Javier de Teresa

"No basta con la Alhambra, falta peso político en los grandes centros de poder"

  • Cuarenta años entregado a la Medicina, humanista como los de la Edad Media, con fama de ser un hombre de consenso, de orden, meticuloso, incansable

Javier de Teresa Galván. Médico. Presidente del Colegio de Médicos de Granada y de Andalucía. Humanista como los de la Edad Media, por los muchos frentes que la vida le tiene abiertos y le interesan sobremanera. Y persona. Como me gusta terminar, más de esto que de todo lo demás.

Por cierto, Feliz Año a todos. Y a nuestros compañeros de Tertulia. De Javier, y de un servidor.

Nueve de la noche. Nunca se retrasa, por mucho que la tarde haya sido pesada en el Colegio, en la consulta o en sus obligaciones familiares. Para todo tiene tiempo. Permanece en el rigor del traje azul marino, de la camisa blanca, aunque la corbata la deja en casa para este menester. "Elegantes pero informales", nos dice en el Whatsapp a quienes compartimos honor y tertulia con él. Paradojas: tertulia del Sevilla que, por rigores que no vienen al caso, ahora es de Las Tinajas. Grandes anfitriones Juan Luis y Pepe. Ambos hoy comparten mesa.

En la tertulia le llamamos el jefe. Que nadie se engañe: lo es. Le hubiera encantado ser menudo y fibroso. No pudo ser, mal que le pese. La naturaleza divina, cada vez más humana por eso de la estética, el bótox y el ácido hialurónico. Quizá en eso le gane su hermano Carlos. Mucho más fino. A  otro de sus siete hermanos, Nacho, como a mí, aún nos falta, generosamente, bastante. Tiene fama de ser hombre de consenso, también de orden, enormemente trabajador, meticuloso y preciso en sus cuestiones y cuitas, impecable en sus instrucciones. Un tipo de costumbres moderadas y sencillas: está casado y le encanta la música, el cine, leer y viajar. Lo normal.

"Mañana hemos quedado a las 6", le digo cuando nos despedimos de la tertulia.

"Pero, ¿qué me vas a preguntar? Voy más tranquilo al dentista que a una entrevista contigo -me espeta-. No me fío un pelo".No le gusta conceder entrevistas más allá de su ámbito profesional. "Yo por mí solo no soy noticiable", afirma. Oculta su tensión con cuatro risas y una solo aparente serenidad. Se le ve incómodo. Aunque, como doblemente cifra el tango, cuarenta años no son nada y esos son los que acaba de cumplir en la Medicina. O quizás esté a punto de hacerlo. A estas alturas del partido, nada debe asustarle.Javier, tranquilo. Descansa y duerme. Como Santa Teresa: que nada te turbe. Mañana lo verás. A las seis en el Meliá.

El Meliá. De pronto se me ha antojado tomar café allí. Parece que el sitio pega para escarbar con más sosiego en el alma del entrevistado. Y aparece. Como siempre. Puntual. Descafeinado él, cortado yo. Le ofrezco tomar una copa de sobremesa, pero me la rechaza. Ahora pienso que en el fondo proponía una estrategia para intentar que bajara la guardia.

-Me tienes asustado, Pablo. De un periodista, vale, pero de un amigo… bueno, dispara.

-¿Cuándo te das cuenta que quieres ser médico, Javier?

-Nunca lo pensé hasta que llegó el momento. De hecho recuerdo grandes dudas en mi elección con la Arquitectura. Pero era la lógica de una familia que ve a su padre estudiando esta bendita carrera a la edad de 38 años. Viví, mis tres hermanos lo hicimos en aquel entonces, entre libros de Medicina. Fue una consecuencia.

-Háblame de tu padre.

-Mi padre y mi madre tienen la misma grandeza que muchas de las familias españolas: habernos sacado adelante a los que fuimos de inicio ocho hermanos, pero que a la semana de nacer mi gemelo Juan Carlos, murió. Y nos criaron a los siete. Mi padre siempre ejerció de padre: una persona ocupada en su trabajo, pero absolutamente entregada a la tarea de sacarnos adelante. Lo más importante fue que nos enseñó a no quejarnos, a ser y dar ejemplo siempre. Jamás interfirió nuestras grandes decisiones. Nunca  dijo qué debíamos ser. Sólo habló desde su ejemplo. Pero déjame que te hable de mi madre, porque no sería justo entender mi familia sin ella: cariñosa, cercana, mujer de su tiempo. Cedió lo que siempre creyó debía ceder por sus hijos. Creo que al menos hicimos que se sintiera orgullosa de su renuncia. Pero ha sido de largo la más inteligente de todos.

