Granada

Monitores con medallas de guerra

  • La Base Aérea de Armilla acoge un verano más el campamento de hijos de militares españoles y marroquíes que se celebra desde hace 24 años, de forma alternativa, a los dos lados del Mediterráneo

Una docena de militares del Ejército Español tienen este mes un cometido excepcional en Granada. Los doce han sido elegidos por una comisión especial que se reúne todos los años en Madrid. Los mandos se encargan de revisar méritos y seleccionar al pequeño equipo de hombres que mejor se adaptan al perfil requerido para esta empresa, que se lleva realizando desde hace 26 años. Casi como en aquella película de Arnold Schwarzenegger (Poli de guardería), el encargo consiste en ser los monitores de un campamento de verano en el que 80 hijos de militares marroquíes y españoles se lo pasarán en grande en la Base Aérea de Armilla.

El comandante Marín puede presumir de tener en su hoja de servicios 24 años de vinculación a este proyecto, del que es director en la actualidad. El "alma mater del campamento", como lo definen otros militares que han sido elegidos en varias ocasiones para esta empresa, está al frente de una de las misiones más humanitarias y silenciosas que están llevando a cabo el Ejército Español y el Marroquí.

Un grupo de 80 niños de entre 10 y 12 años son seleccionados cada año para disfrutar de este campamento que se celebra de forma alternativa en los dos países organizadores: un verano en España y otro en Marruecos. Y todas las vacaciones que vienen a España son acogidos por la Base Aérea de Armilla, que tiene un pabellón preparado para tal fin. El director del programa de intercambio comentó ayer que "han intentado llevárselo a otras ciudades, pero han visto que Granada es la adecuada".

Ayer el alcalde de la ciudad, José Torres Hurtado, se reunió con los menores de este verano en el salón de plenos del Ayuntamiento de Granada. Allí se encontró con el equitativo censo infantil que, con independencia del país en el que se celebre, se aplica todos los años: 40 niños son de Marruecos y otros tantos de España -muchos de ellos hijos de militares españoles que están destinados en otros países-. Además de esta taxonomía geográfica hay una segunda de género: de esos 40, 20 serán niños y 20 niñas.

Por lo demás, y salvo un programa de premios o incentivos para motivar a los chavales, la disciplina castrense no tiene más presencia en este campamento de verano que en el resto.

Los niños duermen en el nuevo edificio del cuartel de la base de Armilla en habitaciones de cuatro -dos españoles y dos marroquíes-. La higiene personal y el orden son algunos de los hábitos que más se intentan fomentar en los niños, como explica el jefe de actividades, Luis Ortega, un militar que se encuentra destinado en Sevilla.

El soldado también les organizan muchas actividades deportivas. "Como hay muchos niños marroquíes que no saben nadar y en la base tenemos piscina, siempre aprovechamos para darles un pequeño curso de natación". Además, hay bastantes pequeños torneos de fútbol sala o de baloncesto. También se llevan a cabo competiciones con los típicos juegos de campamentos, como las carreras de sacos. Y algunos militares cambian el uniforme por la ropa deportiva para hacer de monitores de aeróbic para los niños.

Todas esas actividades dentro de la base se completan con un intenso programa de visitas guiadas tanto a la ciudad de Granada como a otras provincias cercanas. Por ejemplo, hay excursiones al parque acuático de la ciudad o a las playas almerienses. Y muchas otras salidas de tipo cultural.

El alcalde de Granada se ofreció ayer en su encuentro con los niños a agilizarles los trámites para cualquier visita "especial" que se planteen los monitores. Además les animó a adentrarse en el conocimiento de la ciudad. "Así, cuando volváis a vuestras respectivas casas, hablaréis muy bien de Granada, porque es una ciudad muy bonita".

Pero sin duda, el mejor recuerdo que muchos se llevarán será el recuerdo de las amistades con niños de otros países. "En algunos casos se han hecho amigos que duran toda la vida", cuenta el jefe de actividades. El único problema es que, tan bien se lo pasan, que quizás este año el próximo 25 de julio se repitan las escenas de llanteras porque se acaba el campamento.

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