Cultura

La gran ausencia de dos amigos del iberoamericano

  • Galiardo y Sancho Gracia, dos Ciudad de Huelva que nos dejaron este año.

Eran actores. De los grandes, de carácter e impronta popular, conocidos galán y bandolero. Los dos amaban el cine y amaban este festival. Ambos vivieron en Iberoamérica y la defendieron hasta el final. Por eso un homenaje aquí les supo mejor que ningún otro. Desde la cercanía y el cariño. Como de la familia. Como dos grandes amigos, que siempre han sido, del Iberoamericano.

A Juan Luis Galiardo y Sancho Gracia se les echa en falta estos días. Ausencias sentidas para este 2012 en el que la enfermedad se los llevó. Eran caras conocidas, caras vinculadas al diario del Festival desde ediciones lejanas. El vínculo se estrechó hace siete años. Primero con el premio Ciudad de Huelva al eterno Curro Jiménez; después, hace cuatro, con otro homenaje al gaditano que despertó en Riotinto. Y desde entonces llevaron esta tierra un poquito más adentro. Incluso aunque no repitieran después en estas semanas de noviembre.

En cada una de sus visitas conquistaron al público onubense. Es verdad que Sancho Gracia lo tenía más fácil. Cosa de sus años a caballo entre serranías andaluzas junto a El Estudiante y El Algarrobo. Caminaba por las calles de la ciudad y la gente se lo recordaba. Y no le importaba: "Nunca me canso de que me asocien con Curro Jiménez. Ni me agobia ni me frustra. Porque estoy muy orgulloso de haber triunfado y de que me recuerden gracias a un personaje que yo inventé".

Cariño de gente que no le olvidará, como le demostraron en la prisión, en ese encuentro auténtico en el que participó con el otro gran jurado del festival.

Félix Sancho Gracia sabía dónde se movía. Conocía Huelva y lo que representa. Y conocía el cine al otro lado del charco. Tantos años de infancia en Uruguay marcaron a la persona y abrieron su idilio con Iberoamérica. Por eso recibió el homenaje de 2005 con "alegría", agradecido y satisfecho pero "con los pies en la tierra". "Un premio es un premio. Nada más". Sencillez pura que recogió el escritor Juan Cruz en su biografía, La fuerza del bandolero melancólico para el propio Festival.

La sabiduría de los años también se notaba en Galiardo. Decía en 2008, antes de recoger su Ciudad de Huelva, que no sabía dónde tendría que poner la estatuilla en su casa. "Yo no tengo prácticamente estética. La he perdido para ganar en ética". Presumía de ello y ejercía, consecuente, en sus actos. Integridad que le hizo dejar atrás tiempos pasados, y reinventarse con ilusión en las últimas décadas. Porque decía que era un actor joven, con una carrera de sólo 30 años.

Pero en ella tuvo también mucho que ver el otro lado. Se marchó a México para buscar nuevas perspectivas, huyendo del destape, y volvió dispuesto a tomar un nuevo rumbo. Como le marcó también un verano en Riotinto, conociendo luchas mineras e injusticias. Donde decidió formarse en la interpretación. A este Quijote gaditano le gustaba Huelva y le gustaba el festival: "Un encuentro innovador que sirve, no para aplaudir lo obvio, sino para indagar en lo desconocido".

Uno de ellos recordaba con frecuencia ese tango de Gardel que dice: "Los amigos se cotizan en las buenas y en las malas". Huelva será uno de esos amigos que siempre les acompañarán. Porque ellos también hicieron Festival.

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