A veces los periodistas recurrimos a pequeñas trampas: si hay que ilustrar un reportaje sobre el funcionamiento de tal o cual establecimiento y no hay nadie allí en ese momento (un ejemplo claro y sangrante es una tienda de discos, sitios a los que últimamente no va apenas nadie), se puede tirar de un extra; alguien que pasa por allí, o el mismo redactor de espaldas y debidamente camuflado, que se hace pasar por cliente. Da el pego.

En el consultorio de Sierra Nevada es posible que se hubiera tenido que recurrir a un extra en pleno verano, pero ayer, desde luego, no hacía falta. Entre finales de noviembre y principios de mayo, cuando la estación invernal está funcionando, no le faltan usuarios. Y menos en pleno puente de diciembre, con las pistas a pleno rendimiento. "Ahora mismo hay entre quince y veinte pacientes y sólo estamos dos médicos para atenderlos, estamos desbordados", resume una administrativa a eso de la una de la tarde, en plena hora punta. No puede decir nada más, está ocupadísima. Allí hay en esos momentos personas con fracturas y también alguno que ha sufrido un corte con la cuchilla de una tabla.

Se trata de un pequeño centro de salud con un doble uso: a lo largo del año atiende a personas que viven en la estación de Pradollano, en Monachil y en pequeños núcleos poblacionales de las cercanías. En los aproximadamente cinco meses de actividad en la nieve, se preocupa también de los usuarios de las pistas que se ven obligados a visitarlo tras sufrir algún percance. Hay en torno a 200 visitas cada fin de semana.

El horario del consultorio se adapta al de los esquiadores: si entre junio y octubre funciona sólo por las mañanas, el resto de los meses lo hace hasta que las pistas cierran. Y cuando se programa esquí nocturno, el consultorio está abierto por lo que pueda pasar.

La asociación de ideas es casi automática: esquí, percance, huesos rotos. Por eso no tiene nada de extraño que cuente con una sala específica de radiología, para hacer las placas que determinen la gravedad del asunto, y otra para la colocación de escayolas. Hay también tres consultas médicas, atendidas por otros tantos doctores y enfermeras (normalmente son dos, pero se refuerza con un tercer turno en ocasiones puntuales, como este puente), otra sala para curas y una más para reanimación cardiopulmonar, reservada para casos de accidentes muy graves.

Que son muy pocos, aclara el delegado de Salud de la Junta, Higinio Almagro, que ayer giró visita al consultorio. "En la temporada pasada, de las 10.125 asistencias, sólo 150 fueron derivadas a hospitales de Granada", resume.

Por si acaso, el centro está bien preparado. Hay ambulancias para los traslados, disponibles las 24 horas del día y, llegado el momento, puede contar con el apoyo de un helicóptero que facilitaría la evacuación. No es un hospital, ni tampoco un Chare, pero el paciente puede estar seguro de que ha caído en buenas manos.

"Es un equipo joven, concienciado, satisfecho de su trabajo y experto en las patologías que trata", resume Higinio Almagro, que aporta otro dato importante: es el único consultorio público cercano a una estación de esquí. "En las demás, tanto en España como en otros países, lo que hay son clínicas privadas", matiza.

Y hablando de ese tipo de atención médica, el delegado desliza otro dato para recalcar lo bien que funciona el consultorio. "A la iniciativa privada se le podría haber ocurrido abrir algún centro médico por aquí, pero sin embargo nadie lo ha hecho, lo cual es señal de que los de aquí lo están haciendo muy bien". Y ya entregado a la causa, remata: "El que dependa de los servicios de estos profesionales puede sentirse seguro, serán sus ángeles de la guarda. Hombre, lo suyo sería que no tuvieran que trabajar porque eso significaría que no hay percances. Pero podemos estar seguros de que, si lo hacen, lo harán muy bien", concluye.