Granada

La Gran Familia vive en Almanjáyar

  • Paco Gómez y Ángeles Castilla han criado a nada menos que 14 hijos en su pequeña casa del barrio y con un único sueldo de albañil. "Si nos reunimos y no está uno de ellos, es como si faltaran todos", confiesan

Alberto Closas era aparejador y sacó adelante a 16 hijos. Paco Gómez es albañil y ha hecho lo mismo con 14.

El primero era el padre de La Gran Familia, una prole de ficción -aunque hubo muchas reales por aquel entonces en una España en la que los métodos anticonceptivos no se anunciaban por televisión, precisamente- que vivía en Madrid y que se hizo popularísima gracias al cine.

El segundo es el progenitor de un grupo casi tan numeroso que tiene su feudo en Almanjáyar. Su vida bien podría ser llevada a la gran pantalla.

Tanto mérito como Paco, o más, tiene Ángeles Castillo Casares, la mujer con la que ha compartido su vida. Cuando en 1976 nació su primera hija, los dos tenían 17 años. Después fueron llegando más niños, casi a razón de uno por año, hasta que, hace ocho, decidieron parar por fin. Se quedaron, por así decirlo, con diez hembras y cuatro varones, si bien no todos han vivido siempre juntos bajo el mismo techo. Los más mayores lo abandonaron antes de que nacieran los últimos hermanos.

En la última década, en realidad, los críos han llegado por la vía directa y por la indirecta, en forma de nietos. Curiosamente, el primero nació unos meses antes que su último hijo. El tío, en este caso, es más joven que el sobrino. Por ahora, su numerosa prole ha hecho abuelos a Paco y Ángeles en ocho ocasiones, la última de ellas en 2005, aunque si se mantienen las pautas seguidas hasta el momento, es fácil presumir que se acercarán a los paritorios bastantes veces más.

"Lo que les he dicho a mis hijos es que no sean tan rápidos como yo", responde el cabeza de familia cuando se le plantea la circunstancia de que en cuestión de diez años -o sea, antes de que él haya cumplido los 60- ya podría ser bisabuelo. Pero contesta medio en broma, como queriendo decir que, ya puestos, uno más va a ser siempre bienvenido. A lo mejor es que hasta le ilusiona pulverizar el récord de su propia madre, que se convirtió en bisabuela a los 69, una edad en la que muchos se estrenan como abuelos. Con un poco de suerte, la señora hasta podrá ver a algún tataranieto, cosa que está al alcance de muy pocos.

La de Paco y Ángeles ha sido siempre, además, una familia muy unida. "Falta uno y es como si faltaran todos", cuenta el patriarca, que pone como ejemplo la reciente Nochevieja, a la que no pudo acudir uno de sus hijos. Los hermanos, aunque lógicamente se pelearon de lo lindo cuando eran pequeños, se quieren a rabiar y lo demuestran con hechos. "Si en la calle alguien habla mal de alguno de ellos, ahí van a estar todos los demás para defenderle", asegura, para añadir que eso de que a todos los hijos se les quiere por igual no es en absoluto un tópico, sino la pura realidad. "En nuestro caso es así", confiesa.

Tirar de tanta gente ha sido duro, reconoce. Sólo entraba un sueldo en casa, que era el suyo. "Porque mi mujer bastante tenía con lo que aguantaba en casa", explica. Con ese dinero, no obstante, nunca les ha faltado para comer "y hasta ha habido para darse algún caprichito, aunque por supuesto nada del otro mundo".

Las apreturas continúan, aunque ya cinco hijos se han independizado. La casa de Almanjáyar, un piso cercano al centro social del barrio, es más práctica que lujosa. Pero es, sobre todo, su hogar. Allí viven desde que, hace ahora 29 años, dejaron el Albaicín. Está ahora un poco menos abarrotada y con un poco de suerte hay días en los que hasta queda alguna cama libre en el dormitorio que él define como "el submarino", porque tiene dos filas de tres literas.

Es uno de los tres dormitorios que hay en la casa. Hay otro con otras dos literas -pero de dos camas cada una- y un tercero, más pequeño pero que únicamente utilizan los padres. Y bueno, no es demasiado difícil imaginar para qué lo han usado en muchas ocasiones.

Si Paco Gómez dice que nunca se siente solo, no es una frase hecha. No lo está ahora ni tampoco lo estuvo antes de casarse, puesto que procede de una familia con otros seis hermanos. Y éstos, a su vez, también se han esmerado en el arte de tener descendencia: alguno supera la media docena de criaturas. Ángeles, en ese sentido, ha sido un poco más comedida, aunque sólo un poco: sólo tiene tres hermanos.

Aunque algunos de los vástagos ya han abandonado el nido, Paco tiene que seguir cumpliendo con su obligación de dar a los que quedan todas las cosas que hacen falta, empezando por la comida. Y no es ése un asunto que le deje indiferente, la verdad. Aunque acumula una dilatada experiencia laboral, no ve que las cosas estén ahora mismo especialmente bien en el sector en el que siempre se ha movido. "Está el asunto un poco fastidiado ahora, pero bueno, ya saldremos adelante. Iremos tirando, como siempre hemos hecho", cuenta, con el optimismo del que ha hecho bandera. Porque sin él no se entendería su empeño en repoblar el país aunque sea por su cuenta.

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