Granada

Patrulla a caballo por el Albaicín

Fue la primera máquina de la guerra, el emisario que llevaba un esperado mensaje de paz al otro bando y el culpable de que en Inglaterra se circule por el lado izquierdo. El uso del caballo se ha ido adaptando a los tiempos y su incorporación a los cuerpos de seguridad del Estado ha arrojado resultados de primer nivel.

La unidad de caballería de la Policía Local de Granada es un claro ejemplo de ello. Surgió hace unos años siguiendo la estela de los grupos de la Guardia Civil de Valdemoro y de la Policía Nacional de Sevilla y de Valencia.

Así lo explica el jinete José Antonio García, agente municipal de Granada que cuenta con un largo trayecto en estas labores. Según el responsable, la larga experiencia ha demostrado que "un caballo, a la hora de actuar con masa, hace el trabajo de 14 policías". Queda patente, por ejemplo, "en los grandes partidos de fútbol, donde nunca falta una unidad de caballería".

Entre las intervenciones más cercanas de la unidad granadina destaca su actuación en la celebración del partido del Barcelona en la Liga de Campeones. Los agentes nacionales tuvieron que actuar en la calle y la avalancha humana que se formó fue rota con los caballos de la Policía Local, que hizo que se dispersaron los grupos y facilitó el trabajo a sus compañeros.

La evolución del grupo granadino ha sido rápida y la Jefatura "cada vez invierte más medios" para fomentarla. La unidad está formada por cuatro jinetes y cinco caballos, uno de ellos de reserva. Para cumplir con la normativa en cuanto a la ubicación de los animales, la cuadra se sitúa en un picadero habilitado cerca de la Puleva, en el Camino del Purchil, concretamente en el Pago de Camaura.

Los agentes Carlos López, Francisco Palma e Ignacio Cascales son jinetes, aunque el guarnicionero que se encarga de mantener los caballos con cuidados específicos, que es Manuel Bolívar, está preparado para sustituirles si fuera necesario. Manuel controla que los herrajes estén bien, que el estado de los equinos sea bueno y que la alimentación extra de estos animales sea la adecuada. También los ducha, aunque José Antonio precisa que los propios agentes también se encargan de ellos porque "es bueno que tengamos contacto con el animal".

En la actualidad, el Cuerpo no sólo utiliza caballos para la representación y el protocolo en diversos actos, como se hacía hace años, sino que la unidad destaca hoy en día por su importante labor preventiva, de seguridad y patrullaje.

"Pasamos por sitios por los que casi no pueden transitar motos. Y acercamos mucho la Policía al ciudadano". Ese acercamiento es público y notorio en el Mirador de San Nicolás del Albaicín, donde los agentes Carlos López y Francisco Palma montan a Silencio y Albero ante la curiosa mirada de los visitantes. A primera vista se percibe que los caballos están muy acostumbrados a circular entre la gente y no podría ser de otra manera, puesto que patrullan en plena calle.

La prevención en este barrio, visitado por cientos de turistas cada día, y tan intransitable con vehículos, es esencial. Pero los caballos también se adentran en otros barrios periódicamente, como la Chana o el Zaidín. Hasta el punto que hace pocos días los agentes estuvieron en un colegio en el Cerrillo de Maracena.

"Hay grupitos en los jardines que fuman droga cerca de los colegios y el director del centro nos pidió que enseñáramos los caballos a los alumnos. Los compañeros fueron porque nuestro trabajo es la patrulla de barrio, acercarnos a todos los ciudadanos", explica José Antonio.

Al salir del picadero, los agentes aprovechan el trayecto desde la Vega a la ciudad para revisar la situación de diversos cortijos medio abandonados del perímetro. "En algunos hemos detectado plantas de marihuana y en esos casos hacemos un informe y se lo trasladamos a nuestros compañeros de la unidad canina o a la Policía Nacional si se cree conveniente para que hagan una investigación", afirma. La unidad también controla que no haya asentamientos, por ejemplo, en el Callejón de los Nogales, cerca de dos vaquerías, donde un grupo de rumanos intentó instalarse hace poco. También controlan "que no se use la Vega para consumo de droga", dado que hay colegios cercanos como el Arquería. Y, ya una vez en la ciudad, si los agentes se encuentran con un colapso de tráfico, lo regulan.

José Antonio apostilla que la unidad trata de "hacer el casco histórico de la ciudad, donde efectúa labor de policía turística" y sube mucho, sobre todo en esta época del año, a la Alhambra por la Cuesta de los Chinos. Según relata, esta vía era aprovechada el año pasado por un grupo de jóvenes para atracar a los visitantes. Gracias a esta prevención han desaparecido.

Pero los jinetes también visitan el Parque García Lorca, donde controlan el menudeo y lo denuncian a sus compañeros.

José Antonio García explica que cualquier caballo tiene una doma básica para que se pueda viajar en él. Lo esencial, precisa, es que el caballo sepa ir con el jinete a los tres aires: el trote, el galope y el paso. Pero, además, los caballos de la Policía Local tienen que acostumbrase a los ruidos. "Cuando observamos que el caballo tiene miedo a algo, cogemos a otro que no lo tenga para que le acompañe en esa zona en la que no se siente seguro. Los tocamos mucho e incluso nos metemos entre sus patas para que si un niño se acerca no dé coces. Aunque parezca que tienen la piel muy dura son muy sensibles", explica.

Los jinetes montan todos los días de la semana excepto alguno que se reservan para la doma en el picadero, dado que en la ciudad no se puede reforzarles las órdenes. "Tenemos que recordárselas, trabajarle los tres aires, muscularlos, reforzarles la doma. Cuando los relajamos aprovechamos para revisar los cortijos de la periferia de la ciudad" , indica.

Entre los atuendos especiales que presentan los animales en su uso para la Policía Local destacan el sudadero, que va debajo de la silla y que protege al animal del roce y el sudor. En el mismo hay un pequeño compartimento en el que los agentes llevan la radio, el boletín de denuncia y el resto del material propio de sus labores. Porque aunque el trabajo es de patrulla y prevención, en un momento dado si tienen que denunciar porque no hay patrulla cerca, cogen el boletín y se denuncia.

La formación que se requiere es saber montar. Así, los agentes proceden de escuelas de equitación. En Granada hay varias de prestigio y están tomando auge desde hace unos años. El vestuario de los agentes jinetes consiste en un pantalón de montar con protecciones para evitar roces, botas altas con las que efectuar las ayudas básicas (la comunicación con el caballo) y que incluyen una espuelita que no pincha y que se usa cuando la situación requiere un mayor empuje. El resto del vestuario es similar al de cualquier agente local: el polo, el cinturón, la fundas y los soportes para las pistolas.

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