Granada | Encuentros en la fase 1 de la desescalada

Una pila de besos y arrumacos

  • El primer día de la fase 1 de desescalada deja estampas emocionantes e inolvidables en la ciudad como la presentación de la recién nacida Jimena a la familia Sacristán Rodríguez

Ángeles García, la bisabuela de Jimena, sonríe mientras la coge en brazos.

Ángeles García, la bisabuela de Jimena, sonríe mientras la coge en brazos. / Alejandro Romera Medina / PhotographersSports

No pudieron ir a verla recién nacida, ni esperar impacientes en el interior del hospital horas antes de que llegara al mundo. No hubo ramos de flores, ni visitas inesperadas al Materno. El nacimiento de Jimena en pleno estado de alarma impidió a sus cuatro abuelos y a su bisabuela poder conocerla en persona. El primer día de la fase 1 de la desescalada ha dejado hoy estampas para el recuerdo como la presentación de la bebé de apenas 20 días a la familia Sacristán Rodríguez. Arrumacos, besos, brindis, sonrisas y ojos vidriosos se han fundido en un lunes que para muchos quedará marcado en el calendario como el primero que cogieron en brazos a su nieta y pudieron disfrutarla como se merece.

Queti Abuín, la abuela de Jimena, coge en brazos a la bebé. Queti Abuín, la abuela de Jimena, coge en brazos a la bebé.

Queti Abuín, la abuela de Jimena, coge en brazos a la bebé. / G. H.

"Un primer día de fase 1 para recordar. El encuentro ha sido emocionante. Un día feliz feliz. Estoy súper contenta. La niña ha estado todo el rato encima de mí callada en mi corazón. Parecía que me conocía. Muy buena. Me he puesto el despertador a las 8:30 y he perdonado dormir con lo que a mí me gusta", admite Queti Abuín. La abuela de Jimena llevaba mucho tiempo esperando este momento junto a su marido José Rodríguez. "Me he hinchado de darle besos y de peinarla con el cepillo. Han caído una pila de besos y de arrumacos", recalca.

"Ha sido una gozada. Hasta el abuelo (José Sacristán) se ha emocionado y mira que es duro. Teníamos un deseo muy grande de conocerla. Quería haberla visto recién nacida, pero debíamos ser responsable. Le dije a mi hijo de vernos hoy porque mañana trabajo. Llevo 14 días sin trabajar. Si pasa cualquier cosa o pillo el bicho siempre hay espacio para que se muera", explica Queti Román, la abuela de Jimena, mientras los demás picotean pipirrana y brindan con cerveza y tinto de verano. "He duchado hasta el perro y le he lavado los dientes. Todos estamos arreglados para la ocasión", afirma orgullosa.

Para Román, hoy es "un día grande y especial; como si celebráramos la patrona de Zaragoza, la de mi pueblo, la Virgen del Pilar". "Trabajo en un hospital de crónicos. Allí se mueren hasta cinco personas en una noche. Soy dura. No soy de lágrima fácil. Cuando me la presentaron por videollamada el vello se me erizó, se me saltaron las lágrimas y las palabras no me salían de la boca", recuerda. La abuela recibió la noticia del paso a la fase 1 el viernes como "la mejor que podía haber escuchado".

"Espero la siguiente para poder cambiar de provincia y ver a mi otra nieta. A nivel económico, por suerte, no tenemos ninguna preocupación. Nuestros hijos no están en situación de ERTE en sus empresas. Incluso tienen más trabajo del que deben. A nivel familiar, lo he pasado muy mal porque yo quería seguir el último mes de embarazo de Irene (la madre de Jimena). Me hubiera encantado ir con el abuelo y mi madre a Maternidad. Son deseos que por las circunstancias no han podido realizarse", se lamenta.

Queti Román luce una enorme sonrisa mientras sostiene a su nieta. Queti Román luce una enorme sonrisa mientras sostiene a su nieta.

