Granada

El Triunfo: otra manera de vivir

  • Los 'okupas' de la primera corrala de Granada resisten pese a la orden de desalojo a la espera de que el banco les ofrezca una solución en papel Desean permanecer unidos en este edificio

Es sábado. Son las dos del medio día y en la Corrala El Triunfo esperan invitados. A la mayoría quizás ni los conocen, pero eso poco importa. Ellos han preparado una enorme paella para todo aquel que quiera pasar un buen rato en paz y armonía. Si el invitado trae niños, mejor que mejor. Han pegado carteles por toda la ciudad informando sobre esta fiesta. En esta corrala, la primera que se ha creado en la capital siguiendo el ejemplo de otras como las de Sevilla, viven un total de 12 familias con ocho niños, sus hijos. Así no es de extrañar que estén abiertos a que vengan otros pequeños para que todos pasen un rato agradable.

Viven así desde el pasado mes de noviembre, después de que la vida, la crisis económica y la falta de trabajo los dejara sin hogar, y de momento y aunque sobre este espacio pesa una orden de desahucio -el edificio es propiedad de la entidad bancaria Cajamar Caja Rural- no les va nada mal. "Yo vivía con mi novio, un amigo y mi hijo de cuatro años en un pueblo del cinturón", explica Noelia, una de las inquilinas de esta corrala. Sin embargo, la falta de trabajo provocó que este verano, tanto ella como su hijo se quedaran sin hogar, motivo por el cual, cuando un amigo les comentó la existencia de este edificio, no se lo pensó dos veces. Desde entonces vive feliz en una de las viviendas de este edificio situado en pleno corazón de Granada. "Me he traído todos los muebles, las mantas, los juguetes. Este es ahora mi hogar", remarca Noelia, que desea vivir aquí todo el tiempo que sea posible junto al resto de compañeros.

Sus vecinos de corrala opinan lo mismo. La vida les ha llevado por distintas circunstancias hasta este espacio donde sólo viven de forma independiente por la noche, pues el resto del día el edificio es un lugar compartido. "Casi todo lo que tenemos lo conseguimos mediante donaciones de organizaciones o de particulares. Así es como hemos conseguido tener lavadora o los hornillos para cocinar", explica Noelia, que dice que también comparten la comida que se adquiere mediante una cuenta común en la que cada uno pone lo que puede.

"Todos estamos parados, por lo que dinero en sí, no entra. Pero, por ejemplo, hemos puesto una sala común donde ofrecer cine a precios populares. Con ese dinero y lo que nos dan vamos tirando", relata mientras remueve una apetitosa paella. Un plato que ofrecen también a precios muy reducidos, pues quienes se acercaron ese día a este evento organizado por los vecinos pudieron comer paella por tres euros, bebida incluida, dinero que destinan para hacer las compras.

Daniel Ferri es otro de los inquilinos de esta vivienda en la que frente a otras formas de vivir más individualizadas, todos residen con las puertas bien abiertas. Él en concreto se dedica a la venta de productos veganos, pero de momento no ha conseguido ningún certificado que le permita extender su producción hacia mercados más amplios. Mientras llega o no ese documento, que ya ha solicitado en varias ocasiones, subsiste con lo que vende entre sus conocidos. Una actividad que le apasiona, pues según cuenta "siempre fui muy cocinillas". Él, al igual que Noelia, no podía hacer frente a las facturas mensuales, por lo que no lo dudó a la hora de venir a vivir aquí. Antes residía cerca, pero con lo que ganaba no le daba ni de lejos para pagar el alquiler, de 150 euros, por lo que ésta se ha convertido en la única forma de dormir bajo un techo.

Hace alrededor de dos meses la entidad bancaria propietaria de este edificio, Cajamar Caja Rural, les ofreció a estos inquilinos la posibilidad de mudarse a uno de los pisos que tiene vacíos en diferentes puntos de Granada a cambio de un alquiler social. Sin embargo, esta idea a ellos no les convence, pues según indican no quieren separarse. "La solución que nos da el banco es que nos realojemos en casas. Les hemos dicho que no nos vamos a separar. Se trata da una decisión tomada en asamblea porque pensamos que si no separamos y dejamos de ayudarnos y de vivir de forma colectiva, al primer mes que no podamos pagar el banco nos echará de casa. Si estamos juntos podremos hacer cosas para seguir adelante", expresan.

Por eso, ellos se muestran a favor de pagar un alquiler social pero para seguir viviendo en esta Corrala El Triunfo que se ha convertido en su hogar. El de ellos y el de todas aquellas personas que en estos momentos estén pasando por dificultades.

De hecho, el colectivo, que toma todas sus decisiones de forma conjunta y reunidos en asamblea, tienen incluso una serie de requisitos para quienes deseen incorporarse a la corrala. Aunque eso sí, de momento, todas las viviendas están ocupadas, por lo que si uno de los inquilinos decide marcharse su lugar será ocupado por otra persona que verdaderamente lo necesite.

El primer 'okupa' de este edificio fue Cristóbal Navarrete, que sí está denunciado. Más tarde se fueron incorporando el resto de los vecinos. La entidad bancaria alega que no pueden vivir en este espacio pues está en obras. De hecho a casi todos los pisos les faltan los suelos y algunas ventanas y en el patio, aún hoy, reposa una enorme grúa. "El 28 recibimos la notificación de desalojo", explica Juan Antonio López, natural de Huelva, que también reside en esta corrala. Él no tiene ingresos, pues al terminar un módulo de informática siempre ha estado parado, pero además está poniendo en esta corrala una "experiencia" en marcha: "Quería poner en práctica todos aquellos valores que siempre he defendido. El dinero no es tan importante y a base de favores todos podemos sobrevivir", pues, a su juicio, el sistema está corrupto y solo se puede comprender cómo es la vida sin dinero si se practica, por eso ellos ven la autogestión como una manera de vivir la vida.

Las últimas estadísticas publicadas por el Consejo General del Poder Judicial ofrecieron datos alarmantes. Sólo en Granada cada día tres familias pierden su vivienda por culpa de la crisis. Entre septiembre y enero del pasado año se han practicado 813 lanzamientos, lo que supone una media de 90 desahucios efectivos al mes en la provincia. Mientas tanto, sólo en Granada capital hay más de 23.000 viviendas vacías, o lo que es lo mismo, dos de cada diez están deshabitadas. Datos, cuanto menos, de escalofrío.

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