Roberto Anjari-Rossi. Director

"No todo lo pasado ha sido malo, pero el futuro luce más esperanzador"

  • El realizador chileno residente en Alemania presenta hoy en el Teatro Echegaray 'El legado', un documental sobre resistencia en clave familiar

El chileno Roberto Anjari-Rossi vive en Alemania desde hace 15 años. Fue a estudiar y se quedó a vivir. Desde allí se planteó un trabajo documental sobre su tío, pero en el proceso de investigación se encontró otra historia. Es la que retrata en El legado, documental que se proyecta hoy a las 22:00 en el Teatro Echegaray y que cierra así las proyecciones de la Sección Oficial de documentales. Una película que ha pasado ya por festivales de renombre como los de Rotterdam, Londres, Guadalajara o Santiago de Chile.

-Sus primeros trabajos son ficción. ¿Por qué un documental ahora?

-Porque no creo que como cineasta deba casarme con sólo una forma de expresión cinematográfica. Con El legado tuve la necesidad de hacer el documental porque me encantó la idea de la película y sus personajes.

-¿Y cuál es esa idea? ¿Quiénes son esos personajes?

-El legado es para mí una historia simple que refleja el estoicismo y la fuerza de cada individuo de la cultura y el lugar que sea por sobrevivir y querer cumplir sueños. La película es un retrato íntimo y tierno de una abuela y su nieta. A través de la interacción de ellas conocemos sus miedos, sus traumas y sus alegrías. Es un film a veces dramático y a veces muy cómico. ¿Qué es lo que el film ofrece? Pienso que una cercanía única con sus protagonistas. Es algo que me enorgullece de este proyecto. Trabajamos muchísimo para ello.

-¿Cómo se consigue esa cercanía?

-Se consigue con mucho trabajo y confianza. Fuimos muy abiertos con Rosalía y Laura al momento de hacer el documental y les explicamos muy bien en qué consistía hacer cine. Les explicamos cómo funcionaba una cámara y un micrófono, les explicamos sobre el análisis del material, de la importancia de la luz y de lograr una propuesta estética. Las seguimos mucho tiempo con la cámara hasta que ya no tuvieron más posibilidad que seguir con su vida cotidiana frente a ellas. Todo -espero- con respeto y profesionalismo.

-La película refleja dos países: el pasado al que se aferra una de las protagonistas y el futuro que espera la otra. ¿Con cuál se queda?

-No quiero decir que todo lo pasado de Chile ha sido malo porque no es así. Pero me quedo con el presente y esperanzado en el futuro. El país está en un buen momento y espero que las producciones chilenas sigan dando que hablar. Espero que los casos de corrupción que se han destapado en Brasil, en Argentina, en Chile, en España, en Mexico y en casi todos lados sirvan para que nuestros políticos nos brinden la seguridad y el esfuerzo para lo cual los hemos elegido. Nosotros como ciudadanos hacemos nuestra parte, ellos deben hacer la suya. El futuro siempre luce más esperanzador.

-¿Qué le llamó la atención Teno, el pueblo donde viven las protagonistas?

-Me llamó la atención el encontrarme con un lugar en el que las tradiciones religiosas se mantienen muy vivas, además de las convenciones sociales y la marcada idea de lo que es masculino y femenino.

-¿Es buena o mala la influencia religiosa para estas mujeres?

-No soy quien para juzgar la espiritualidad de nadie. No es la idea del documental. A mí personalmente me cuesta creer. Prefiero el amor a mi familia que el amor a cualquier Dios.

-¿Cree que esos mundos rurales van camino de la desaparición?

-No me atrevería a decir qué es lo que va a pasar con el mundo rural. Espero que no desaparezca. Pero sí espero que la dinámica de dominación que existe en el campo (no sólo el campo chileno) desaparezca. Me refiero a las dinámicas como Hombre blanco - indio, latifundista - peón, dinero - pobreza, etc... Esas dinámicas sí espero que desaparezcan porque no pertenecen necesariamente a la identidad de un pueblo aunque muchas veces lo creamos e incluso lo romanticemos.

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