La Gomera | Festival de cine de Sevilla

Policía corrupto silba

Catrinel Marlon en una imagen de 'La Gomera', de Corneliu Porumboiu.

Catrinel Marlon en una imagen de 'La Gomera', de Corneliu Porumboiu.

Los policías de Porumboiu se siguen creyendo tan listos y siguen siendo tan corruptos como hace una década (Policía, adjetivo), pero el cineasta rumano los ha cambiado de escenario y modus operandi. Si antes lo importante era la palabra y el tiempo, en La Gomera se trata de la deconstrucción consciente e irónica de los viejos e icónicos mecanismos del género: Cristi (Vlad Ivanov) es llevado por los mafiosos (atención a Villaronga) a la isla canaria para aprender en un curso exprés el famoso silbo gomero como código secreto para desenvolverse en una enrevesada trama de tráfico de drogas y dinero negro.

El director de El tesoro explicita arquetipos, homenajes, guiños y citas (de Ford a Hitchcock, una femme fatale llamada Gilda) y sigue recordándonos que en su país los servidores públicos siguen sin ser de fiar. Entre fragmentos de ópera, cámaras de videovigilancia, tiroteos en decorados de cine (con un director muerto, cómo no) y silbidos a través de las montañas, La Gomera no deja de tener en su desestructurado, juguetón y negro corazón policiaco, no muy lejos de los Coen o Jarmusch, una de esas historias de amor que sólo pueden sublimarse en un parque de neón asiático.