Sí, es muy común. Cuando se trata de adoptar decisiones de calado, en los despachos de los presidentes autonómicos no sólo hay consejeros, también dirigentes, segundos cargos del partido o partidos que sostienen al Gobierno. Bueno, es una práctica habitual, pero criticada por muchos porque confunde a la institución y el partido, pero no es eso lo que ocurre en Cataluña, donde se han institucionalizado verdaderos sanedrines en la sombra, el llamado estado mayor del independentismo que acompaña a Carles Puigdemont en la toma de decisiones. El pinyol, el hueso del fruto carnoso, estuvo reunido durante casi toda la noche del miércoles en el Palau de la Generalitat junto a los consejeros del Gobierno y los líderes de ERC y del PDeCAT. Entre éstos están los líderes de la Asamblea Nacional de Cataluña (ANC) y Omnium, Agustí Alcoberro y Marcel Mauri, sustitutos de los Jordis, pero también los empresarios Oriol Soler y Xavier Vendrell. Este último fue miembro de Terra Lliure y confesó haber participado en dos atentados en 1989 y 1990 contra una oficina del Inem y una instalación eléctrica. Cuando Terra Lliure se disolvió, muchos militantes se integraron en ERC. Su caso fue sobreseído en la Audiencia Nacional.

Oriol Soler es un empresario de los medios de comunicación, y estuvo en la cena que Jaume Roures, dueño de Mediapro, organizó en su casa para reunir a Pablo Iglesias y Oriol Junqueras. En la ronda de reuniones del miércoles también llegó, incluso, el Defensor del Pueblo, Rafael Ribó, que el 1 de octubre dio credibilidad a una agresión sexual a una mujer por parte de agentes de la Policía Nacional, la misma ciudadana que denunció, falsamente, que le habían roto los dedos de la mano "uno a uno".