-Yo te puedo decir lo que hago cuando debo notificar una sentencia a un cliente, pero ¿y tú? ¿Qué sientes? ¿Qué pasa por tu cabeza cuando debes mirar a los a ojos a un buen amigo y decirle que su futuro y el de los que le rodean ya no será tan bueno?

-A quienes ejercemos esta profesión, comunicar una mala noticia siempre nos deja una cicatriz. Aunque no conozcamos al paciente. Pero pienso que a veces preservamos en exceso la vida, y que también es nuestra misión ayudar a bienmorir, a que todos aceptemos la muerte como la consecuencia de la vida. Con el paso del tiempo, he aprendido  que cualquier noticia, por trágica que pueda ser en su futuro, hay que transmitirla con un rayo de esperanza. Siempre hay por qué luchar, siquiera sea por no dejar sin hacer en esta vida todo lo que deseamos llevar a cabo. Hay tiempo para acabarlo.

[Cambio de tercio. Es complicado hablar con él y de él. Son tantas las aristas… sociales, profesionales, institucionales… lo mismo hablamos de la orden de San Juan de Dios que del Banco de Alimentos, de las carreras solidarias, de las charlas abiertas de los jueves en el colegio…]

-Háblame de política Javier. Mejor dicho, mójate más; háblame de los políticos y la política de esta ciudad.

-Granada es especial. El síndrome de Stendhal nos afecta a todos, pero en ocasiones sería aconsejable zafarnos de él. Aquí protestamos por todo (no hay mayor verdad que el quejío), hacemos cruzadas de temas baladíes… Y los políticos son su consecuencia. A Granada, a los políticos granadinos, es evidente, le falta peso político en los grandes centros de poder. Son los complejos de vivir en una ciudad orgullosa, que cree que le basta con la Alhambra y a la que abandonamos a su suerte sin plantear con convicción más alternativas.

-¿Y hasta cuándo está Granada pusilánime, Javier, esta Granada que como sus aguas, corre y corre sin saber dónde va? ¿Tan difícil es construir aquí?

-A veces pienso que estamos convirtiendo un lugar históricamente de encuentros, en un punto de desencuentro. Falta una visión menos cortoplacista que cuente más con las fuerzas civiles. Faltan unos políticos que se olviden en Sevilla y Madrid de sus propios partidos y formen un lobby inequívocamente granadino. Ese es el verdadero encargo cada cuatro años. No hay otro. Olvidarnos del "..y tú más". Desterrarlo para siempre. Y ceder. Y escuchar. La mejor forma para llegar a acuerdos. Y a ver si descansamos de elecciones…

-Envidia de Sevilla y de Málaga…

-¿Por qué? Mi madre dijo "de Madrid al Cielo", y nos trajo a Granada. Pero Granada en sí es un reto, un reto que va mucho más allá de la Alhambra, que tiene que ir mucho más allá: Granada, debe ser salud, innovación tecnológica, TIC, universidad…  el día que creamos en ello y olvidemos nuestro pedigrí, el día que todos sin fisuras unamos esfuerzos, Granada será un auténtico referente mundial. Y no sólo por la Alhambra.

[Remueve el café. Con parsimonia. Aún no suelta ficha. Como buen torero, observa antes de entregarse a la faena. Su sentido menos común y su eterna permanencia en la responsabilidad institucional no le deja. O eso cree él. Puede más la necesidad de dar ejemplo a los políticos con los que continuamente trata]

-Una Navidad de hace cinco años hablaste en el Carmen de los Mártires de profesión y compromiso con motivo de tu toma de posesión como presidente del Consejo Andaluz de Médicos. ¿Y los jóvenes médicos, Javier? ¿Cómo son? ¿Se están transmitiendo y asimilando los valores que propones?

