Pasarela

Apoyo y cariño para Cayetana

Aún faltan dos horas para el gran acontecimiento y las inmediaciones del Palacio de las Dueñas son una feria. De sábado noche. En la calle Gerona varios forasteros preguntaban a los transeúntes por el lugar donde se casa la duquesa y en Santa Catalina comienzan a reunirse los grupos que poco después se desplazarán hasta la residencia sevillana de los Alba. Calzado cómodo, ropa fresquita y un abanico es lo único que necesitan todos ellos para presenciar este momento histórico. Otros, en cambio, han decidido madrugar para conseguir el mejor sitio y convertirse en espectadores de excepción de esta singular cita. "¡Cayetana se nos casa!", grita una señora a su grupo de amigas para que aligeren el paso hacia el majestuoso palacio renacentista impregnado de un aire muy andaluz en el que la boda está a punto de celebrarse. No hay duda, llegó el día del sí quiero más esperado.

Vídeo: Ainhoa Ulla

La gente quiere a doña Cayetana. Éste es el titular que resume el ambiente que se respiraba en el centro de la capital andaluza. Mientras Alfonso se subía al coche que lo llevaría hasta el altar acompañado de la madrina del enlace Carmen Tello desde la residencia de Victorio & Lucchino, pasado el mediodía, cada vez eran más las personas que se acercaban a la calle Dueñas. Mucha gente de Sevilla y su provincia, como era de esperar, pero también llegados de otros rincones de Andalucía o de La Mancha, y de Barcelona, Salamanca o Canarias, como hizo una estudiante, Delfina Iglesias. Demostraron que el cariño a la aristócrata no tiene fronteras. Unos recuerdan nostálgicos el enlace de Eugenia, de Cayetano o de Carlos, en la misma ciudad, y otros, los más mayores, alardean de haber vivido en primera persona la primera boda de la duquesa de Alba con Luis Martínez de Irujo. "Queremos a Cayetana por su naturalidad y sencillez", exclamaba Antonia Guisado, testigo de las nupcias de 1947.

Tal era la expectación que ni los invitados pudieron acceder al palacio por la alfombra roja preparada para ello. A un cuarto de hora para la una y con el novio a punto de llegar, hicieron aparición los hermanos Rivera, Fran y Cayetano, la novia de éste, Eva González, y Curro Romero. El resto no tuvieron más remedio que entrar en sus vehículos hasta los jardines. La conmoción en la calle estaba llegando a su punto más álgido, a nadie le importaba el bullicio y las altas temperaturas. Todos, entre gritos y cánticos, deseaban que llegara el momento de ver a los recién casados. Y llegó. Los novios salieron de la mano a saludar. Inolvidable estampa de los duques de Alba.

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