El sol, que acompañó durante todo el puente, no quiso faltar a la cita del 3 de mayo. El ambiente festivo se dejaba ver en todas las calles de la ciudad, donde los trajes de flamenca y el sonido de las sevillanas protagonizaba un domingo que iba a ser más largo de lo habitual para los que decidieron salir a festejar las cruces.

Aunque durante la tarde del sábado ya se había dejado notar el ambiente festivo, el comienzo oficial de este Día de la Cruz 2009 fue a las 12:00 horas, con la lectura del pregón a cargo del bailaor Manuel Santiago Maya , 'Manolete'. Este albaicinero que nació en 1945 en las cuevas del Sacromonte, donde se crió junto a su abuelo y sus hermanos, comenzó a bailar a los 7 años.

En su discurso hubo lugar para el agradecimiento por la invitación del Ayuntamiento y para recordar los orígenes de la fiesta, el colorido y la alegría que representan las cruces, la música y el baile que las acompaña. Pero también hubo lugar a la crítica de todos aquellos que durante algunos años utilizaron la fiesta como excusa para convertir la ciudad entera en un botellódromo, "esos días grises que daban la peor imagen de Granada ya pasaron afortunadamente y hemos vuelto a la fiesta tradicional".

Estas "obras de arte", como las denominó Santiago Maya, son las protagonistas de una fiesta, a la que la gente les da el ingrediente para que sean una de esas celebraciones populares en todos los sentidos de la palabra.

Tras la lectura del pregón, llegó el momento de que los premiados recogieran de manos de las autoridades locales sus galardones -bien merecidos por el trabajo bien hecho-. Y como ya es casi una tradición, la ganadora en la modalidad de plazas y calles, fue la cruz de Plaza Larga, en el Albaicín, un montaje en el que al trabajo de los vecinos se une un entorno, casi inmejorable, que le da ese encanto, difícil de superar año tras año.

Uno a uno fueron recogiendo su placa los ganadores, para lucirla con "orgullo" en sus cruces. Más allá del dinero que obtienen está el reconocimiento a su labor. Para los que no consiguieron ningún galardón, el alcalde de la ciudad, José Torres Hurtado, tuvo palabras de agradecimiento y ánimo, ya que con o sin premio todas forman parte de la fiesta y la hacen posible.

Los políticos y los asistentes se unieron al resto de la gente que ya empezaba a llenar las calles. Hasta las tres de la madrugada la música y el bullicio serían los protagonistas de la jornada. Si bien muchos de los visitantes fueron abandonando la ciudad a lo largo del día, no faltaron los que quisieron disfrutar de las cruces y los granadinos, que fueron muchos, que decidieron pasar la mañana o la tarde del domingo entre las terrazas de los bares y las cruces de los patios y plazas de toda la ciudad.

Las familias paseaban por las calles, con un ambiente casi veraniego, y es que las cruces son de esas celebraciones de las que pueden disfrutar desde los más pequeños hasta los mayores, cada uno a su ritmo.

Torres Hurtado, por su parte, se mostró "encantado" con la acogida que un año más ha tenido la fiesta, con el enfoque tradicional por el que se ha apostado durante los últimos tres años. Además, destacó que los más jóvenes también disfrutaron de la celebración y felicitó a la ciudad y a todos los que han hecho posible que el Día de la Cruz "vuelva a ser lo que siempre había sido".

La alegría fue la tónica de una jornada, en la que, como siempre ocurre cuando hay una celebración de este tipo, la gente se olvida, aunque sea por un rato de todos los problemas que normalmente les afectan. Parece que hay tradiciones que resisten cualquier situación. Con una cervecita, una salaílla y unas habas frescas, las penas son menos y así se dejó sentir durante todo el día por las calles de una ciudad que como cada año se vistió de fiesta para celebrar unas cruces que para los granadinos forman parte de su tradición.

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