Paco León. Actor y director

"Esto no es 'La vida de Adèle', aquí no rodamos seis meses a ver qué sale"

  • El cineasta presentó este sábado a concurso con gran acogida del público 'Carmina y amén', la prolongación de su proyecto familiar, que vuelven a protagonizar Carmina Barrios y María León.

Con una producción más cuidada y un acabado más depurado, Carmina y amén mantiene sin embargo el tono inmediato y espontáneo de Carmina o revienta, su mirada doméstica a la familia y sus ritos. El público del Festival de Málaga acogió ayer la presentación a concurso del filme, que vuelven a protagonizar Carmina Barrios y María León, con una aprobación cercana al entusiasmo. De modo que sí: habrá Carmina para rato.

-¿Cuándo supo que Carmina iba a seguir dando guerra?

-Cuando acabamos Carmina o revienta y comprobé que empezó a funcionar lo que hicimos con el estreno simultáneo en cines, internet y en DVD. Se me quedó un hilito pendiente y vi que ahí había un tema importante. Le di vueltas hasta que el bicho se me hizo ya insoportable y comprendí que tenía que hacer la película. No tardé mucho, la verdad. Encontré a los cómplices adecuados y ya la tenemos.

-Que Carmina y amén es una producción mayor salta a la vista. Pero, ¿alguna vez temió que el hecho de contar con más recursos enfriara el espíritu original de la anterior entrega?

-Tenía claro que quería mantener el ADN de la Carmina original, trabajando con dos cámaras y sin dejar el guión a los actores antes del rodaje. Lo que sí hicimos fue doblar el número de días de rodaje, de once a veinticuatro, aunque imagínate, cuatro semanas sigue siendo un plazo muy corto para cualquier película. Es verdad que el presupuesto ha sido mayor pero también ha ido muy, muy medido. Y también es cierto que hemos mejorado algunas cosas, y que había ciertas ideas más sofisticadas que quise hacer en la primera película pero que no he podido llevar a cabo hasta ahora. Por ejemplo, toda la escena del funeral con la Phantom y la cámara lenta seguramente contrasta con lo que se vio en Carmina o revienta, que era más salvaje. Tenía claro que no iba a meterme ahora en una superproducción, eso no habría tenido sentido. Pero sí quería quitarme dos espinitas que tuve con la anterior: la presencia en cines, que fue muy limitada, y la distribución internacional. Es verdad que se llevó para ocasiones muy concretas a países como Canadá y Australia, pero no se distribuyó más por la factura. Era un producto demasiado experimental, por no decir cutre. Carmina y amén tiene lo suficiente para entrar en los circuitos internacionales con, al menos, cierta decencia. O eso espero.

-¿Ha sido menos atípico ahora volver a rodar con la familia?

-Sí, bueno, ha resultado más raro para la que gente que ha trabajado con nosotros. Sandra Hermida, la productora ejecutiva, que venía de hacer Lo imposible, se vio metida aquí y que de repente el productor se dirigiera a la actriz principal llamándole "Mamá", para pedirle que se moviera un poco más a la derecha, le resultaba extraño. Pero claro, ¿cómo debía llamarla? ¿Carmina? Se trabaja muy bien en familia. Es muy cómodo. Ella no ha dejado de ser madre en todo el momento. Siempre se ha preocupado de darnos de comer.

-¿Y volver a registrar la espontaneidad de la protagonista, ha resultado ahora más fácil?

-Sí, aunque lo cierto es que hemos trabajado igual. Es una manera de hacer. Yo me lié a levantar estas películas porque quería investigar los límites entre el texto y la improvisación. Mi formación teatral es de la comedia del arte y de todo lo que aprendí con Juan Carlos Sánchez en el Centro Andaluz de Teatro, y lo que yo quería era aplicar esos principios al cine. Me gusta comprobar cómo el texto sale de los personajes. Y el cine te permite conseguir esa magia, tienes una instantánea única, irrepetible, y la inmortalizas. Me parece que es más emocionante, pero también más arriesgado, porque no dispones de todo el rato para rodar. Esto no es La vida de Adèle, no tienes seis meses para buscar a ver qué sale. Es un ritmo de tele, en cuatro semanas todo pasa a toda velocidad. Pero me gusta trabajar así.

-Aunque seguramente no hay tiempos más irreconciliables que los del teatro y la televisión...

-Soy muy rápido trabajando. Eso tiene el encanto del trazo suelto. Como ilustrador, soy acuarelista, lo que tiene sus riesgos porque no puedes corregir. Lo espontáneo se queda en la película, pero lo imperfecto también. En cuanto al teatro, lo que incorporo son las máscaras. Yo soy lo que soy gracias al Luisma, a Raquel Revuelta. Como te decía, una comedia del arte contemporánea. Y creo que eso está también en la película.

-Carmina y amén tendrá un estreno en salas más convencional, aunque usted ha señalado su intención de seguir buscando nuevas fórmulas para la distribución. ¿Por dónde han de ir los tiros?

-Para Carmina y amén yo tenía una idea que me parecía buenísima: intentar sacar la película más barata en los cines. ¿Cómo iba a costar lo mismo ir a ver El Hobbit que Carmina? Si la entrada de Gravity en 3D cuesta 15 euros y la de El Hobbit cuesta 9, me parecía bien que una película española de bajo presupuesto costara 5. Yo quería competir con el cine americano así, bajando los precios. Pero me di de bruces, era muy complejo. En la primera película estaba prácticamente yo solo y podía asumir los riesgos. Por eso hicimos lo del estreno en varias plataformas y salió bien. Pero Carmina y amén es más cara, y hacer algo así otra vez sería un suicidio. En cuanto a bajar el precio de la entrada, no es posible por una cuestión de competencia. Pero habría que investigar esto: Apple cuesta lo mismo en la Fnac, El Corte Inglés y todos sitios. ¿Cómo lo han conseguido? No sé, es difícil. No me interesa hacer política, sólo quiero que la mayor cantidad de gente posible vaya a ver mi película. Creo que hay que hacer un esfuerzo para, al menos, flexibilizar los precios, dependiendo tal vez de las películas, los tiempos y las fechas. Porque de lo que sí estoy seguro es de que donde mejor se ve el cine es en el cine.

-¿Habrá más Carmina?

-No creo. Se puso el título Carmina y amén con ánimo de cerrar. Pero no lo sé. Cuando hice la primera dije una y no más, y ya ves. Me aburro pronto de mí mismo, me gusta cambiar. Hacer ahora una película es un parto duro, y ya se sabe que los partos duros se te tienen que olvidar para buscar otro.

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