España

Ni rastro de Jon Favreau

  • Vuelve la evidencia: los mítines sólo convencen a los convencidos

La actuación del grupo Tequilla hizo bailar a algunas de las 25.000 almas que se dejaron medio domingo en hacer kilómetros de autobús (llegaron de toda Andalucía) y en aplaudir a los prohombres del socialismo autonómico y patrio en el Velódromo de Dos Hermanas, y colaboró lo suyo en la presunta borrachera de optimismo con la que los socialistas afrontan el 7-J, en los que la temible abstención amenaza con hacer estragos. Quizá tengan algo de culpa los grandes líderes, que con discursos plúmbeos, argumentos previsibles, retrospecciones manidas y hasta algún que otro chiste malo malísimo alimentan la indolencia del electorado.

Un mal muy extendido y que no es ni mucho menos patrimonio de los socialistas, por mucha fe que dieran de ello algunos momentos de las intervenciones en la tribuna de oradores. La verdad que se podía haber esmerado un poco más el presidente de la Junta cuando soltó aquello de "hay que poner oído, no oreja" para sacar enseñanzas de la crisis económica, en alusión evidente y pobre al cabeza de lista del PP, Jaime Mayor Oreja.

A buen seguro que Jon Favreau, el autor de los discursos del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, le habría echado algo más de chispa al asunto. Favreau está haciendo historia con Obama y algunas de sus perlas, como yes we can (sí, podemos) se han hecho famosas en todo el mundo. Es un superdotado, que viste tejanos y que maneja una retórica espectacular que bebe de las fuentes de maestros de la oratoria como los hermanos Kennedy o Martin Luther King, pese a que nació (sólo cuenta 27 años) después de que los tres fueran asesinados.

Claro que, a falta de Azañas y de genios de las frases, cabe conformarse con que los políticos tomen el rábano por las hojas en sus arengas. Pero, por ejemplo, el que esperara ayer alguna palabra acerca del papelón de Defensa en la infección de la gripe A en un cuartel madrileño podía esperar sentado en el velódromo. Los políticos pasan de puntillas sobre los asuntos peliagudos, como si la autocrítica fuera a morder. Y además, son muy previsibles. ¿Adivina quién fue el nombre que más sonó ayer en Dos Hermanas? Felipe González, al que la derecha le afeaba que gastara "como un rico mientras iba a Europa como un pedigüeño" en busca de fondos de cohesión. Todos, Álvarez, Chaves, Griñán, Zapatero, todos reivindicaron ayer la figura del ex presidente del Gobierno, una adoración muy propia y pertinente con esos comicios en ciernes y con sus paisanos. Lo que resulta más chocante es que nadie diera algo de aliento al cabeza de lista del PSOE el 7-J.

Así que ayer ni rastro de López Aguilar ni de Jon Favreau ni de discursos que emocionaran, que el confeti no hace milagros.

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