Guardia Civil

30 años en femenino plural

  • Nuria Roldán, Mari Ángeles Ruiz y Mari Carmen Ruiz son tres granadinas que fueron pioneras en el Cuerpo

  • En el año 1988 ingresó en la Academia la primera promoción que admitió mujeres

Nuria, a la izquierda, Mari Ángeles, en el centro, y Mari Carmen, a la derecha.

Nuria, a la izquierda, Mari Ángeles, en el centro, y Mari Carmen, a la derecha.

Nuria Roldán (Granada, 1970), María de los Ángeles Ruiz (Granada, 1965) o María del Carmen Ruiz (Granada, 1970). A priori, puede parecer simplemente el nombre de tres mujeres. Sin embargo, se trata de tres granadinas que hace ahora tres décadas hicieron historia en España: las tres formaron parte de la primera promoción de la Guardia Civil que admitió la inclusión de la mujer.

Corría el año 1998 cuando se promulgó el Real Decreto-Ley número 1 de 22 febrero, norma que permitió que por primera vez la mujer pudiera formar parte de la Benemérita. Hijas de militares y guardias civiles, con "vocación absoluta" por los uniformes, Nuria, Mari Ángeles y Mari Carmen fueron tres de las 197 mujeres que en septiembre de ese año abrieron un camino hasta ahora 'prohibido' para el sector femenino de la población española: ser agente de la Guardia Civil.

Compaginar la maternidad con el trabajo, una de las principales dificultades

"Las primeras mujeres que entraban en la Academia de Baeza...", rememoraban las tres con nostalgia, a la par que admitían que, pese a la "ilusión y el orgullo" con el que llegaron al Cuerpo, fueron muchos los retos a los que tuvieron que hacer frente tanto a su llegada, como a lo largo de estos 30 años.

"Todo estaba preparado para hombres", explicaba Mari Ángeles, quien actualmente se encarga del área de Violencia de Género en uno de los puestos de la Guardia Civil en la provincia; mientras que Mari Carmen, que está destinada en la Central Operativa de Servicios -se encarga de gestionar los servicios que están en la calle, prestar apoyo telemático y gestionar las llamadas de los ciudadanos- relataba como anécdota que cuando ingresaron en el Cuerpo, hasta a la hora de ir al baño tenían dificultades ya que "los urinarios eran de pared". O incluso contaba cómo la primera vez que le tocó formar fila, lo hizo totalmente sola mientras el resto de agentes masculinos lo hicieron juntos "porque aún no sabían bien cómo gestionar la inclusión de la mujer en el Cuerpo". Y es que "incluso los compañeros se asomaban" al verlas pasar, porque "era la novedad", comentaba Nuria, que trabaja en el Servicio de Información y se encarga de gestionar la lucha antiterrorista.

A los retos de las infraestructuras de entonces, también se sumaban los de la vestimenta: una falda con tacones, que suponía todo un reto para ellas. "Como uniforme nos dieron una falda de tablitas, con una camisa gorda, porque todo era ropa de invierno, y taconcitos. Un día me mandaron a Almería, en verano, a 50 grados, a ayudar marroquíes en el puerto. Había unas vallas de donde estaban ellos con los vehículos y nosotros nos encontrábamos en la parte donde ellos entraban al barco. De repente, se formó un jaleo, empezaron a saltar las vallas y los compañeros fueron corriendo, y claro, yo con la falda que no me la podía subir para arriba, los tacones, una camisa gorda con el calor que hacía... Pues es que ni podía moverme...", se sinceraba Nuria rememorando uno de sus primeros servicios. Mientras que Mari Carmen confesaba cómo cuando fue destinada en Toledo, tuvo que "solicitar por escrito poder llevar pantalones para hacer frente al frío".

Además de ello, pese a que habían abierto una gran puerta para el sector femenino, aún quedaba mucho camino por recorrer. "Durante los primeros años, cuando teníamos que prestar servicio en la cárcel, no podíamos hacerlos todos. Sólo podíamos hacer la entrada", explicaba Nuria, algo a lo que Mari Carmen añadía cómo también había cierta reticencia incluso para que fuesen ellas quienes condujeran el coche patrulla.

Sin embargo, poco a poco la Guardia Civil fue modernizándose. Eso sí, más rápido que la sociedad en general, que de primeras se sorprendía cuando eran ellas, bien uniformadas como agentes, quienes los atendían. Mari Ángeles contaba cómo "una vez me llegó un hombre muy mayor. Yo estaba vestida de guardia y él me explicó que venía a poner una denuncia y que quería hablar con un guardia civil. Entonces le dije, sí, pues dígame, y me dijo: no, no, yo lo que quiero es hablar con un hombre, no con usted…". O te decían, "o hablar con un hombre o con tu marido", apostilló Mari Carmen. "Incluso nos han llegado a decir tú no me tocas porque eres una mujer", admitía Mari Ángeles. Además de haber recibido frases como "las mujeres sólo servís para fregar, qué haces tú aquí".

