las claves

15-J: 40 años de democracia

  • Fecha señalada. Cuatro décadas después de las primeras elecciones tras la dictadura, los que vivieron aquel día no entienden que las nuevas generaciones menosprecien el histórico momento

15-J: 40 años  de democracia

15-J: 40 años de democracia

Ojos empañados en los colegios electorales, eran las primeras elecciones democráticas en España desde la República. Había rostros emocionados de gente mayor que llevaba sus papeletas como quien lleva un tesoro y jóvenes que se estrenaban como votantes. Docenas de cámaras trataban de acercarse a Suárez, Felipe, Carrillo, Fraga, Guerra, Pujol y otros políticos para recoger sus gestos y escuchar sus palabras al participar en las primeras elecciones tras casi 40 años de dictadura. Más de un centenar de corresponsales y enviados especiales extranjeros se agolpaban para recoger las imágenes. Era el 15 de junio de 1977, una fecha para la historia de la Transición.

Cuarenta años más tarde, la mayoría de quienes vivieron aquel día no comprenden que las nuevas generaciones no entiendan su significado, el enorme y ejemplar trabajo que había detrás, y que consideren irrelevante el papel de los hombres y mujeres que, capitaneados por el rey Juan Carlos, asombraron al mundo con aquella operación que en un tiempo impensable convirtió una dictadura en una democracia.

inmenso error

Democracia plena, pues esas elecciones contaron con el Partido Comunista. Fue un empeño de don Juan Carlos, que asumió Adolfo Suárez, aunque otros preferían aplazar un tiempo la legalización de un partido demonizado durante 40 años y cuyos carteles podían provocar una conmoción en un porcentaje alto de la población.

Nada había sido fácil antes de esa fecha. Tras la muerte de Franco en noviembre del 75, el Rey se tomó un tiempo antes de que se visualizara su intención de alcanzar una democracia plena, decisión que provocó escepticismo entre la clase política antifranquista y en su propio padre, don Juan. Pero el Monarca tenía perfectamente diseñado el recorrido y el calendario, y necesitaba tiempo para cambiar determinadas leyes con la ayuda indispensable de su antiguo tutor, Torcuato Fernández-Miranda, y por tanto confirmó a Arias Navarro como presidente del Gobierno mientras desde la Presidencia de las Cortes franquistas y el Consejo del Reino se promovían las leyes y normas indispensables.

Arias Navarro, que aceptó para su Ejecutivo a tres nombres propuestos por el Rey -Areilza, Fraga y Garrigues-, no estuvo a la altura, como imaginaba don Juan Carlos, que en mayo del 76 le marcó el camino de la dimisión en una entrevista en Newsweek. Al actuar el presidente como si no la hubiera leído, le exigió su marcha. A través de una complicada operación de Fernández-Miranda, logró que el Consejo del Reino incluyera a Suárez en la terna de la que tendría que elegir presidente. Era la persona que el Rey veía apropiada para dirigir el país en la tensa etapa que se avecinaba.

hombres con coraje...

Nadie entendió aquella operación. Ricardo de la Cierva escribió un artículo en El País que pasó de mano en mano, Qué error, inmenso error; varios políticos se negaron a formar parte de un Gobierno calificado de "penene" -profesor no numerario, sin plaza fija- y que sin embargo demostró una valentía a prueba de descalificaciones para luchar por defender medidas judiciales, sociales, económicas y políticas indispensables para convertir España en una democracia.

No fue fácil: la extrema derecha provocó varias víctimas mortales en agresiones callejeras, ETA mataba sin pausa ni tregua y agravó un clima social que caló en ciertos sectores franquistas y, lo más inquietante, en los cuarteles, y un grupo terrorista como el Grapo mantuvo en vilo al país varias semanas al secuestrar al presidente del Consejo de Estado, Antonio María de Oriol, y al del Consejo Supremo de Justicia Militar, el general Villaescusa. Parecía que el país se le iba al Rey, y al Gobierno, de las manos.

Don Juan Carlos y Suárez no cedieron su hoja de ruta, contando con la colaboración de figuras políticas con coraje, como Santiago Carrillo -que se movía en la clandestinidad por Madrid, con una peluca-, Manuel Fraga -que fundó Alianza Popular con siete magníficos de relevante trayectoria franquista-, Felipe González, Francisco Fernández-Ordóñez, Joaquín Ruiz-Giménez, Enrique Tierno Galván, Jordi Pujol, Miquel Roca y Xabier Arzalluz, y medio centenar de nombres más que formaron parte de la mejor historia de España del siglo XX, y que tuvieron escaño en la legislatura constituyente, la que salió de las elecciones del 15-J.

legalización del pce

El Sábado Santo se anunció la legalización del PCE. La sorpresa fue absoluta. El Rey, Suárez y el vicepresidente Manuel Gutiérrez Mellado lo habían llevado con tanta discreción que cercenaron cualquier posibilidad de que se abortara la iniciativa. Sabían qué terreno pisaban: un sector amplio de la sociedad no aceptaría esa legalización y contaban con la dimisión de algún ministro. Hubo alguno, entre los civiles, que dudó sobre su continuidad, aunque la situación más delicada se vivió cuando el ministro de Marina, el almirante Pita da Veiga, no sólo presentó su dimisión irrevocable sino que aleccionó a todos los almirantes para no aceptar el cargo.

Un almirante, Pascual Pery, comunicó que no estaba de acuerdo con la legalización pero que aceptaba las órdenes de su superior, el general Gutiérrez Mellado, ministro de Defensa.

Sólo se pasaría página a la dictadura con una nueva Constitución. Suárez convocó elecciones el 15 de junio en aquel ambiente convulso pero, al mismo tiempo, esperanzado. Un gesto de don Juan de Borbón animó el futuro: un mes antes de las elecciones, en un sencillo acto en La Zarzuela, renunció a sus derechos dinásticos en favor de su hijo.

Suárez encargó a Calvo Sotelo que abandonara el Gobierno y creara un partido. Fue UCD, una amalgama de democristianos, socialdemócratas, liberales, conservadores, franquistas e independientes. La emoción de aquellas semanas es indescriptible: la escenografía de una primera campaña electoral, mítines, cartelería, caravanas con los candidatos, debates, polémicas... Sobresalían dos figuras: Adolfo Suárez y Felipe González, que dos años antes había sido elegido secretario general del PSOE en Suresnes, pero que acudía a las urnas con los socialistas profundamente divididos. Sólo tras el 15-J se procedió a unificar esas siglas para asumir las del PSOE.

Carrillo mantuvo un perfil conservador, consciente de que los comunistas eran vistos como enemigos. El Fraga de entonces había dejado atrás el tinte que adquirió como embajador en el Reino Unido y, al unirse con personalidades franquistas, se escoró excesivamente a la derecha; le pasó factura. Suárez casi alcanzó la mayoría absoluta y la gran sorpresa se produjo en el PSOE, que consiguió 120 escaños; como fue que los democristianos, con antifranquistas, se quedaran a cero. Los comunistas tuvieron 20 asientos, resultado encomiable para un partido ilegal hasta dos meses antes.

Fue una fecha para poner en un cuadro de honor porque cambió la historia de España. Cabe recordar la emoción en la calle, los nervios, los rostros anegados en lágrimas, los padres que acudieron a las urnas con sus bebés porque sabían que estaban viviendo un momento para contar a sus nietos. El 15-J fue la fecha más importante de la Transición, una aventura política y patriótica que se estudia más en el extranjero que en nuestro país, quizá porque fuera no tienen complejo a la hora de poner en valor el esfuerzo colectivo político y social dirigido por el Rey.

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