Alergias infantiles

El reto del componente 'fantasma'

  • Las intolerancias alimentarias en niños están creciendo exponencialmente

  • En las consultas de pediatría entran cuatro pacientes nuevos cada día

Algo tan común como una pastilla de Avecrem, presente en todas las cocinas, contiene proteína de leche. Además de los alimentos obvios que procedan de la leche, también la contienen aditivos con número E: 325, 326, 327, 472, 480, 481, 482, 575, 585, 966... La despensa se empieza reducir.

Cuando las alergias infantiles se manifiestan en casa todo cambia. Los rituales gastronómicos que se conocían de pronto deben mutar. Se erradican de la lista de la compra multitud de productos y el ojo supervisor ha de afilarse hasta llegar a nivel halcón: el niño no puede ni rozar una galleta, literalmente el roce puede llegar a producir una reacción alérgica. También llega el momento de explicar que no puede comer lo que sus compañeros en el colegio o en el parque y a todo el mundo se le ha que 'dar' una lista de comidas llena de síes y noes.

Son historias como la de Antonio Pérez Trujillo, el padre de Gabriel Pérez Ortiz, de 8 años. Ambos están sentados en la sala de espera frente a la consulta de su pediatra en el hospital nuevo San Cecilio. Gabriel padece una alergia alimenticia y su padre acude con él periódicamente al médico en busca de mejorar un día a día en el que, desde que naciera la hermana mayor de Gabriel, también alérgica, se instaló en casa la preocupación de que se produzca algún choque anafiláctico.

Esta familia empezó su relación con las alergias con su hija mayor, que ahora tiene 12 años y a la que le descubrieron la intolerancia a la proteína de la leche cuando su mujer dejó de darle el pecho y y empezaron a darle un sustituto artificial de farmacia. Con la primera dosis se produjo la primera muestra de que algo no iba bien: "Las primeras gotitas que le caían en la piel eran auténticas quemaduras".

A raíz de ese incidente visitaron al pediatra y empezaron las pruebas y el diagnóstico: alergia a la leche, que no a la lactosa. María Victoria Escolano, pediatra del hospital nuevo San Cecilio, explica que hace poco se publicó el estudio alergológica, elaborado por la Sociedad de Alergología, que desvelaba que desde el año 1992 había aumentado la prevalencia de alergia alimentaria en la población general de un 3,6% hasta un 11,4% (en la población general). En niños, esta prevalencia es ligeramente superior: cada día pasan por consulta cuatro pacientes nuevos por estas alergias. La especialista explica también que los niños son alérgicos normalmente al huevo y la leche, aunque es una intolerancia que a menudo desaparece a lo largo de la infancia.

Volviendo a la historia de Antonio Pérez y su mujer, que a raíz de que detectaran la alergia de su hija erradicaron de su dieta infinidad de productos. Momento en el que se enfrentan a la despensa vacía del mercado para intolerantes. "Ahora ha evolucionado y en los últimos años el mercado ha incorporado mucho productos que facilita el hecho de mantener una dieta completa y atractiva para los niños". Esa vía hace unos años, cuando comenzó la alergia de su hija mayor, se les presentó más complicada, los productos eran aún muy caros y difíciles de encontrar en mercados cotidianos.

A los 8 años se le practicó una desensibilización, práctica que consiste en hacer ingerir una dosis mínima del producto e ir elevando la dosis progresivamente. Antonio asegura que "al principio fue muy mal porque no toleraba nada, ni una gota". Cuando comprobaron que no surtía efecto, la niña empezó a tomar un nuevo medicamento, el Omalizumab, que para ellos fue "la salvación". Hace un año ella terminó el tratamiento y tiene dieta libre. Ahora su hermano menor, Gabriel, está comenzando con este fármaco que toma de manera mensual.

Los problemas para estas familias se producen sobre todo en las primeras edades del niño y aunque la dieta de Gabriel siempre estuvo condicionada por el caso de su hermana, su padre explica que nunca hay que bajar la guardia. "No podemos imaginar hasta que no lo tenemos en casa la cantidad de productos tienen esa proteína: se usan en conservantes en embutidos, galletas... hay algún que otro producto que no lo tiene como las Maritoñi o los dulces hechos por alguien que te merezca mucha confianza porque aún queda mucho desconocimiento".

Los niños son también muy conscientes de su alergia, en el caso de Gabriel, que también cuenta con la experiencia de su hermana tiene "verdadera obsesión" y pregunta siempre si puede comer un alimento. "¿Ir a comer a un restaurante? Imposible", finaliza Antonio Pérez.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios