No hay más que recordar las eternas polémicas políticas y empresariales en torno a la Alhambra para concluir que la gestión de un elemento patrimonial del calibre del monumento nazarí no es sencilla; que buscar el equilibrio entre la Alhambra como legado histórico y la Alhambra como centro turístico genera fricciones, problemas que aún no se han resuelto y muchos quebraderos de cabeza derivados de la obligación de conservar el patrimonio y la necesidad de adaptarse a la evolución constante del turismo.

Con todo, con sus más y sus menos, su sistema de cupos y sus desavenencias con según qué sectores, la Alhambra es uno de los mejores "laboratorios" de la gestión sostenible del patrimonio conjugada con una explotación turística responsable. Así lo aseguró ayer el catedrático de Geografía Humana de la Universidad Complutense de Madrid Miguel Ángel Troitiño durante la inauguración del curso sobre Capacidad de acogida y gestión de flujos turísticos en espacios patrimoniales organizado por la Alhambra y la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA), en el que recordó que "la rentabilidad turística del patrimonio puede ser un problema grave si no se gestiona bien".

Troitiño, director del curso junto a la secretaria general del Patronato de la Alhambra, Victoria Chamorro, fue más allá y aseguró que "el turismo es una amenaza para el patrimonio" si no está planificado", por lo que el gran "desafío" de sus responsables es asegurarse que su convivencia no acabe perjudicando al legado histórico que hemos recibido. "No tenemos derecho a destruir un patrimonio que hemos heredado, tenemos obligación de mejorarlo y conservarlo", indicó el catedrático de Geografía Humana.

Miguel Ángel Troitiño recordó además que la imposición de "límites" no es negativo ni para el sector económico ni para los visitantes, ya que garantiza una mejor experiencia de la visita, mucho más placentera que la que proporcionan monumentos abarrotados como la Basílica de Santa Sofía de Estambul. "En los sitios en los que se ha optado por políticas masivas, la experiencia del visitante es tremendamente negativa y eso a corto y medio plazo es negativo para el destino y para toda la ciudad", indicó el experto, que recordó que la Alhambra es el imán de los miles de turistas que visitan por primera vez Granada, y que de su experiencia dependerá en buena medida que la visiten por segunda, por tercera o por cuarta vez. Además, el límite de las visitas ha obligado a los flujos turísticos a distribuirse en el tiempo, lo que, a su juicio, ha permitido que "Granada no tenga prácticamente temporada baja", algo por lo que luchan todas las ciudades del mundo.

"La capacidad de acogida es una herramienta para gestionar mejor", indicó el experto, que recordó que la capacidad de la Alhambra "ya está al límite" y no puede crecer exponencialmente. Además, Troitiño reivindicó la gestión del patrimonio "en clave cultural" y no económica, haciéndolo accesible, por supuesto, pero sometido a medidas de conservación preventiva.

La secretaria general del Patronato de la Alhambra y codirectora del curso, Victoria Chamorro, explicó que precisamente por esa capacidad limitada y respetuosa con el patrimonio, el monumento está centrando todos sus esfuerzos en cimentar "un modelo de relaciones urbana y territorial que será la clave del futuro", colaborando con otras administraciones de la ciudad y la comunidad con productos como la Dobla de Oro, la Alhambra Otra Mirada o su participación en el Bono Turístico.

En la inauguración del seminario internacional, al que asiste más de medio centenar de expertos, también participaron la directora del Patronato de la Alhambra, María del Mar Villafranca -que recordó que "el turismo es necesario, pero no es la solución a los problemas del patrimonio"-, y vicerrector de Relaciones Institucionales con Empresas y Programas de Inserción de la UNIA, Juan de Dios Jiménez.