Granada

Las agresiones en centros sanitarios se disparan en un año con más de 70 casos

  • Los datos señalan que en 2017 hubo un 41,8% más de denuncias que en 2016, en el que se produjeron 55 casos

imagen de una de las concentraciones que tuvieron lugar el pasado año en la provincia de Granada.

imagen de una de las concentraciones que tuvieron lugar el pasado año en la provincia de Granada. / g h..

Tal y como ilustra la fotografía, en la provincia de Granada se han sucedido durante el pasado año numerosas concentraciones de sanitarios a las puertas de sus ambulatorios requiriendo más seguridad en sus centros y el cese de las agresiones por parte de usuarios. La violencia en los centros de salud se ha convertido en un problema que por su recurrencia el Sindicato de Enfermería (Satse) de Andalucía ha tenido que abordar con urgencia. Ahora, una campaña de sensibilización intentará paliar esta tendencia al alza bajo el lema #Stop agresiones.

Según los datos aportados por este sindicato, en Andalucía se registraron durante el pasado año un total de en la sanidad andaluza 1.115 agresiones, y de ellas, 285 físicas, un 38,35% más de este tipo que en el año anterior. Granada, pese a contar con los datos más bajos de la comunidad acusa un repunte de 21 casos más que el año anterior. En total, en 2017 se denunciaron 76 agresiones y de ellas, 30 fueron físicas. Esto representa un 41,8% más que en 2016. Además estos datos también reflejaban que las mujeres sufren mayor violencia en centros hospitalarios, siendo en 2016 un total de 39 agresiones contra mujeres y 16 hacia hombres.

Sevilla se sitúa a la cabeza del ranking con 242, seguida de Málaga con 221 denuncias

Estos datos se acercan peligrosamente a los más preocupantes de los últimos ejercicios. En 2015, se contabilizaron hasta 96 agresiones en centros de salud de Granada y provincia. En 2016, estas cifras lograron reducirse en un 55%, dato que llama especialmente la atención, puesto que el 2017 la violencia física y verbal volvió a multiplicarse.

Las cifras granadinas no hacen sino reflejar la gravedad de la situación de violencia en la sanidad a nivel andaluz. Según alerta Satse, en los últimos años se está produciendo un incremento de los actos violentos dirigidos contra profesionales de la sanidad andaluza mientras trabajaban. Tanto es así que se ha pasado de los 935 casos registrados en 2015 a los 1.115 entre agresiones físicas y verbales contabilizados en 2017, un 19,25% más.

Para Satse, es de especial gravedad que el mayor incremento se registre en las agresiones físicas, que en este periodo han crecido en cerca de un 40%, pasando de las 204 víctimas en 2015 a las 285 en 2017.

Sevilla se presenta como la provincia en la que más agresiones se denuncian por parte de sanitarios, 242 (67 de ellas físicas), seguida de Málaga con 221 y el mayor número de agresiones físicas, con 83; Córdoba, con 145 (28 físicas); Cádiz, con 128 (25 físicas); Jaén, con 125 (10 físicas); Huelva, con 95 (12 físicas); Almería, con 83 (30 de ellas físicas).

A la luz de los datos, el sindicato ha puesto en marcha una nueva campaña que pretende denunciar el problema que sufren los profesionales de la sanidad en Andalucía y subrayar la corresponsabilidad que tienen ciudadanía, administraciones públicas, empresas sanitarias privadas y profesionales, para acabar con las agresiones físicas y verbales, campaña que sigue la línea de la iniciada en 2005 bajo el lema La agresión no es la solución.

En este caso, la nueva campaña de Satse, con el lema #Stop agresiones. Nada justifica una agresión, contempla la distribución de distinto material informativo en todos los centros sanitarios. Andalucía en una primera tirada serán 6.000 carteles, 25.000 folletos y 27.300 pegatinas. También se difundirá a través de vídeos, redes sociales, medios on line y medios de comunicación en general.

Todas las acciones previstas buscan sensibilizar a los ciudadanos sobre la necesidad de que se mantenga, en todo momento, una relación de respeto entre profesionales, pacientes y familiares; asimismo, se recordará que los problemas y carencias que pueden llegar a sufrir pacientes y familiares no son responsabilidad del profesional, el cual también los sufre y hace todo lo posible para que no se vea afectada la calidad de la atención sanitaria.

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