Elecciones

Es tiempo de propuestas

  • El último cara a cara llega en plena efervescencia de descalificaciones en una campaña en la que escasean las ideas y las aportaciones constructivas y abunda el cruce de gruesos reproches

Los gurús de PP y PSOE esperan un cara a cara bronco, aguerrido, con tintes bélicos. Expectativas desalentadoras herederas del clima beligerante que domina la campaña y que ha ensombrecido esta legislatura. Agotadas las propuestas de relumbrón, vendidas todas en los prolegómenos del arranque de la campaña -la paga de 400 euros del PSOE y la reforma del IRPF del PP o el contrato de integración para inmigrantes de Rajoy-, y huérfanos los discursos de concordia, la campaña supera hoy el ecuador en plena efervescencia de descalificaciones. El escenario propicio para los discursos viscerales que excitan las bajas pasiones y en los que tanto se han prodigado los dos bandos. La ofensa sobre las ideas.

Las millonarias audiencias, pretéritas y presentes, de los debates en televisión han declinado la trascendencia de los mitines, desfasados como conducto idóneo para verter ideas y propuestas propias en la masa electoral. Es el caso de PP y PSOE, donde los actos de campaña han quedado relegados a una función meramente testimonial en los que languidecen las aportaciones constructivas y rebosan gruesas burlas. Una forma de empatizar con el electorado más guerrero.

Para convencer a los indecisos, que siempre rehuirán los mitines, o mostrar las virtudes al electorado rival están ahora los debates en televisión. La vía óptima de conectar con el contrario, esencial en una campaña enormemente reñida en la que el PSOE enfila la recta final con una ventaja de sólo cuatro puntos en los sondeos.

Zapatero y Rajoy han acreditado este cambio de rumbo reduciendo sus apariciones en la tarima ante su hichada. En los últimos días, dos han sido los mitines que se han caído de sus agendas para centrarse en el cara a cara de hoy. El primer debate lo siguieron más de 13 millones de televidentes. Castigados por la polarización de la campaña, los partidos minoritarios siguen condenados a exprimir los mitines.

La priorización de los cara a cara en la estrategia de PP y PSOE ha derivado en un protagonismo creciente de los segundos espadas, en muchos casos los más duchos en el arte de la guerra dialéctica, y el de las viejas glorias, González y Aznar. Más declaraciones, más tono grueso y más descontrol en las maquinarias electorales. Los efectos han puesto en aprietos a los líderes: desde el "imbécil" de González hasta la confesión de la estrategia popular a manos de Elorriaga a un diario extranjero.

En pleno frenesí de descalificaciones llega hoy el segundo cara a cara. En el primero se echó en falta el debate de ideas. Sobraron reproches. Hoy Zapatero y Rajoy pueden cambiar la tendencia.

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