Granada

Bullying al cuadrado

  • Tres de cada cuatro jóvenes han presenciado en su instituto una agresión por razón de orientación sexual Una guía ayuda a detectar y tratar casos de homofobia

Tres de cada cuatro jóvenes de entre 15 y 29 años han presenciado alguna vez agresiones por razón de orientación sexual en su centro educativo. En la provincia de Granada -con 30.700 alumnos entre Bachillerato y Formación Profesional- trasladar este dato supone que más de 21.000 chavales habrían visto cómo se vejaba a un compañero por razón de su orientación sexual. El bullying -anglicismo que significa acoso- homofóbico o transfóbico es, a tenor de las estadísticas, una realidad que cada día afrontan profesorado, padres y Administración Educativa, una nueva arista del problema de convivencia que supone el acoso escolar. Precisamente para ayudar a atajar este problema, recientemente se presentó una guía, Abrazar la diversidad: propuestas para una educación libre de homofobia y transfobia, coordinado por José Ignacio Pichardo, de la Universidad Complutense de Madrid, informa Efe. Los autores reconocen que "el rechazo a la diversidad sexual es minoritario entre los jóvenes y entre la población en general", pero los estudios muestran que más del 5% de los alumnos encuestados habían presenciado alguna vez una "paliza" a una persona motivada por homofobia.

Los datos estadísticos indican que una de cada cien personas es gay, una realidad que también está en las aulas granadinas. "Cada persona es diferente y tiene que encontrar su forma de ser también en lo sexual", apunta la jefa del servicio de Ordenación Educativa de la Delegación en Granada, Iluminada Jiménez.

Las formas de agresión homófoba en las aulas, según recoge la guía, van desde el insulto -bollera, travelo, marimacho- a los chistes o chanzas o incluso dejar a ese alumno de lado. Se le cantan canciones, se imita su forma de caminar o de hablar y se le alude cuando en clase se menciona a un personaje homosexual. El mismo documento recoge que los vestuarios y los aseos pueden ser "lugares potenciamente peligrosos" para el alumnado homosexual o transexual. Estos comportamientos y situaciones violentas provocan una serie de reacciones en el alumno que pueden detectar tanto las familias como los docentes. Entre estas señales, según la misma guía, pueden estar la introspección, tristeza, disminución del redimiento académico e incluso ausencias injustificadas del centro.

Jiménez reconoce que en el aula se reproducen los mismos "prejuicios" que pueden detectarse en la sociedad. Curiosamente, "los niños pequeños" suelen asumir con "mucha normalidad" que en el aula haya alumnado homosexual o transexual en el aula. No siempre es fácil integrar a este alumnado, y se han dado casos de traslado de alumnos a centros educativos de otras provincias.

Jiménez asume que el papel de los profesores para apoyar a este alumnado puede ser clave para su futuro. Así, relata su propia experiencia como profesora de Literatura. "En mis clases abordaba la sexualidad como algo transversal, no sólo se trataba de decir que Oscar Wilde era homosexual", sino que "se habla de la sexualidad como una dimensión humana", lo que, comenta, ayudó a algunos alumnos a definir sus relaciones afectivas. Jiménez, que también es sexologa, reconoce que hace falta más formación, también entre el profesorado. "Se puede hablar del tema con la clase, en términos de absoluto respeto", añade la responsable de Ordenación Educativa en Granada, que admite que a pesar de que la homosexualidad es "muy frecuente, está muy escondida".

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