España

Editorial: 'La primera prueba de fuego de Felipe VI'

EL amago independentista del Parlamento de Cataluña se ha convertido en la primera prueba de fuego de Felipe VI. La Constitución Española deja claro en su artículo 56 que el Rey es "símbolo de la unidad y permanencia" del Estado y ése es exactamente el papel que representó ayer el Monarca cuando, en un acto con los embajadores de la marca España, se puso al frente de la sociedad y dijo que "el pueblo español no está dispuesto a que se ponga en cuestión su unidad, que es la base de su convivencia en paz y libertad".

Durante toda esta crisis, el Rey de España está permaneciendo en un discreto segundo plano que, sin embargo, no esconde el estrecho seguimiento que el Jefe del Estado está realizando del problema planteado por unos diputados que han decidido saltarse la legalidad y ningunear la soberanía nacional. Hizo saber que había modificado su agenda para estar plenamente disponible; despachó con el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, para que le informarse sobre el recurso que se iba a presentar al Tribunal Constitucional; acudió a un simpático acto con niños para deslizar brevemente que era muy consciente de la gravedad de la situación, pero al mismo tiempo la desdramatizó con las risas infantiles y, finalmente, ayer aprovechó un acto para afirmar contundentemente: "La Constitución prevalecerá, que nadie lo dude". Mucho se suele comentar sobre el papel de los reyes en las monarquías parlamentarias, normalmente para recordar el famoso dicho de que "el Rey reina, pero no gobierna". Pues bien, esto es exactamente lo que ha hecho Felipe VI: reinar, pero no gobernar; representar la unidad de todos los españoles con un discurso sereno y firme en el que se puede sentir representado cualquier español, independientemente de su condición política. Al fin y al cabo, el agredido por la intentona separatista no ha sido ningún partido político, sino el conjunto del pueblo español.

Una de las lecturas positivas de la actual crisis es que todas las instituciones del Estado han cumplido con sus obligaciones con corrección y exactitud. La Corona, el Consejo de Estado, el Tribunal Constitucional, el Gobierno de la nación y el principal partido de la oposición han estado a la altura y los ciudadanos podemos estar satisfechos. Los únicos que han actuado con irresponsabilidad manifiesta son la presidenta del Parlament y el presidente en funciones de la Generalitat catalana, así como los miembros de su gabinete.

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