-La juventud vive un mundo especial, para nosotros desconocido, y que no se rige por nuestros parámetros. Es complicado. Se avanza y deshecha un estadio cuando aún no hemos llegado todos a él. El cambio es frenético y no se asimila. Pero cuando uno comienza a trabajar, a hacer sus primeros pinitos, sus primeras guardias en el hospital, entonces sí que el ejemplo es fundamental para ellos. Es irrenunciable. Lo necesitan. Lo piden y lo exigen. Quieren ver cómo actuamos, cómo deducimos, cuál es el trato médico-paciente… Pero soy optimista. Hay grandísimos profesionales en la juventud. Están excelentemente formados en los nuevos medios. Y te lo juro: tienen más capacidad que nosotros.

-PTS, Hospital Clínico, Virgen de las Nieves… ¿Incompatible el progreso con emociones y buenos recuerdos?

-Mira, Pablo, la pelea no puede nunca ser quién va y quién no va. Para mí, eso ya no corresponde ahora. Nuestra pelea, si la podemos dominar así, debe ser tener un hospital de referencia en España e incluso a nivel europeo, arropado por un PTS ejemplo de innovación tecnológica. Es verdad que ha tardado, que podíamos echar horas y horas en buscar culpables de aquello, que por supuesto los hay… pero creo que ya es el momento de comprometernos con una Granada referente mundial en el ámbito de las ciencias de la Salud.

-Como sucede en todos los ámbitos de la vida, los excesos en la búsqueda de un culpable para todo, nos han ido abonando en vuestro caso a una medicina diría que sin alma… ¿Es eso lo que nos espera? ¿Hasta dónde el miedo del médico al paciente y sus familiares cuando ejerce su profesión? ¿Hay tantas negligencias como se denuncian?

-Miedo no. Pero sí es verdad que hay cierto contrasentido en ser, como dicen, la profesión más valorada en abstracto, y luego, que haya gente que con sus denuncias no valora lo que tiene. Reconozco sin duda los derechos de cualquier paciente, paro también debo defender la autonomía del médico y su capacidad de decisión. Es verdad que todo ello nos puede abocar a una Medicina más defensiva. ¿Sabes? Mi trabajo me ha ido enseñando que por encima incluso de nuestros criterios, está la propia vida, que decide cuándo sí y cuándo no. Pero sería bueno retomar la lógica, instaurar una especie de arbitraje o institución similar. Somos el segundo país en el mundo después de Japón con mayor esperanza de vida… algo habremos hecho bien, digo yo…

[Salió el médico, el vocacional, el que se siente en mitad de la plaza, el que corta dos orejas y rabo cada faena. La profesión en cada faena. Es su hermana pequeña. La que protege. La que  defiende con uñas y dientes... que nos quiten el dinero, pero nunca la dignidad. Noto cómo le va la vida en ello…]

-"A Isa mi mujer, porque de niños construimos juntos un futuro, que hemos conquistado juntos y que es de los dos…".  El valor de tu familia, Javier… ¿Quién admira más a quien: ellos a ti o tú a ellos?

-Creo que yo los admiro más. A mi mujer la conozco desde muy jóvenes, con 15 años. Isa sabe y ha sufrido de urgencias, contratos basura, paro, guardias… y mis hijos también. Cuando ellos se acostaban me decían: "Papá, que tengas buenas guardia... y que no te llamen". Pero nuestro progreso, el mío y el de mi mujer como empresaria agrícola, ha sido el de ellos y adoptado con consenso.

-Estamos despidiendo la Navidad y te propongo una tarea: tres renglones para felicitar y poner lo que te venga en gana y uno más para un deseo en el 2016.

-Son unas Navidades buenas: hay recuperación económica, aunque tenemos que seguir perseverando en la recuperación de puestos de trabajo que, al fin y a la postre, es lo que más nos importa. Yo deseo que el 2016 sea el mejor de nuestras vidas y, viniendo de mí, que todos tengáis una excelente salud.

-Terminamos Javier. Nosotros, al revés que Carmena. La letra del villancico que más se repita en tu casa las noches de Navidad.

-Pues como mi madre cumplía años el 25 de diciembre, éste que  siempre le cantábamos: "25 de diciembre, Ring Ring / venimos a celebrar / Igual que todos los años, Ring Ring / que ya es la Navidad. Es el cumpleaños de nuestra madre / y que cada día sea Navidad

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