1º de mayo

Multitudinaria reivindicación de los derechos laborales en Granada

  • Los manifestantes toman las calles del centro y gritan contra el PP pero apenas hay llamadas a otra huelga y en ocasiones la marcha resulta sosa. Muchos dirigentes del PSOE se suman a la convocatoria.

Asegura un refrán (bastante cursi, si hay que decirlo todo) que marzo ventoso y abril lluvioso hacen a mayo florido y hermoso. Ayer fue primero de mayo y el sol volvió a brillar después de tres días sin tener noticias de él. Un panorama precioso que invitaba a salir a la calle.

Es la sabia medida que adoptó muchísima gente, pero para lo que viene al caso, unas 12.000 lo hicieron para manifestarse, para celebrar un año más el Día del Trabajo. Que esta vez, dadas las circunstancias, se planteaba como una jornada más reivindicativa que de fiesta. Pero aunque hubo gritos, consignas e insultos contra el gobierno y sus acciones, tampoco es que se notara un especial ardor guerrero.

Esta vez no hubo batukada, ni apenas megafonía. Sí abundaron los silbatos y el inevitable Resistiré, a estas alturas convertido ya en el sustituto oficial del añejo La Muralla.

Hubo pancartas oficiales (la que abría la comitiva, con el lema Quieren acabar con todo. Trabajo, dignidad, derechos, otra justo detrás que ya se utilizó el pasado domingo y que ponía: Con la educación y la sanidad no se juega); mensajes con los que cualquiera estaría de acuerdo (como el que hacía votos Por un empleo decente) y reivindicaciones más selectivas, como la que demandaba un claro No a los recortes en el taller del Materno.

Y también algo parecido a los hombres-pancarta; personas con un peto encima del jersey en el que, por delante o por detrás, había una frase informativa, como un titular: 58.000 grandes dependientes menos atendidos, 7.000 millones menos en sanidad, 15.000 profesores menos...

El conjunto era llamativo, pero no bullanguero. Se diría que a ratos resultó hasta soso. Menos mal que de vez en cuando surgía un grupo coreando eslóganes más trabajados, como los de Equo y su pregunta, que así al pronto parece bastante lógica ("¿Si yo no lo he votao, por qué manda el mercao?") o los de Izquierda Anticapitalista, proclamando que "es mentira, sí hay dinero. ¿Quién lo tiene? Los banqueros" justo cuando pasaban por delante de uno de los muchos que hay en la Gran Vía.

Además de los sindicatos UGT y CCOO, claramente identificables por sus gorras y banderas, desfilaron muchos representantes de Izquierda Unida, entre ellos dirigentes como Manuel Morales, Mari Carmen Pérez y Paco Puentedura compartiendo pancarta (portando otra distinta, del PCE, estaba Julio Bernardo), y también bastante gente del PSOE: el ex alcalde de Atarfe Víctor Sánchez, el anterior regidor de Armilla Gerardo Sánchez (llevando en un carrito a un bebé milagrosamente dormido pese a tanto silbato que había alrededor), María José Sánchez, Teresa Jiménez, Clara Aguilera, José Antonio Pérez Tapias, Ángel Gallego, Antonio Cruz... Todos ellos a pelo, sin carteles ni pancartas.

Ni rastro, por supuesto, de dirigentes del PP, por los que hubo alguno que preguntó en tono de mofa (el "Dónde están, no se ven, los muchachos del PP" se está convirtiendo en otro hit indispensable en cualquier manifestación que se precie). Aunque más sangre hicieron algunos de un conocido banquero, a cuyo hijo le sugirieron que se pusiera a trabajar en una hamburguesería. Y sobre todo al presidente del Gobierno, de quien vinieron a decir que era una lástima que su padre no usara profiláctico el día que lo engendró (de muy mal gusto, la verdad) y al que le crearon una rima que probablemente no se cumplirá: "Rajoy, tirano, no llegas al verano".

A la una y cuarto de la tarde la cabecera ya había llegado a la Fuente de las Batallas y el primer orador, Ricardo Fuertes, gritaba rabioso un rotundo: "No van a poder con nosotros". Más atrás, los que llegaban desde Reyes Católicos se cruzaban con un buen número de turistas que vinieron a Granada a pasar el puente y que hasta ayer apenas pudieron pisar la calle por culpa de la lluvia. En la Alcaicería y la Plaza de las Pasiegas estaban a sus anchas. Allí no parecía el Día del Trabajo, sólo una jornada festiva.

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