España

El 'procés' se cuece

  • El juego de la confusión que Rajoy ha aceptado de Puigdemont termina por reventar al bloque secesionista, que sigue amenazando con tirarse por el acantilado.

  • La CUP y ERC urgen al 'president' a proclamar la república mañana, pero ninguno adopta decisiones de fuerza.

Junqueras pide confiar en Puigdemont

Puestos a diluir la identidad española en Cataluña y a alardear de internacionalistas, los independentistas se sienten tan catalanes como franceses, tan españoles como portugueses, elevan a segundos cargos a nacionales argentinos, como en el Ayuntamiento de Barcelona, y el vicepresidente de la Generalitat, Oriol Junqueras, confiesa sin rubor que su segunda alma es italiana. "Me siento más italiano", dijo en Televisión Española sin aclarar si su delirio se debió a algún antepasado almogávare que se perdió en la península itálica a la vuelta de Lepanto.

Sé que esto es muy poco serio, pero lo que está ocurriendo este fin de semana en Cataluña abunda en el despropósito. Una cosa es la manca finezza que el viejo Andreotti recomendó a la política española y otra es este amago permanente con saltar hacia el precipicio una vez que se ha constatado que, efectivamente, no hay red. Lo que se discute es si es mejor estrellarse ahora que se ha comprobado que no te retendrá ninguna malla de seguridad.

ERC y la CUP convocaron ayer de urgencia a sus consejos políticos. ERC en Barcelona y la CUP en un punto no definido del "área metropolitana": todos los anuncios llaman a la severidad. Pues bien, Oriol Junqueras, el vicepresidente de la Generalitat, concluyó tras la reunión que "la mejor manera de hacer la independencia es a través del diálogo".

ERC, el socio que sustenta a Carles Puigdemont, desea que éste proclame la independencia mañana, que ésa sea la respuesta al requerimiento del Gobierno central, pero no lo solicita de una forma contundente. Es mejor italianear, convocar consejos de emergencia para concluir con lo obvio. Lo que Junqueras ha pedido a los suyos es que estén todos unidos con Puigdemont, que ya el president sabrá entender el mandato popular del referéndum del 1 de octubre. Entender y asumir son verbos retóricos, los que empleó Puigdemont en el discurso de aceptación del 10 de octubre, cuando asumió y suspendió, en un lapso de ocho segundos, la república catalana. La coordinadora general del PDeCAT, Marta Pascal, anunció que el presidente anunciará mañana cuál es el "camino de la libertad" y que habrá que estar junto a él.

La misma ambigüedad cabe decir de la CUP, sí de la CUP, de los hiperventilados del proceso. También tuvieron una reunión del consejo político, también de urgencia y su conclusión fue que Puigdemont debe levantar la suspensión de la proclamación de la república. De modo "inequívoco". Pero eso ya lo dijeron el viernes, los cuperos también italianean, la reunión de ayer iba a tratar de decidir si sus parlamentarios abandonaban la Cámara autonómica sine die, enfadados con el presidente. Pero eso no ocurrió. Su portavoz coyuntural Nuria Gilbert se permitió los aspavientos del hiperventilado, pero no anunció ningún abandono. Esto sólo revela los manotazos de ahogados del procés. ¿Puede haber declaración? Sí, es posible, pero carece de apoyo internacional, de reconocimiento interno y de respaldo mayoritario en Cataluña. Puede ser el canto del cisne.

Nuria Gibert comparece ante los medios tras el consejo político de la CUP. Nuria Gibert comparece ante los medios tras el consejo político de la CUP.

Nuria Gibert comparece ante los medios tras el consejo político de la CUP. / EFE

El proceso independentista se cuece, se agota, su unidad se agrieta. Antes de las 10 de la mañana de mañana, Carles Puigdemont debe responder al requerimiento de Mariano Rajoy. Debe contestar si el Parlamento ha proclamado la independencia de Cataluña; si fuese así, se pondría en marcha el artículo 155 de la Constitución que conduciría a una intervención parcial de la Generalitat. Pero los independentistas, como Rajoy, no saben si la ha declarado. ERC sostiene que sí, el PDeCAT que no, y eso que están en el mismo Gobierno. Puigdemont contestará mañana con una respuesta prolija, pero sin una conclusión clara. No habrá levantamiento de la suspensión en las próximas horas y el Gobierno central deberá adoptar una decisión: la más sabia, que no la más acorde a derecho, será volver a preguntar. "Oiga, acláreme usted esto", le diría Rajoy.

