mediación es para marcharse, para realizar una independencia ordenada, con garantías, con fondos, aunque no sea ahora. No se trata de hablar del manido encaje de Cataluña en España, sino de pactar un bye, bye sin salida de la UE, con euro y con caja de pensiones.

En el PDeCAT hay algunos líderes que desean la demora; su coordinadora general, Marta Pascal, es de las moderadas y el consejero de Empresas, Santi Vila, ha publicado una tribuna en el periódico Ara en el que advierte de las consecuencias de "seguir adoptando, por las dos partes, medidas unilaterales". La Asamblea Nacional de Cataluña es ahora más cercana al PDeCAT que cuando la lideraba Carme Forcadell, pero en la antigua Convergencia también hay independentistas exprés; entre ellos, el propio Puigdemont, un hombre que carece de empatía ante España, ni siquiera le teme como le pasaba a los separatistas de ETA, no la querían, pero la respetaban la fortaleza de su Estado.

La marcha del Sabadell y la prevista de la Caixa ha añadido una perspectiva más clara para que los soberanistas vean, de verdad, la profundidad del abismo.

Pero eso ocurre en una parte del PDeCAT y puede que del Govern, pero ERC opina de otro modo, quiere la proclamación como un paso más para conseguir una independencia que estos días creen acariciar con la punta de los dedos. Hay, también, un problema con los radicales de la CUP y con los cientos de miles de personas que han logrado sacar a la calle durante estos días. Si miedo da la DUI, más da cómo encontrar una fórmula de rectificación sin que lo parezca.

Uno de los peligros de los que advierte Santi Vila en su artículo es, precisamente, el del enfrentamiento civil en las calles. La Sociedad Civil Catalana sacará gente el domingo a favor de la unidad de España en el Centro de Barcelona, y el lunes será la ANC la que está llamando a una movilización masiva en torno al Parlamento. El ambiente comienza a estar enrarecido, y una chispa haría arder una calle donde aún no ha habido disturbios violentos. Y eso es algo que teme el Govern tanto como el Gobierno porque perderían el crédito internacional que tampoco tienen.

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