Emoción a flor de piel. La Casa de Juntas de Guernica vivió ayer un día histórico al ser testigo del traspaso de poder del lehendakari saliente, Juan José Ibarretxe, a Patxi López, el primer lehendakari no nacionalista en 30 años.

El acto protocolario comenzó en torno a las once de la mañana en el Salón de Plenos de las Juntas Generales de Guernica. Todos los antecesores de López -Carlos Garaikoetxea, José Antonio Ardanza y Juan José Ibarretxe- habían utilizado la cita que pronunció José Antonio de Agirre al jurar su cargo como primer presidente de un Gobierno vasco en 1936. "Ante Dios humillado, en pie sobre la tierra vasca, en recuerdo de los antepasados, bajo el Árbol de Guernica, ante vosotros, representantes del pueblo, juro desempeñar fielmente mi cargo", eran las palabras que pronunciaban los lehendakaris del PNV, quienes realizaban el juramento sobre un ejemplar de la Biblia y con un crucifijo al lado.

Pero López alteró ayer ese guión y apostó por una simbología diferente al utilizar la fórmula de la promesa, eliminar las referencias religiosas y escoger el concepto de ciudadanía frente al de pueblo. Así recitó: "De pie en tierra vasca, bajo el Árbol de Guernica, ante vosotros representantes de la ciudadanía vasca, en recuerdo de los antepasados, prometo desde el respeto a la ley desempeñar fielmente mi cargo de lehendakari".

Otro de los momentos más importantes de esta ceremonia -que es un pleno extraordinario de la Cámara vasca- tuvo lugar en el interior de la sede foral cuando el lehendakari saliente le hizo entrega de la makila o bastón de mando, hecho de madera de níspero con un pomo de plata en cuya empuñadura está grabado el escudo del Gobierno vasco y que le identifica como presidente del Ejecutivo autónomo. A continuación, López asumió su cargo prometiendo cumplir las obligaciones de su cargo "con lealtad a la Corona, al Estatuto de Autonomía de Guernica y demás leyes vigentes".

El sello personal de López también quedó patente en los minutos que el protocolo reserva para su discurso, ya que optó por recitar dos poemas: Maiatza (Mayo), del escritor vasco Kirmen Uribe -que leyó en euskera- y Nada es dos veces, de la escritora polaca Wislawa Szymborska, Premio Nobel de Literatura en 1996. "Nada sucede dos veces y es lo que determina que nazcamos sin destreza y muramos sin rutina. Ningún día se repite, ni dos noches son iguales, ni dos besos parecidos, ni dos citas similares. Entre sonrisas y abrazos verás que la paz se fragua, aunque seamos distintos como son dos gotas de agua", recitó el lehendakari en lo que se entendió como una declaración de intenciones.

La ceremonia concluyó con el himno del País Vasco, Gora ta gora, que fue interpretado por la banda de la Ertzaintza y que dio paso al momento de felicitaciones, fotos y abrazos.

A esta histórica cita acudieron en representación del Gobierno de España la vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega; el ministro de Política Territorial, Manuel Chaves; la ministra de Ciencia e Innovación, Cristina Garmendia; el presidente del Senado, Javier Rojo, y el delegado del Gobierno en el País Vasco, Mikel Cabieces.

En representación de la oposición estaba la secretaria general del Partido Popular, María Dolores de Cospedal, que acompañó al presidente del PP vasco, Antonio Basagoiti.

López estuvo también estuvo acompañado por otros presidentes autonómicos, Vicente Alvarez de Asturias; José María Barreda de Castilla La Mancha; Miguel Revilla de Cantabria; Juan vicente Herrera de Castilla León y Marcelino Iglesias, de Aragón.

También acudieron destacados representantes de las víctimas del terrorismo, como José Vargas, de la asociación catalana, Juan Antonio García Casquero, presidente de la Asociación de Víctimas del Terrorismo, y la presidenta de la Fundación Víctimas del Terrorismo, Maite Pagazaurtundua.