Rebelión ante el ninguneo constante

Gran Vía, el manifestódromo de la capital

  • Los granadinos utilizan las calles para exigir las infraestructuras básicas y protestar

  • La lucha para conseguir dos hospitales, la reconexión ferroviaria o la capitalidad judicial, entre las demandas

Cada domingo los viajeros que recorren el centro de la capital se hacen la misma pregunta. ¿Y estos quien son y qué es lo que piden? Se refieren a los miles de manifestantes que casi cada fin de semana toman la Gran Vía para protestar. La pregunta tiene múltiples respuestas. Si van de amarillo seguramente se trate de los integrantes de la Marea Amarilla y Granada en marcha que lucha por un AVE soterrado, la variante de Loja o la reconexión por Moreda. Si llevan globos blancos, con total probabilidad, se tratará de una marcha sanitaria en busca de los conseguidos dos hospitales. Y, si van en bicicleta... serán los ciclistas que exigen a los conductores que respeten la distancia mínima de seguridad en las vías interurbanas. El caso es que, desde que empezó el curso, allá por el mes de septiembre, las calles de la capital se han convertido en el lugar para mostrar el hartazgo hacia los proyectos atascados y el ninguneo de las administraciones a la provincia y a la capital. En lo que va de año, según los datos de la Subdelegación del Gobierno, Granada ha acogido 209 manifestaciones y concentraciones comunicadas y 44 sin comunicar. En 2016 fueron 711 en total. Muchas de ellas han atravesado el corazón de la ciudad. Así, se puede decir que Granada ha cambiado el botellódromo por el manifestódromo, un espacio con sede en la Gran Vía donde los granadinos se reúnen cada fin de semana para decir no al ninguneo y al descaro con el que tratan las administraciones a la provincia y a la capital.

La primera movilización del curso escolar tuvo lugar el sábado 17 de septiembre. La provincia cumplía 530 días sin tren y decidió echarse a la calle para pegarle un toque de atención al Gobierno. Según la Policía se reunieron entre 7.000 y 8.000 personas en una jornada calurosa en la que nadie podría vaticinar que Granada encaraba el otoño-invierno más movilizado de su historia.

El estallido del descontento ciudadano llegó definitivamente el domingo 16 de octubre. Convocados por las mareas blancas y por el médico Jesús Candel más de 50.000 personas salieron a las calles e inundaron la Gran Vía cargados de globos blancos para decir no a la fusión hospitalaria. Un amplio cartel que decía "por una sanidad pública y digna para Granada" abrió el paso de las miles de personas entre profesionales, comerciantes, y vecinos que dijeron no a un proceso sanitario que no convencía. Era la primera de tres multitudinarias protestas que hicieron vibrar los cimientos de la Consejería de Salud hasta lograr que la Junta de Andalucía diera marcha atrás y hasta paralizar el proceso para dotar a Granada de dos hospitales completos con el apellido: "Con una cartera de servicios diferenciadas y unas urgencias finalistas".

La segunda gran manifestación sanitaria se produjo el 27 de noviembre de 2016. Quienes pensaron que la primera fue casual y no se repetiría el éxito estaban equivocados. Más de 45.000 personas según la Policía Nacional -100.000 según los organizadores- se reunieron para exigir a la Junta de Andalucía, otra vez, la reordenación sanitaria.

El 13 de diciembre, tras dos meses de conflicto, la gerente de los hospitales y los sindicatos llegaron a un acuerdo para recuperar los dos hospitales. Tampoco este logro redujo la protesta. El descontento del sector crítico hacia la definición de los dos hospitales del documento lleva a una nueva manifestación multitudinaria el 15 de enero de 2016. Entre medias se habían celebrado otras dos concentraciones. En esta tercera gran manifestación decenas de miles de personas vuelven a reclamar la derogación de la orden de fusión para avanzar hacia los dos hospitales completos. La Policía Nacional estimó que participaron alrededor de 55.000 personas mientras que la Policía Local cifró la protesta en 20.000.

Después de una escalada de tensión máxima entre profesionales, ciudadanos y la Consejería y la Delegación de Salud, el 31 de enero el consejero de Salud, Aquilino Alonso, anuncia la derogación de la orden de fusión hospitalaria en su comparecencia en el Parlamento Andaluz. La decisión conlleva la dimisión del viceconsejero, Martín Blanco, y el gerente del SAS, José Manuel Aranda. Se nombra al nuevo equipo: María Isabel Baena y Mariano Martín como gerente del SAS. La gerente, Cristina López Espada -que sustituyó a Manuel Bayona cesado en noviembre- dimite el 2 de febrero. Se nombra a Pilar Espejo como gerente que el 22 de marzo queda al frente del Virgen de las Nieves. José Luis Gutiérrez es nombrado gerente del PTS.

Granada avanza hacia los dos hospitales y los granadinos sienten que la lucha ha merecido la pena. El éxito sanitario da fuerzas al resto de colectivos que sienten que la unión de los granadinos es mayor que nunca. La provincia se echa a la calle bajo el emblema "Ahora el tren". Toda una declaración de intenciones tras el logro de los hospitales.

En los primeros meses del año las plataformas contra el aislamiento ferroviario no han dejado de salir a la calle para protestar. El 13 de marzo miles de personas salieron para acabar con el cerco ferroviario. El 13 de marzo otras tantas recorrieron la calle para acabar con el cerco ferroviario. En esa marcha los organizadores anuncian protestas mensuales para exigir soluciones inmediatas al Ministerio de Fomento. El siete de mayo tuvo lugar la última gran protesta por las infraestructuras de Granada. La Marea Amarilla anunció que se iría de ruta por otras comarcas para exigir soluciones. Ya había celebrado una protesta en Moreda. El 18 de mayo también celebró una concentración en la calle Jesse Owens contra el muro de la "vergüenza" y la escasa accesibilidad a la zona.

Pero por la Gran Vía no solo han desfilado marchas sanitarias y por la mejora de la movilidad. Los ciclistas también han convocado varias manifestaciones para exigir a los conductores que respeten el metro y medio mínimo de distancia de seguridad. Pero además, el pasado domingo miles de personas salieron a la calle para exigir que Granada siga siendo la capital judicial de Andalucía. Era la segunda manifestación por esta causa que se celebraba en la capital. Si la presión ciudadana sirvió durante la crisis sanitaria, ¿por qué no iba a funcionar con el resto de reivindicaciones históricas que sufre Granada? El tiempo responderá a esta pregunta. Pero, al menos, aunque no se logren los objetivos, los ciudadanos lo tienen claro: No se lo van a poner fácil a las administraciones. Granada grita bien alto por su dignidad.

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