España

El tórrido otoño político

A la espera de que el presidente del Gobierno le encuentre hoy a la canciller alemana Angela Merkel el punto democristiano que haga que se apiade de la maltrecha economía patria, permitiendo a Mario Draghi poner dinero en el mercado secundario y al Fondo Europeo de Estabilidad Financiera en el primario para aliviar una prima de riesgo que no da tregua, el segundo rescate de España que se avecina y que amenaza con cruzar la línea roja de las pensiones, hace que todos los grupos se estén preparando para un otoño -y un invierno- muy tórrido, con las elecciones vascas y gallegas a la vuelta de esquina.

En el PP, el bronceado veraniego de la unidad se estropeó en la primera Comisión Ejecutiva, con Esperanza Aguirre y Jaime Mayor Oreja criticando abiertamente al ministro del Interior por la excarcelación del etarra Josu Uribetxebarria Bolinaga. El líder de los populares, que ahorra habitualmente en críticas y adhesiones internas, no tuvo más remedio que salir en su defensa. Bien aleccionado desde las altas esferas de Génova, donde Javier Arenas, para bien de la cofradía política popular, está tomando las riendas, en la reunión del Grupo Popular en el Congreso que se celebró el martes, su portavoz, Alfonso Alonso, después de una intervención de una diputada amiga que situó el escabroso asunto en el terreno de los problemas de coordinación, zanjó la vaina interna enfocando el tiro hacia el PSOE, a quien pidió que evite la tentación de tirarse al monte -léase la calle- y continúe en el Parlamento. A cambio, pese a que en este primer tramo de legislatura la aritmética parlamentaria no ha dado ni para una menta-poleo, que diría Alfonso Guerra, ofreció diálogo. Eso sí, en un alarde de fina diplomacia política, engrasó la oferta con un puyazo a los socialistas, a quienes responsabilizó de la ruina económica de España. Sustentados en una supermayoría absoluta y atrincherados en la Cámara Baja, a la que sólo falta unos alambres de espino para darle un toque prebélico a la cosa política, el PP está dispuesto a resistir los tres años y pico de legislatura que restan. Por ahora, pese a que el desgaste electoral apunta a hemorragia interna, sigue siendo la primera fuerza en las encuestas.

Mientras tanto, en el PSOE, donde sus actuales dirigentes ni sufren ni padecen ante el estancamiento electoral del partido, se debaten entre coger la bandera de la calle ya o mantener ese perfil de cierta moderación que Pérez Rubalcaba busca para distanciarse del cuanto peor, mejor que practicó en la pasada legislatura el PP. La Conferencia Política prevista para mediados de noviembre, con un nuevo discurso programático de su secretario general, parece que será el punto de partida de un PSOE más ofensivo o forzado a renovarse. Por esas fechas, superados los comicios vascos y gallegos, donde los socialistas se conforman con impedir la mayoría absoluta de Feijóo y con sellar un sólido acuerdo de legislatura o de gobierno con el PNV, y con el rescate autonómico funcionando, los socialistas sabrán con certeza si Rajoy está lo suficientemente maduro para meterle una marcha más a la tarea de oposición. Si el líder del PP está para entonces contra las cuerdas, Pérez Rubalcaba apretará el acelerador para forzar un adelanto electoral. Si resiste, todo hace indicar que el actual líder socialista se mantendrá en la Secretaría General pero se verá obligado a abrir la espita de las primarias para elegir al cabeza de cartel en las próximas elecciones legislativas en los primeros meses de 2013. En este escenario, Patxi López se enfrentará como estandarte de la actual dirección a Carme Chacón o a un nuevo representante de la corriente crítica.

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