Granada

Bolonia: la 'guerra' entre profesores ha comenzado

  • El Rectorado inicia el proceso de adscripción de las materias a áreas de conocimiento de los nuevos planes de estudios en el que los departamentos luchan por aumentar sus dominios

La entrada de la Universidad de Granada en el Espacio Europeo de Estudios Superiores está siendo para el profesorado más compleja de lo que creían. Se les dio autonomía para diseñar unos planes de estudios totalmente nuevos y con una metodología de trabajo diferente, pero ahora toca el turno de determinar qué departamentos asumirán cada una de las enseñanzas propuestas y no serán ellos quienes lo decidan, sino el equipo de Gobierno de Francisco González Lodeiro.

Más de 4.000 profesores recibieron la semana pasada un SMS del Rectorado que les anunciaba que había dado comienzo el proceso de adscripción de las asignaturas a las áreas de conocimiento, lo que significa que la batalla por conseguir más créditos ya ha empezado. En esta pugna entra en juego la solidez de los departamentos y el prestigio o peso político de sus integrantes, ya que luego habrá que decidir qué profesores van a dar las clases y ahí es donde entra en juego la competencia. "Será como una pelea de perros", auguran algunos enseñantes que prefieren mantenerse en el anonimato.

No es lo mismo que un docente enseñe en su centro la materia para la que se ha especializado y que lleva preparando durante toda su trayectoria profesional, a tener que empezar en otra facultad a dar asignaturas marías, como ellos llaman a las que tienen pocos créditos. "El deber de los departamentos es salvaguardar la docencia", dicen los que justifican esta lucha. Los docentes están inquietos porque no sólo no saben qué asignaturas van a dar el próximo curso, sino qué carga formativa tendrán que asumir.

"El estatuto del personal docente e investigador, aún pendiente de aprobar por el Ministerio -explica la vicerrectora de Grado y Posgrado, Lola Ferre- establece en unas 8 horas a la semana la docencia presencial, o sea, 240 horas de clases por curso".

Por ahora lo único que saben realmente los profesores es que con Bolonia un alumno tiene 25 horas de trabajo por crédito. ¿Cómo se computará esto en el trabajo de los enseñantes? Todavía es una incógnita. El Rectorado se reunió esta semana con las directivas de los centros y los jefes de departamento para explicarles el procedimiento, pero hay más dudas que certezas en el proceso. "No son claros con nosotros, hay muchos intereses por medio" dice un enseñante que quiere saber cómo le van a computar con Bolonia las horas de trabajo.

Una vez superada la primera fase de elaboración de los nuevos planes de estudios, que ha concluido con el envío a Madrid de 57 grados, se han abierto dos procesos paralelos. Por un lado está el Rectorado, que debe adaptar su plantilla de profesores a las nuevas directrices europeas y por otro están los centros y departamentos que pelean para llevarse las asignaturas más demandadas y con más créditos.

Con el Plan Bolonia, las carreras de tres y cinco años pasarán a ser todas de cuatro, lo que significa que hay que ampliar la carga docente de las diplomaturas y reducir las de las licenciaturas, que son la mayoría. La implantación de los grados supone por tanto una disminución de las horas lectivas del profesorado, pero como son funcionarios y el Rectorado no puede prescindir de ellos, se les pondrá al frente de los posgrados para completar su jornada.

Pero el profesorado ve cómo desde hace unos años el alumnado es cada vez menor y sabe que con la entrada del Plan Bolonia el peso de los números será crucial. Por mucho que se lancen mensajes a la calma desde el Rectorado, las asignaturas con menos alumnos tienden a desaparecer o a refundirse en otras (fórmula que ya se ha buscado para las filologías, que ahora se llaman Lenguas Modernas). Ahí es donde entra en juego la batalla que libran ahora los departamentos, ya que tienen en este proceso una oportunidad para ganar cuota de poder con nuevas materias.

Los miles de profesores que hay en la Universidad de Granada se afanan ahora en rastrear por internet los planes de estudios que ya han salido publicados y a qué áreas están vinculadas para no encontrarse con sorpresas desagradables.

"El proceso de adscripción de materias es sencillo porque en la mayoría de los casos el área se corresponde con la materia", dice Ferre. "Cuando surgen dudas tenemos unas fichas que nos van a hacer cada una de las áreas y decidiremos quién cumple mejor el perfil académico", matiza la vicerrectora, consciente de que todo el mundo quiere ganar para su área las nuevas materias.

Otra de las preocupaciones es cómo van a asumir las horas de docencia que se generarán durante los años en los que convivirán los planes de estudios antiguos y los nuevos. El curso que viene se impartirá el primer año del nuevo grado, pero también se dará continuidad con dos o cuatro cursos más, según sea una licenciatura o diplomatura, a las titulaciones antiguas.

Los alumnos tendrán un total de seis convocatorias para poder recuperar las asignaturas antiguas. Este proceso de convivencia implica un trabajo extra para el profesorado que deberá combinar dos metodologías diferentes a la vez. Pero un docente advierte que "los departamentos también utilizan los cambios de planes de estudio para inflar artificialmente sus plantillas", porque durante varios años necesitarán más profesores de los que tienen.

El Rectorado está ya en alerta para que no se utilice la implantación de Bolonia como una excusa para contratar a más docentes: becarios, doctorados o pupilos ávidos de una oportunidad para meter cabeza en la Universidad.

Conscientes de la intranquilidad y la desinformación que impera en muchos centros, la Universidad de Granada ha puesto en marcha un plan de comunicación para dar a conocer los detalles del complejo proceso.

El profesorado está viviendo la última fase de preparación del Plan Bolonia con inquietud, desilusión e incluso cierto temor, porque tienen la sensación de volver a encontrarse otra vez en la casilla de salida.

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