Granada

Granada reduce el abandono escolar

  • Una cuarta parte de los alumnos dejan los estudios al acabar la ESO

  • Antes de la crisis la cifra superaba el 36%

  • El paro es del 50% entre los granadinos que sólo han cursado la enseñanza obligatoria

Si algo ha quedado claro tras la reciente crisis es que la formación resulta imprescindible para mantenerse en el mercado laboral cuando llegan épocas de vacas flacas. Quienes a principios de este siglo dejaron los estudios para comenzar a trabajar en el sector inmobiliario, en el que se ofrecían suculentos sueldos a empleados con una enseñanza básica, han comprobado que esta opción es la más frágil cuando surgen vaivenes económicos como el sufrido recientemente. El aula se convierte, de este modo, en un sólido refugio y en la mejor arma para lograr un trabajo. Este cambio de mentalidad explica la reducción del abandono escolar que ha experimentado la provincia de Granada durante los últimos años. Una merma que, no obstante, resulta aún insuficiente para alcanzar la media española.

Desde 2011 hasta 2017 la estadística educativa ha mejorado en Granada. Bastante, a tenor de los datos aportados por los Indicadores del Sistema Educativo en Andalucía. Esta información comenzó a publicarse en una época en la que la calidad de la enseñanza pública andaluza estaba en entredicho. Las distintas pruebas internacionales que se practicaban -como el famoso Informe Pisa- sonrojaban a los dirigentes autonómicos. Se pusieron de inmediato en marcha distintas medidas para mejorar los números. Un esfuerzo que habría de verse reflejado en la estadística, de ahí que cada año se publique el citado indicador, que aborda numerosos aspectos del sistema educativo.

Para valorar el avance hay que recurrir a diversos parámetros. El informe abarca desde Primaria a la enseñanza superior. No obstante, para un análisis más riguroso conviene centrarse en la ESO, la etapa más crítica de los estudiantes y la que determina el fracaso escolar. El primer indicador se refiere a la esperanza de vida, es decir, la edad media hasta la que permanece un alumno en las aulas desde que accede con seis años, cuando comienza la enseñanza obligatoria. Pues bien, en 2011 este dato quedó fijado en los 13,4 años, por encima de la media española y de la andaluza. En 2017 se redujo a 11,8 años, justo en la media andaluza. No obstante, esta información resulta ambigua, ya que habla tanto de repetidores como de un abandono temprano, por lo que no resulta demasiado fiable.

Por tal motivo, conviene acudir a los datos sobre abandono escolar, referentes a los estudiantes que, acabada la ESO, no continúan en el sistema de enseñanza posobligatorio. Aquí es donde se registra el principal avance. En 2011 el 36,7% del alumnado sevillano dejaba la formación al concluir la etapa obligatoria. El año pasado esta cifra era del 25,7%, una cuarta parte, lo que a la postre supone una reducción de 11 puntos en seis años. Este último porcentaje se sitúa por debajo de la media andaluza (27,7%) y tres puntos por encima de la española (21,9). El más bajo porcentaje de abandono se logra en Córdoba, con un 26,5%.

De estos datos se concluye que ha aumentado el número de jóvenes que continúan en las aulas al terminar su formación obligatoria. Una tendencia que no sólo es única de Granada, sino de todo el ámbito nacional, y que viene motivada por la crisis financiera tan severa que se vivió a finales de la pasada década y a principios de la actual, lo que provocó una sangría de paro que redujo las expectativas laborales de los estudiantes. Ante la falta de trabajo, la mejor opción ha sido continuar estudiando para configurar un perfil más especializado y con el que abrirse más puertas.

A consecuencia de lo anterior, conviene destacar los cambios registrados en las tasas de graduación de las enseñanzas posteriores a la ESO. Hace siete años el 45,3% de los jóvenes granadinos con 18 años estaba graduado en Bachillerato, un dato en el que destaca el protagonismo de las mujeres, con una tasa del 52,5%, frente al de los hombres, con el 38,5%. La cifra colocaba a la provincia granadina mínimamente por debajo de la media española, situada en el 45,6%. El pasado ejercicio el número de graduados en la enseñanza preuniversitaria ascendió al 57,3%, esto es, 12 puntos más, lo que evidencia el cambio de tendencia en la mentalidad de los jóvenes, que ahora permanecen más tiempo en los centros de enseñanza. De nuevo aquí las mujeres siguen predominando, con una tasa de graduación que roza el 64,3%, frente a la de los hombres, del 50,7%.

También es digno de destacar el aumento en las graduaciones en ciclos formativos (FP) de grado medio, que se han consolidado este tiempo como la herramienta más útil para una rápida inserción laboral. En 2011 el porcentaje de jóvenes granadinos que obtenían este título era del 17,3%. En 2017 se llegó al 23,9%. Si a principios de la década las mujeres partían con clara ventaja (el 20,4%) sobre los hombres (14,4%), ahora esta diferencia es mínima, por lo que ambos sexos se encuentran muy igualados (23,4% y 24,4%, respectivamente), lo que constituye otro claro síntoma de que las enseñanzas posobligatorias se han convertido en una vía muy demandada por los hombres, una tendencia contraria a lo que sucedía en pleno auge inmobilario, sector en el que los varones adquirían especial protagonismo en los empleos.

La reducción del fracaso escolar se ve motivada por una dura realidad laboral que otorga pocas esperanzas a quienes prescindan de estudiar o de conformarse con una formación mínima. Si esta aseveración resultaba contundente antes de los años más duros de la crisis, tras salir de ella se ha convertido en una afirmación que no deja lugar a dudas. Ahí están los indicadores que lo demuestran: el 50% de los granadinos sin estudios de Secundaria están en paro, un porcentaje que llega al 40% en los que han cursado la ESO y al 33% en los que han estudiado el Bachillerato y la FP. El desempleo sólo afecta al 21% de quienes se han graduado en la enseñanza superior. Todos estos porcentajes han crecido de forma considerable en lo que llevamos de década, especialmente entre quienes sólo tienen la ESO.

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