Crítica 'Les deux amis'

Narciso desdoblado

Les deux amis. sección oficial (inauguración). Comedia romántica, Francia, 2015, 99 min. Dirección: Louis Garrel. Intérpretes: Golshifteh Farahani, Vincent Macaigne, Louis Garrel.

"Presentar de manera renovada y diferente los contenidos, no dar esa impresión de celebrar el festival por inercia sino año a año ir modelando la programación, introduciendo pequeñas variaciones dentro de la fórmula que permitan identificar el sello de un festival". Son las palabras del texto de presentación de esta decimosegunda edición y, aunque ha costado tres años romper una de esas inercias, por fin ésta se inaugura con una película que no responde al habitual compadreo promocional con el cine español comercial de estreno inminente.

Tras su paso por la Semana de la Crítica de Cannes, Les deux amis es, qué duda cabe, un filme representativo de la línea editorial del SEFF, una comedia dramática con estrellas, carne fresca de gala y photocall (el bello Garrel, el no tan bello pero simpático y omnipresente Macaigne), de ese novísimo cine francés que se quiere hoy heredero tardío de la nouvelle vague y alrededores, buscando reformular sus hallazgos sin miedo al legado clásico.

El triángulo amoroso y la amistad masculina articulan este retrato sentimental condensado que se mueve a distintas velocidades y tonos y tiene algo de Sautet (la música es de Sarde) y Truffaut (Jules et Jim) y bastante menos, por desgracia, de la mirada o el desgarro de Garrel padre, al que el debutante Louie y su co-guionista y amigo Christophe Honoré parecen querer matar en la escena del rodaje de una manifestación de Mayo del 68.

Les deux amis juega en el límite de la empatía con dos personajes neuróticos e infantiloides, en su intento de (cinéfila) sublimación romántica de las dudas, el roce y el desgaste entre dos amigos a los que la presencia de una convicta impredecible (esplendorosa Farahani, especialmente en la escena del baile en el bar: lo mejor del filme) hará temblar los cimientos. Garrel juega al despiste dejando entrar primero en escena a Macaigne, pero su inevitable narcisismo termina por contaminar la película hasta el exceso. Ni siquiera esos intentos postreros de jouer la comédie de puertas, entradas y salidas en el hotel consiguen aligerar la sobrecarga.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios