Granada

Genil, el hedor nuestro de cada verano

  • Los vecinos de la ribera vuelven a quejarse de los malos olores por las aguas estancadas y la suciedad que se acumula en el cauce

  • Emasagra aumenta las tareas de limpieza cada estío

Las empresas que construyeron el encauzamiento del río Genil a su paso por la capital se congratulaban de la obra allá por 1994. Pagaron una pasta gansa en un anuncio a toda plana que rezaba: "El río Genil dividía Granada (con una foto del cauce en estado natural); ahora embellece Granada (con una foto del agua embalsada entre dos de las flamantes compuertas instaladas en el río)". Lejos de aquel grandilocuente eslogan, la obra destinada a hermosear la ciudad de cara a los Mundiales de Sierra Nevada se ha convertido en un maloliente cementerio de sueños perdidos. Troncos, cajas de fruta, botellas, bicicletas de alquiler y pelotas, muchas pelotas de fútbol y tenis se acumulan en las riberas y sobre la superficie del agua embalsada en la parte baja del Genil, cuando el río abandona la ciudad buscando a su hermano mayor Guadalquivir.

Pasan los veranos y el problema persiste. Suciedad, malos olores, agua estancada y mosquitos, muchos mosquitos en los flancos del Genil, sobre todo a partir de Puente Romano. La llegada de la primera ola de calor del estío este pasado fin de semana levantó las protestas vecinales un año más y van prácticamente 24. Desde que se encementó el cauce del río, cada vez que la canícula abrasaba la ciudad, la balsa de agua acumulada entre las compuertas mostraba su peor cara con la acumulación de sedimentos, residuos y algas arrastrados por las lluvias de todo el año.

La primera ola de calor del verano acrecentó el problema y las quejas de los ciudadanosHemos tenido que poner mosquiteras que nos han costado más de 300 euros"

Muchos vecinos muestran sus quejas por la situación. Los malos olores no solo se centran en las áreas cercanas al Jardín de la Reina o la clínica de La Inmaculada, si no que 'suben' río arriba hasta colarse en los pisos ribereños a la altura del Palacio de Congresos o el Barrio Fígares. También los mosquitos complican la vida de los habitantes de la zona. Una vecina de la calle Ribera del Genil, Lourdes González, explicaba a esta redacción que este año se han visto obligados a instalar dos cortinas antimosquitos que les han costado más de 300 euros. Otra vecina, Vicenta Márquez, contaba que la suya le costó 180 euros y que desde entonces "estamos mejor en la casa". "Es muy incómodo vivir al lado del río", relató la primera de estas vecinas. "Nosotros solemos encender una lámpara nada más, con poca luz, y con todo y con eso el techo se pone lleno de mosquitos", añadía a su historia.

Los habitantes también se quejan de que "hay días en los que el mal olor llega bastante y los vecinos se quejan por ello". Lourdes González contaba a este diario, señalando al río, que "en los últimos días recogieron todo lo que arrastraron las lluvias de la primavera, pero no se las han llevado", algo que otros años "sí han hecho. Desconozco el motivo de por qué este año no", comentó esta vecina.

Ante estas quejas, la presidenta de la Asociación de Vecino del Barrio Fígares, Amalia Benavente, recordó a esta redacción que "todos los veranos tenemos los mismos problemas". La líder vecinal comentó que el mes pasado ya elevaron desde su agrupación una queja al Ayuntamiento de la capital por la suciedad que afecta al río, a la que contestaron los responsables municipales "que tienen unos protocolos de actuación que ponen en marcha cuando toca". "Siempre se pasan la pelota unos a otros. Unos dicen que eso depende de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG), otros que si es del Ayuntamiento", se indignó Benavente, quien además lamentó que algunos negocios, sobre todo bares ribereños, tienen que quitar sus terrazas ante la problemática.

Lo cierto es que las competencias con respecto al río Genil siempre han sido foco de polémicas. La gestión del agua pertenece a la CHG, pero el mantenimiento de la limpieza del cauce a su paso por la ciudad corresponde, mediante un convenio, a la empresa municipal de aguas Emasagra. Ante la polémica surgida en los últimos días, la compañía informó que en verano se intensifican las labores de recogida de residuos del agua, que se realiza mediante una barcaza. Emasagra realiza esa limpieza durante tres días cada semana. Sin embargo, en verano suele ampliarse ese servicio un día, que pueden ser más dependiendo de la cantidad de basura y residuos que se acumulen sobre la superficie, según informaron fuentes de la empresa a esta redacción.

¿Pero, por qué se embalsa el agua en las compuertas del río Genil en vez de dejarla correr en los meses de verano, cuando el calor favorece la fermentación de algas y, por ende, los malos olores? Aquí es donde se produce el conflicto de intereses entre la comodidad de los vecinos y el aprovechamiento de las aguas procedentes de Sierra Nevada. La última compuerta, situada frente a la clínica La Inmaculada, sirve como una especie de embalse porque de ahí recoge agua para riego la Acequia Gorda. Al estar la toma de agua varios metros por encima del cauce, la compuerta retiene el agua y la desvía al canal para que el líquido elemento sea repartido a las diferentes comunidades de regantes de la Vega. En febrero de este mismo año, la CHG informó que seguía en marcha un proyecto para instalar una tubería forzada que recogiera el agua de riego sin necesidad de embalsar el agua que genera la incomodidad de los vecinos, pero que técnicamente no se había aprobado.

Mientras se instala o no ese colector, los vecinos tendrán que seguir aguantando el hedor y los picotazos de los zancudos.

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