Queti Román luce una enorme sonrisa mientras sostiene a su nieta. / Alejandro Romera Medina / PhotographersSports

"Yo ya me puedo morir tranquila después de conocer a mi bisnieta"

Queti, cada vez más emocionada, revela que su madre lleva enferma de corazón más de 40 años. "Todas las Navidades brindamos por si es la última. Ella siempre busca una cosa que sea su aliciente para seguir. Su aliciente actual es la bisnieta. "Me da lo mismo lo que pase, con tal de conocer a mi bisnieta yo ya me puedo morir tranquila", me dice. Ni se preocupaba del coronavirus ni de que lo pudiera coger. Para ella conocer a su bisnieta era el objetivo vital. Ha decidido ahora que, como ya la ha visto, ya la ha tocado y la ha cogido, si dura hasta su comunión no pasa nada. Está enloquecida con ella", relata mientras suelta una buena carcajada.

La bisabuela, entre el asombro y la felicidad, al conocer a la pequeña. La bisabuela, entre el asombro y la felicidad, al conocer a la pequeña.

La bisabuela, entre el asombro y la felicidad, al conocer a la pequeña.

Al rato, Ángeles García, la bisabuela de Jimena, atiende al teléfono. "Este día se me va a quedar grabado. Tenía muchas de conocer a la pequeñilla. Sólo la he visto por la tablet. Cuando la he visto en persona he pensado: "Qué guapa es". Al natural me gusta más. Al fotógrafo le he dicho que no saque bien en con su cámara porque las imágenes tienen que ir hasta Zaragoza, Sevilla y Calatayud", cuenta esta bisabuela de 90 años con un desparpajo y una lucidez que ya quisiera más de uno a su edad.

Érase una bisabuela a una tablet pegada

Al ser tan mayor, Ángeles pensaba que podría coger el bicho y no ha salido todavía ni a coger las cartas al buzón de la puerta. Entre sus deseos está darse un paseo en la calle e ir a misa. Aún así, la bisabuela ha podido estar en contacto con la familia gracias a las nuevas tecnologías. "Mis nietos me han regalado una tablet. Ya le voy cogiendo el gustillo", afirma.

La bisabuela lleva 40 años operada de corazón. Tiene, dice, "dos válvulas de esas inoxidables" y le han puesto tres marcapasos. "La última vez que estuve en el médico me dijo: "Nos vemos en dos años". Y le contesté: ¿Cuánto quieres que dure?", recuerda mientras se echa a reír. "No pensaba ver a otra bisnieta, ya que había conocido a una. He tenido la suerte de poder verla. ¿Qué más quiero? ¡Que venga lo que dios quiera, que a mis 90 años qué más puedo esperar!", exclama.

¿Qué consejo le gustaría dar en estos tiempos? Ella, muy sabia, muy templada, responde: "Nacemos para morir. Y resulta que la suerte que tenemos es que no sabemos cuándo nos va a llegar. Lo mismo se muere uno joven que uno mayor. Lo normal es que nos vayamos los que tenemos 90 años. No como el hijo de la Obregón. ¡Jesús, qué precioso era! Y sin remedio. Eso es una pena. Las personas mayores nos tenemos que morir un día. Con tal de que me coja en buen momento y no haga sufrir a los que tengo a mi alrededor me conformo", se despide la bisabuela, que guarda la friolera de 40 libretas donde apunta las cosas que no quiere olvidar como los santos o los cumpleaños. Lo de hoy, por supuesto, lo anotará en el cuaderno.

Parte de la familia Sacristán Rodríguez reunida. Parte de la familia Sacristán Rodríguez reunida.

Parte de la familia Sacristán Rodríguez reunida. / Alejandro Romera Medina / PhotographerSports

La bisabuela, la madre y la abuela posan en una imagen para el recuerdo. La bisabuela, la madre y la abuela posan en una imagen para el recuerdo.

La bisabuela, la madre y la abuela posan en una imagen para el recuerdo. / Alejandro Romera Medina / PhotographersSports

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