Pero sin duda, uno de los mayores retos estaba en la maternidad. Y más en sus casos, ya que las tres están casadas con guardias civiles y eso significaba tener que estar "una en una punta del mapa, y el otro en la otra".

En el caso de Mari Ángeles, mientras que su marido estaba destinado en San Sebastián y ella prestaba en la Costa, nació su hija mayor y durante dos años, tuvo que enfrentarse "totalmente sola" a la maternidad: "Tenía un bebé de cuatro meses y estaba sola porque mi familia estaba aquí, en la capital. Por entonces no había guarderías que abriesen temprano y tenía que encontrar quien cuidase de mi niña desde las seis de la mañana hasta dos de la tarde, por ejemplo, o incluso toda la noche. Y eso contando con que los turnos no se alargasen por cualquier motivo y que entonces tuviese que contar con otra persona más para cuando la chica que tenía acababa las horas que le correspondían".

En el caso de Nuria, la mayor dificultad residía en sus horarios: "Por entonces no había fijos. Te llamaban a las dos de la mañana y tenías que salir corriendo, buscar a quien dejar los niños... Yo no tenía horario, porque había veces que me podían llamar a cualquier hora, y tampoco sabía cuándo iba a volver. Era muy duro". Mientras que Mari Carmen contaba cómo cada día tenía que irse "con una maleta a trabajar": "Estuve destinada en un sitio durante mucho tiempo, como escolta de una autoridad militar y viajaba bastante. Todos los días tenía que irme a trabajar con una maleta porque a lo mejor llegaba y me decía que nos íbamos a Madrid. Entonces a veces no sabía el plan que había, y yo ahí ya era madre. Lo llevaba con mucha pena porque mi hija a mí me llamaba por mi nombre, y a mi madre, que era quien la cuidaba, le decía mamá porque a mí casi no me veía. Por eso cuando pude cambié de destino. Y creo incluso que mi segunda hija vino casi por el espíritu santo, porque es que veía muy poco a mi familia".

Si algo admiten las tres es que sus madres "también son guardias civiles", porque han sido grandes apoyos para que hayan podido compaginar su trabajo y su vida familiar. Por ello, las consideran "una parte importante de ayuda para poder abrir este camino de la mujer en la Guardia Civil".

El Cuerpo hoy cuenta con más facilidades y con planes de conciliación familiar, pero en su época tuvieron que elegir: el acenso o la maternidad.

"Las tres somos guardias. No somos ni cabo, ni sargento… Yo, al ser de la primera promoción, sí que me preparé para cabo", indicó Nuria, que admitió que cuando vio que lo estaba aprobando todo, dijo "¿dónde renuncio? Había que elegir o maternidad o ascender".

Uno de los motivos que propician este tipo de rechazos a escalar puestos dentro del Cuerpo es, como indicó Mari Ángeles, que "cuando se consigue un ascenso en la Guardia Civil, se cambia de destino. Eso implica tener que irte a otra provincia y dejar lo que tienes aquí".

El resumen es, como confesó Mari Carmen, que por entonces había que escoger: "Tuvimos que elegir y decantarnos por lo fácil" quedarse como estaban, sentenciaron. Sin embargo, si ahora les tuviesen la posibilidad de ascender, tampoco lo tendrían tan claro. "El ascender implica cambiar de especialidad, y yo no me quiero ir de Información", explicó Nuria, una opinión que comparte Mari Ángeles porque le "encanta" su trabajo; mientras que Mari Carmen confesaba que, si pudiese ascender y quedarse donde está, lo haría sin duda".

Ellas tuvieron que iniciar una senda que hoy se hace "más sencilla" recorrer, pero si algo tienen claro es que volvería a elegir el mismo camino: ser agentes de Guardia Civil. Se trata de un testigo que recogieron de sus padres y que en unos años entregarán a sus hijos, quienes o ya se están formando en la Academia, como es el caso de la hija de Mari Carmen y el hijo de Nuria, o empiezan esta misma semana a hacerlo, como le ocurre a la de Mari Ángeles. De ello se sienten "orgullosas", pero sobre todo "satisfechas", porque como bien explicó Mari Carmen, "haberle abierto el camino a mi hija en el gremio es algo que llena de satisfacción".

Por todo ese recorrido, este año, junto a los galardones que ya lucen en sus uniformes, contarán con uno más: el que las homenajea por llevar tres décadas al servicio de la Benemérita. Sin embargo, para ellas las medallas son "algo secundario", porque su mayor satisfacción es "culminar bien una operación", algo que demuestra, una vez más, la vocación de servicio que abanderan desde hace 30 años y que esperan, según confesaban entre bromas, hacerlo "treinta años más".

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