Ante todo es familiar y por eso para ella lo primero es su hija, Matilda Rose. Michelle Williams es una estrella de Hollywood diferente y única. Luchó para que sus padres le permitieran ser lo que más quería, actriz, y nadie le tendió la mano para convertirse en quien hoy es. Un sueño que Michelle hizo realidad porque es una mujer luchadora, aunque hace tiempo que dejó de pelear por las cosas que cree innecesarias. Ella elige sus batallas.

Se hizo famosa gracias a su papel de Jennifer Lindsey en Dwson's Creek, serie en la que trabajó con Katie Holmes. No obstante, mientras que la esposa de Tom Cruise optó por la vida ostentosa de Hollywood, Williams quiso retirarse y disfrutar de los equipos de filmación pequeños y platós muy familiares.

Se enamora de los papeles que decide interpretar y no le importa el qué dirán. Así, se ha convertido en la primera mujer hollywodiense en protagonizar una escena de sexo explícito para Blue Valentine; unos minutos que la llenan de orgullo y que repetiría si así lo exigiese el guión. Y no le ha hecho mal, ya que aunque le han llovido las críticas ha sido nominada a los Globos de Oro y su nombre suena fuerte para los próximos Oscar.

My week with Marilyn, donde se pone en la piel de Marilyn Monroe, es uno de sus actuales proyectos y ha trabajado en un sinfín de películas independientes, su especialidad. Aunque si una película le dio todas las satisfacciones del mundo fue Brokeback Mountain. Un filme que le apasionó desde el primer momento y en el que además conoció a uno de los hombres más importantes de su vida, Heath Ledger. Michelle compartió cinco años con el desaparecido actor, con el que tuvo una hija. Hace muy poco habló por primera vez de la repentina muerte del australiano, de la que confesó no haberse recuperado. "Aún no me hago la idea de que él ya no esté", afirma.