Quien está demostrando durante estos días que no comprende el sentido de la estrategia dilatoria del Gobierno del PP es uno de sus ministros, Juan Ignacio Zoido, quien ayer declaró que se aplicará el artículo 155 si Puigdemont contesta con "ambigüedad". Es de eso de lo que se trata, de cocerlos en sus dudas; si hay ambigüedad, se responderá con otro requerimiento de explicaciones. Ni Rajoy ni Pedro Sánchez quieren echar mano de la Constitución, saben que el tiempo corre a su favor. El único gran error cometido por el Gobierno en estos últimos días ha sido, precisamente, el del CNI, que no detectó el reguero de urnas, y la respuesta que Interior dio el domingo del referéndum a la incapacidad del Estado para frustrar la representación de una votación.

ERC y la CUP citaron de urgencia a sus consejos para pedir que Puigdemont se moje

Para aplicar el 155 no hay que certificar que Cataluña se ha declarado independiente, eso es otra cosa, es la sedición, una rebelión institucional sin violencia, pero Rajoy le ha tomado la medida a los independentistas, les sigue el juego de tirarse la pelota a los tejados. Bastaría con que el Gobierno, y el Senado, concluyese con que Puigdemont está actuando en contra del interés general del país y de la Constitución, lo que es obvio, para que se aplicase el 155. Pero habrá que seguir esperando. El primer secretario del PSC, Miquel Iceta, se ha pronunciado a favor de desarrollar el artículo, lo que supone otro varapalo a los independentistas. No está encontrando ningún apoyo. El PSOE de Pedro Sánchez, reconciliado ya con el PSC, es partidario de utilizar el artículo de un modo blando, para asumir el control de los Mossos y convocar unas elecciones autonómicas. Nada más. Y Rajoy tampoco es partidario de emplear la fuerza constitucional. Por eso, Junqueras mostró ayer su enfado con el PSOE, como si Sánchez hubiera formado parte de su plataforma soberanista.

La decisión más sabia de Rajoy será volver a preguntar: "Oiga, acláreme esto"

Lo que ha hecho el secretario general del PSOE es abrir la ventana por donde se puede reconducir la crisis, por la apertura de la reforma constitucional. Rajoy ha aceptado que la comisión de mejora del modelo territorial comience a trabajar en el Congreso y que dé paso a una subcomisión de reforma constitucional. Es el primer éxito de Sánchez, un balón de oxígeno para el PSC, que ahora también pide elecciones en Cataluña.

La grieta entre los independentistas también ha surgido dentro de la Asamblea Nacional de Cataluña (ANC). Su vicepresidente dimitió el viernes, y ayer se eligió a un sustituto: Agustí Alcoberro, más cercano al presidente Jordi Sánchez. La ANC reunió el viernes, también de urgencia, a su consejo político para pedir a Puigdemont que levantase la suspensión de la independencia. Jordi Sánchez no asistió a la reunión, y por la noche dimitió su vicepresidente. De modo público, se trata de un asunto personal, pero es obvio que la ANC está ahora por presionar a Puigdemont, pero sin ultimátum, sin romper.La unidad parece que es el objetivo primordial del bloque soberanista, sea cual sea la decisión que Puigdemont adopte mañana, ERC, PDeCAT y la ANC deben estar con él. Ayer, un grupo de dirigentes de la antigua Convergència también urgió al presidente a levantar la suspensión, pero la unidad formal parece a salvo mientras se mantenga la ambigüedad. El Govern publicó ayer un resumen del discurso del 10 de octubre, y en el texto se resalta que Puigdemont asumió el mandato de las urnas de proclamar la república, pero se obvia que ocho segundos después solicitó su suspensión.

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