Granada

Cambio de rumbo en la Diputación

  • Sebastián Pérez es proclamado presidente de la institución y su partido gobernará con mayoría absoluta por primera vez en tres décadas · El empleo, la vivienda y el control del gasto son algunas de las prioridades.

Es lo que esperan los granadinos, una Diputación para todos. Que el nuevo gobierno provincial también inaugure centros de salud, corte cintas y ponga primeras piedras en municipios donde gobiernan partidos que no son el PSOE. Y con las cuentas claras

Hoy es el día en el que la provincia tendrá un motivo auténtico para mirar hacia el edificio en el que se han cometido tantos desmanes a lo largo de los últimos años. Un sitio donde ha habido de todo, desde desacuerdos con trabajadores, despidos a mansalva, hasta manos levantadas tras plenos extraordinarios, exámenes de dudosa limpieza y facturas rasgadas.

Sebastián Pérez, el presidente del PP con más poder acumulado a lo largo de la historia de los conservadores granadinos, se convertirá en el primer dirigente del partido en ocupar el sillón de la máxima institución provincial. Atrás quedaron los años en los que aquella Alianza Popular, convertida en Partido Popular tras la refundación del Congreso de Sevilla, con Casto Susino, Díaz Berbel, Alberto Martínez y Juan de Dios Martínez Soriano, viera con impotencia cómo los socialistas granadinos se hacían con la presidencia de la Diputación, a excepción del corto periodo del denominado gobierno de los catetos, aquella escisión del PSOE en la que Benavides y Ernesto Molina, entre otros, plantaron cara al entonces todopoderoso Alfonso Guerra y a la secretaria de organización, Carmen García Bloise, tras la cual Juan Hurtado logró alzarse con la presidencia de la Diputación gracias a un pacto con la coalición AP, PDP y UL.

Gracias a ese pacto, Pedro Montañés (AP) era elegido vicepresidente primero de la máxima institución provincial. Desde esa fecha, las victorias de los socialistas se han venido repitiendo elección tras elección. Para conseguir el objetivo soñado, esto es, cortar esta racha, Sebastián Pérez ha sabido rodearse de un equipo ganador, y también de cerrar todas la heridas abiertas en los últimos años con los dos enfrentamientos entre Martínez Soriano y José Luis del Ojo, que llevaron al partido al borde del precipicio.

Eran tiempos difíciles, el PP navegaba contra corriente y el clima no se correspondía con la tendencia de optimismo nacional tras la mayoría absoluta de Aznar. Aquellos congresos los vivimos de primera mano, muy de cerca, poniendo en cuestión la democracia interna de un partido que, al menos en la época actual, ha demostrado algo importante: los partidos defienden la democracia y la ley, pero no por ello tienen que ser precisamente democráticos en su gobierno interno. Además, la formación de los mono-candidatos ya tiene a otros que han imitado sus formas. El PSOE granadino optó por pasar de sus bases y elegir al candidato de consenso, cerrándole la puerta a cualquier otra opción. Será la moda.

Sea como fuere, el PP tiene una excelente oportunidad para hacer las cosas como debe en la provincia, la ocasión de desterrar una disciplina casi teocrática, a menudo dictatorial, impuesta por un gobierno que en ocho años ha gestionado su misión de espaldas a la minoría, de cara a los suyos y, lo peor de todo, sin el menor recato en disimularlo. Ahora que se vuelve a poner en cuestión el papel de las diputaciones es preciso acaparar todas las opciones para que esta institución recupere su protagonismo en el auxilio de municipios donde el día a día es tremendamente complicado, dando árnica a quien lo precise, sin pararse a mirar la matrícula del que pide auxilio.

El empleo, las comunicaciones, la vivienda y los proyectos financiados con fondos europeos, amén del importante legado cultural, son las asignaturas prioritarias de este nuevo gobierno que, irremediablemente, deberá gastar al menos el primer año de mandato en aclarar las cuentas, controlar el gasto y ordenar departamentos. Son los gajes de este oficio tan sacrificado a veces, en el que el entrante gasta el veinte por ciento de su período de gestión en desfacer entuertos del anterior inquilino.

Además, quien asegura que Pérez y los suyos entrarán con la guadaña podrían llevarse una sorpresa. Es lógico e incluso comprensible que el nuevo gobernante quite para poner, deje en la cuneta a algunos para poner a los suyos. Pero no es más que un signo de la vida, aderezado con otro componente: en Diputación abundan los que han querido imponer su criterio y el tiempo ha demostrado que su inutilidad es manifiesta. Toca relevo.

Mucha suerte al nuevo equipo provincial, esperando que su esfuerzo sea recompensado en una institución más transparente, cercana y eficiente. No se pide más ni menos, aunque estos tres pilares son tan fundamentales, tan importantes, que a veces se antoja que pedimos la luna. Hagan lo que hagan, que gobiernen para todos.

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