De competidores directos en la pugna por la Capitalidad Cultural de 2031 a aliados en la carrera por entrar en la lista de Ciudades Patrimonio de la Humanidad. Granada y Burgos ‘hacen las paces’ como grandes ciudades de la cultura con la confección de los últimos detalles para presentarse juntas a la convocatoria de la Red de Ciudades Patrimonio de la Humanidad.

Para ello, los ayuntamientos de Burgos y Granada están ultimando la documentación necesaria, según ha dicho hoy el alcalde de Burgos, Javier Lacalle.

Esta es la primera vez que la ciudad castellana decide presentarse en firme, ya que anteriormente solamente había dejado patente su intención, mientras que Granada ya lo intentó hace algunos años.

La inclusión en la red tiene que ser aprobada por los propios miembros de este grupo de ciudades, aunque Lacalle confía en que se acepte la doble inclusión porque “sumaría mucho a este grupo de ciudades”.

Francisco Cuenca, el alcalde de Granada, recibirá a su homónimo burgalés el miércoles en el Ayuntamiento para ultimar detalles y según adelanta este último, la solicitud de ingreso en la Red de Ciudades Patrimonio será tramitada las próximas semanas.

“Son dos de las ciudades españolas con más patrimonio y en el caso de Burgos la única de España que cuenta con tres bienes declarados Patrimonio de la Humanidad: La catedral, Atapuerca y el Camino de Santiago”, resumía Lacalle. Granada por su parte, se presenta como una ciudad reclamo para este tipo de menciones y juntas pueden aspirar a energizar una candidatura muy atractiva.

Este ‘armisticio’ llega tras una pugna que en determinados momentos levantaron asperezas entre ambos regidores a tenor de la Capitalidad Cultural 2031. Hace apenas un año, en diciembre de 2018, Francisco Cuenca tras conocer que Burgos presentaría su candidatura a la capitalidad, les deseó suerte aunque finalizó la intervención advirtiendo de que lo tendrían “muy complicado”.

Al alcalde le pareció en ese momento muy normal que otras ciudades se vieran atraídas también por la proyección que conlleva convertirse en Capital Europea de la Cultura, aunque quiso dejar claro que Granada tenía ya una parte muy importante del recorrido y del trabajo previo hechos, pasos que Burgos no había ha dado aún.

Por su parte, desde Castilla y León, lanzaron su candidatura con cautela, reconociendo que pese a tener “los mimbres perfectos para avanzar”, con la experiencia previa de la candidatura de 2016 y el VIII centenario de la Catedral de Burgos, Granada ya les “llevaba un año y medio de ventaja”. Eso sí, recalcaban que si querían “hacer un proyecto sólido y competenten hay” había que empezar a trabajar ya.