Lanvin alabó en su desfile de la Semana de la Moda de París el individualismo de quienes son capaces de mantener un mundo interior y recordó con nostalgia los sueños de infancia, mientras Guy Laroche apostó por un individualismo setentero y sensual.
Lanvin, la maison más antigua de París, intenta retomar el camino del éxito y la normalidad tras varios años de agitación interna y, de momento, la llegada del joven creador francés Bruno Sialielli ha supuesto un soplo de aire fresco. Kimonos a modo de chaquetas, camisas de seda fluidas, vestidos plisados y amplios jerséis endulzados en colores pastel como el azul cielo, el amarillo o el beige representaron el verano soñado de Lanvin en Slumberland.
Guy Laroche, a través de su director creativo desde 2017, Richard René, fiel al icónico binomio blanco-negro, incluyó por primera vez a sus prendas el marrón y el azul marino. No abandonó la silueta longilínea de la firma ni los guiños mediante pelucas rubias y vestidos escotados en la espalda a la actriz francesa Mireille Darc.
Creó también fluidos vestidos de seda con sugerentes aberturas y piezas vaqueras con grandes perforaciones combinadas con ante.
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