Granada

La cara amable de Haití

  • Dos cooperantes de Cruz Roja en Granada cuentan su experiencia en el país caribeño y advierten de la importancia que adquiere la formación para ser útiles en catástrofes como la del terremoto del año pasado

El día 12 de enero del año pasado la comunidad internacional quedó conmocionada por el terromoto que devastó Puerto Príncipe, la capital de Haití. Las imágenes de las calles llenas de personas vagando alrededor de los edificios destruidos despertaron la conciencia de mucha gente que se decidió a ayudar de una u otra forma a la población haitiana.

Granada no faltó a esa cita y se convirtió en la provincia española que más dinero recaudó para ayudar al país caribeño. En total fueron 1.087.953 euros los depositados en las cuentas granadinas. A ello hay que sumar las aportaciones que muchos ciudadanos hicieron a las cuentas abiertas en el ámbito nacional. Pero además de la necesaria ayuda económica, Cruz Roja de Granada puso su granito de arena en la reconstrucción del país con el envío de cooperantes profesionales que durante meses han desarrollado tareas vitales para permitir al país salir adelante. Aquí están sus testimonios.

Jesús Baena, natural de Andújar (Jaén), ha sido uno de los delegados que ha vivido su primera experiencia como cooperante en Haití. Durante los nueve meses que ha permanecido allí ha podido vivir en primera persona cómo Haití lucha cada día por su reconstrucción.

Durante los primeros seis meses de trabajo, el objetivo de Cruz Roja era cubrir las necesidades primarias, lo que hizo que fueran meses de "mucha intensidad y gasto", donde no daba "mucho tiempo a reflexionar". Para realizar todas esas labores, los delegados coordinaron a la población local -perteneciente a la Cruz Roja haitiana- en las diferentes tareas.

En el caso de Jesús, su pertenencia a la unidad de saneamiento masivo lo llevó a coordinar tareas de potabilización, distribución de aguas o habilitación de duchas y letrinas en Puerto Príncipe, una función vital para asegurar las medidas higiénicas de la isla. Para Jesús, lo más impactante de la experiencia vivida ha sido la gran respuesta de la población local, "había un gran movimiento asociacionista previo que ayuda en estos casos".

Además, el cooperante destaca "la visión positiva que se trajo de la isla en contra del punto de vista catastrofista que se cuenta muchas veces en los medios". Para él, pese a haberse producido una enorme tragedia, la evolución y "las muchísimas cosas que se han hecho en sólo doce meses" invitan a pensar en que Haití pueda salir adelante "a medio plazo".

Desde ese prisma lo ve también la otra delegada granadina que realizó trabajos de cooperación en Haití. Natalia García Motos destaca que actualmente "el país está normalizado y que todos trabajan", algo que la gente que vio las imágenes del terromoto no conoce.

En sus dos meses y medio en la isla, Natalia prestó su experiencia en cooperación internacional -ha estado también en Angola o Panamá- en labores de promoción de la higiene.

Para la cooperante, pese a sus anteriores intervenciones, la experiencia de Haití es diferente porque "ha sido el gran reto para la Comunidad Internacional al tratarse de la mayor emergencia producida en un mismo país". Además, la situación previa de Haití -muy debilitado políticamente- hacía que tuviera poca capacidad de recuperación.

Natalia, como Jesús, también destaca la predisposición de los haitianos para trabajar. Ambos cuentan como detalle curioso que los habitantes de la isla caribeña "cuidan mucho la forma de vestir" aunque la situación de alrededor no sea la más favorable.

Una de las labores más complicadas, una vez cubiertas las necesidades urgentes del devastado país, fue la redistribución de la tierra, según cuenta Natalia. La inexistencia de una administración y la falta de datos obligó a la cooperación internacional a reordenar la tierra para poder asignarle a la población local un lugar donde reconstruir una casa para vivir.

La solución adoptada fue asignar las propiedades a las personas que habían vivido allí durante generaciones entendiendo que poseían derechos. El alcalde y la Cruz Roja haitiana lo reconocían, lo sellaban y se hacían varias copias que se entregaban a las diferentes partes y, "aunque no se trata de un documento de propiedad formal, ha sido durante este año una solución válida que ha permitido la reconstrucción de muchas zonas", dice Natalia.

Tanto estas labores como la práctica totalidad de las realizadas exigen un nivel de formación elevado que cooperantes como Natalia o Jesús han tenido que adquirir. Por ello, desde Cruz Roja se insiste en que los delegados que han sido enviados a Haití son cooperantes profesionales que se han formado previa y específicamente para ello.

Antonio del Río, responsable de cooperación internacional de Cruz Roja en Granada, hace hincapié en que "en ocasiones, como en el terromoto de Haití, recibimos multitud de peticiones para ir allí y hay que explicar que sin formación pertinente no se puede ayudar". No basta con "querer ir", hay que estar preparado.

Los idiomas son uno de esos pilares de la formación. El inglés es el idioma predominante en la cooperación internacional. En Haití, al ser el idioma oficial el francés, poder conocerlo y tener capacidad de expresarse facilitaba la actividad. Además, Natalia y Jesús piensan que tener nociones del idioma local -criollo hatiano- ayuda en muchas ocasiones a a "dar una buena imagen a la población local".

El trabajo de los cooperantes en catástrofes como estas está dividido en diferentes secciones coordinadas por la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja, en la que están integradas las diferentes Cruz Rojas nacionales. Existen varias unidades que trabajan paralelamente para llevar poco a poco la normalidad al país.

La Cruz Roja trabaja en concreto con cinco unidades. La más importante es la de logística. Su principal función consiste en la recepción de todo el material que llega al lugar necesitado y distribuirlo.

Natalia y Jesús, aunque se encargan de labores distintas, pertenecen a la unidad de saneamiento masivo. Su labor consiste en ir mejorando poco a poco las condiciones higiénicas, lo que será un paso decisivo para reconstruir un país que desde sus meses de trabajo "sienten como suyo".

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