PERDONA, ¿me puedes hacer una foto?" Esta frase es muy habitual escucharla entre los turistas pero ahora mismo se encuentra en peligro de extinción: el selfie o autofoto se ha convertido en un auténtico furor en la red social Instagram, dando el salto además a otras muy populares como Facebook o Twitter.

No pudo empezar de un modo más inocente y, como viene siendo habitual en esta red tan visual, de la mano del mundo de la moda. Las bloggers, en su afán por estar cerca del público y mostrar cada aspecto de su día a día, decidieron que podían prescindir de la necesidad de que alguien estuviese para inmortalizarlas y que, haciendo algunos malabares, eran capaces de hacerlo ellas mismas. Con mucho pulso y filtros, este tipo de fotografía saltó a los famosos y, posteriormente, al gran público.

Como suele suceder en estos casos, las versiones son de lo más variadas y pintorescas: selfies que muestran los looks diarios, que ilustran el momento antes de ir a dormir o de despertar (modalidad conocida como bedstagram), otras que se hacen las famosas para sin maquillaje para mostrar su lado más natural o la sellotape selfie, en la que el protagonista aparece con el rostro deformado por cinta adhesiva. Sin embargo, no todo es agradable en el mundo del autorretrato hecho a golpe de smartphone, puesto que algunos usuarios traspasan los límites de lo que puede considerarse políticamente correcto al compartir momentos que pueden considerarse demasiado íntimos, como un funeral o, el último grito, las fotos de parejas justo después del sexo. Variante no exenta de polémica, como sucedió con los selfies con mendigos, una moda de dudoso gusto entre los adolescentes de Estados Unidos, que se retratan con ellos sin que éstos se den cuenta.

A pesar de las sombras, esta costumbre sigue creciendo, sobre todo desde que Ellen Degeneres los popularizarse en la gala de los Oscars con una fotografía que batió récords históricos de retweets. Barack y Michelle Obama, Angela Merkel, David Cameron, Paco León, Íker Casillas, David Bisbal… nadie quiere quedarse sin su popular selfie. ¿Una sonrisa?