España

El anhelo de la "simbiosis" con Ceuta

  • La reapertura del Tarajal devuelve la actividad económica a Castillejos

Todo preparado en el lado marroquí del paso fronterizo del Tarajal de Ceuta.

Todo preparado en el lado marroquí del paso fronterizo del Tarajal de Ceuta. / Efe

Walid dormita junto a su amigo en un pedazo de césped del centro de Castillejos (Marruecos). Hace ayer un año nadaba rumbo a Ceuta. Es uno de los miles de menores que cruzaron entonces a España. "Lo volvería a hacer", dice animado por su padre, porque en Castillejos "no hay futuro".

Dos años y dos meses después del cierre de la frontera del Tarajal, este paso reabrió la pasada medianoche de forma gradual, coincidiendo con el aniversario de la entrada masiva de 12.000 inmigrantes en una crisis diplomática ya superada.

Lo hace con más preguntas que respuestas. Al menos para los habitantes de Castillejos, cuya economía se basaba en la actividad transfronteriza legal y, sobre todo, en la ilegal, que ahora sus vecinos no saben si podrán retomar. En esta localidad de unos 80.000 habitantes, todos tenían algún tipo de relación laboral con Ceuta antes del cierre, casi siempre irregular: porteadoras, contrabandistas, cuidadoras de personas mayores, empleadas del hogar, jardineros u obreros de la construcción sin contrato. O varias cosas a la vez.

Ahora sólo podrán entrar en Ceuta los ciudadanos o residentes europeos y las personas con visado Schengen, y desde el 31 de mayo los marroquíes que aún tienen un contrato en vigor con un empleador español. Pero éstos son sólo 200 en Ceuta y Melilla, de los alrededor de 8.600 que todos los días iban y venían a esas ciudades para trabajar.

Rahma, de 44 años, es una. Trabajó durante 20 años sin contrato limpiando casas en Ceuta a 30 euros la jornada. A veces llevaba también de vuelta a Castillejos comida, ropa o calzado de contrabando para ganarse un sobresueldo. Como residente en la ciudad fronteriza, en su DNI figuran dos letras, LF, que le permitían entrar y salir cada día de Ceuta sin visado.

Eso mismo ocurría con cientos de miles de residentes en las regiones de Tetuán (L) y Nador (S), que gozaban de una excepción de visa para Ceuta y Melilla que ahora no saben si se seguirá aplicando. Ni el Gobierno español ni el marroquí han aclarado este aspecto, limitándose a decir que se crearán unos visados especiales para las dos ciudades.

De compras en el mercado de Castillejos, Rahma está perdida: "¿No podremos pasar solo con el pasaporte?", pregunta confundida. Mohamed, a su lado detrás de un puesto de zumos, no puede resistir intervenir. "Queremos volver a trabajar en lo mismo", dice. Él se dedicaba al contrabando (trabajaba "en la aduana") y nunca imaginó que acabaría montando un tenderete en la calle.

Recurre a un dicho árabe para explicar cómo la relación entre Ceuta y Castillejos era simbiótica: "Antes comíamos juntos". Si no permiten el contrabando -suspendido ya, de facto, desde 2019-, "por lo menos que dejen a la gente de Ceuta que venga porque se mueve el comercio", añade.

La intención de Marruecos es generar empleo en Castillejos y que el contrabando deje de ser su motor económico. Para ello ha creado una zona franca con 60 almacenes destinados a procesar productos del megapuerto de Tanger Med y también una zona industrial.

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