España

La desmovilización de la izquierda

  • Sus líderes no hacen el esfuerzo de ser coherentes con sus programas, no son buenos gestores al gobernar y, en ocasiones, su vida personal no va acorde con lo que defienden

La desmovilización de la izquierda

La desmovilización de la izquierda / R. D.

Lo dicen partidos de centro y también la derecha;incluso rivales políticos: la izquierda está desmovilizada. Lo está en Madrid ante las próximas elecciones, pero se augura que esa desmovilización se puede dar en el futuro si los dirigentes de la izquierda no espabilan. No hacen el esfuerzo de ser coherentes con los programas que supuestamente defienden, no son buenos gestores cuando alcanzan puestos de Gobierno y, lo que es más grave aunque parezca anecdótico, en muchos casos su vida personal no va acorde con lo que defienden. El ejemplo más claro es Podemos, con dirigentes –no todos– que han hecho suyos los hábitos de aquellos a los que demonizaban, buscan el dinero con la misma ansiedad que aquellos a los que llamaban casta, ejercen el nepotismo más que cualquier otro partido desde que hay democracia y, a la espera de lo que diga la Justicia, no parece que tengan muy claras sus cuentas, beneficiándose en algunos casos de los dineros del partido para asuntos particulares.

Pedro Sánchez ha hecho un daño considerable a la izquierda. Al PSOE, sobre todo, porque ha apostatado de sus principios, relegado a sus referentes para rodearse de personas que no representan el espíritu de los auténticos socialistas, mentido descaradamente y utilizado bienes públicos para fines privados. La transparencia no ha sido un signo de identidad de su Ejecutivo, al contrario, como gestor ahí está el resultado, con cifras escalofriantes que condicionan ya el futuro de los españoles, y buscando adhesiones pactando con partidos a los que los socialistas han visto siempre como poco aconsejables para sacar adelante este país. No ha dudado en formar un Ejecutivo con más ministerios que cualquier otro Gobierno europeo, con lo que eso supone de salarios y, para garantizarse apoyo parlamentario, reparte dinero a espuertas en una España con colas de hambre.

Entre Sánchez e Iglesias se han cargado a la izquierda, y si sobreviven es gracias a los errores de centro y derecha. Como confesaba un histórico socialista en privado: “Nos hemos convertido en el partido al que mucha gente vota con la nariz tapada, sin ganas; pocos son ya los que lo hacen por convicción. Votan PSOE para que no gobiernen PP y Vox”.

Iglesias, enemigo morado

Mal asunto. Es lo que provoca esa desmotivación que advierten los que siguen las campañas de los militantes madrileños. Pablo Iglesias, que abarrotaba los lugares en sus mítines, ya no atrae multitudes. No ya por las normas anticovid, que también, sino porque no entusiasma como antes, no enfervoriza a la gente, no seduce desde que subió al coche oficial. Como candidato a la Presidencia de Madrid vuelve a utilizar algunos gestos, algunas frases, propias del Iglesias previo a la Vicepresidencia segunda del Gobierno, pero esos detalles y frases han perdido credibilidad. Galapagar fue el primer indicio de que el protagonismo político lo convertía en un hombre distinto, con otros planteamientos vitales. Después llegaron otras informaciones sorprendentes que provocaron un desapego gradual a su persona, al punto de que ha perdido incluso el apoyo incondicional de sectores donde tenía fuerza: parte de los movimientos feministas, que rechazan radicalmente la visión de Irene Montero, y la juventud más rebelde que siempre se ha identificado más con la izquierda que con las posiciones conservadoras.

Es curioso lo que ha ocurrido con Podemos, porque efectivamente fue un fenómeno político y social cuando empezó a abrirse paso hace unos años. Ha perdido en el camino a sus fundadores, desencantados con las imposiciones de Iglesias, pero Íñigo Errejón está demostrando en Madrid que hay hueco para una izquierda que simpatiza con el modelo del movimiento 15-M, que tan bien supieron aprovechar el grupo de profesores de Políticas de la Complutense para formar un partido que, en principio, no iba a ser una formación al uso.El éxito de Errejón en las pasadas elecciones madrileñas se debió a que llevaba a Manuela Carmena candidata, con efecto arrastre en el resultado a la Asamblea regional, con lista que encabezaba Errejón, que renunció a su escaño para presentarse al Congreso. El crecimiento de Más Madrid según todos los sondeos, a pesar de que Carmena ya no forma parte del partido, indica que hay izquierda... pero que rechaza a Iglesias y se inclina por quien fue brazo derecho hasta la aparición de Irene Montero, a la que éste propuso como portavoz parlamentaria en sustitución de Errejón y, después incluyó en el grupo de ministros que presentó a Sánchez como exigencia para el pacto de coalición.

...y Gabilondo tragó

El éxito de Más Madrid se debe a que recoge militantes y votantes de Podemos, desencantados con la pareja Iglesias-Montero y su corte, formada a su vez por colaboradores y sus respectivas parejas; promover a las parejas es una de las señas de identidad del Podemos actual. Ese éxito de Más Madrid se debe al trabajo sin límite de Errejón con la ayuda de un equipo muy reducido en el que destaca Tania Sánchez, ex pareja de Iglesias, y se debe a la personalidad de la candidata, Mónica García, una médico muy activa en la organización del movimiento batas blancas, nacido para potenciar la sanidad pública. Pero además de activa es una parlamentaria destacada, cercana a la gente, y capaz de debatir defendiendo con fuerza sus posiciones. Sobre todo en sanidad, pero desde que es aspirante se ha tomado la molestia de prepararse sobre cuestiones que le son más ajenas y aunque no entra en profundidades sabe defenderse bien ante voces más autorizadas.

Errejón y García, sobre todo ésta, con una campaña en la que se multiplica, demuestran que hay izquierda más allá del PSOE y de Podemos, aunque no esté aún en condiciones de ganar a esos dos partidos. Aunque a medio plazo, el proyecto de Errejón podría superar a Podemos aprovechando su declive, que parece imparable.

No ocurre lo mismo con el PSOE. Es impensable ahora que pueda acabar derrotado pese a los muchos errores de Sánchez y de la falta de ilusión a su proyecto por parte de muchos militantes. Pero es sabido que se crece ante la adversidad, que cuenta con resortes que le han hecho ganar cuando parecía hundido y que es un pésimo gestor pero conoce bien la estrategia política.

Sin embargo, ha fallado en su último golpe: elegir a Ángel Gabilondo como candidato en Madrid. Es, o era, un ex ministro al que admiraban incluso sus no votantes, por su rigor y su serenidad, siempre se mantenía al margen de discusiones estériles. El error de Sánchez fue no tener en cuenta esas virtudes y, en lugar de potenciarlas, le impuso una lista imposible desde La Moncloa, pensando en su propio futuro más que en las elecciones inmediatas. En estos últimos días le ha impuesto también que asumiera que, en contra de lo que había declarado, gobernaría de la mano de Iglesias si de esa manera cortaban el paso a Ayuso.

Gabilondo, en un último gesto de lealtad, acató las instrucciones. Pero ese anuncio es muy probable que provoque que no llegue a los escaños previstos. Por la desmovilización de una izquierda desencantada. y porque los que quieren votar, es probable que se inclinen por García antes que por un Gabilondo que ha anunciado que no le duelen prendas en gobernar con Iglesias.

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