Excelentísimo Presidente

"Aquí no engordamos a nadie, hacemos ver que se puede estar delgada y sana"

  • Funcionario de Interior, de 52 años, se interesó por la causa porque vivió muy de cerca un caso de anorexia · Lleva ya 14 años en la asociación y cinco al frente de la delegación granadina

EN su día, hace unos catorce años, sufrió viendo cómo alguien de su entorno más cercano se negaba a comer. Entendió entonces, por experiencia propia y no porque se lo contara nadie, que hay gente que al mirarse en el espejo no ve a un esqueleto que difícilmente se mantiene en pie, sino a una persona enormemente gorda que tiene que perder kilos pero ya. Supo también de otra gente que soportaba el mismo problema y, como muchos otros, se dio cuenta finalmente de que la unión hace la fuerza, así que decidió entrar en el mundo del asociacionismo. Desde hace cinco años, este funcionario de Interior, que tiene 52, está al frente de la delegación granadinade Adaner.

Es un hombre amable y tiene pinta de ser también muy paciente. Así, a primera vista, puede dar la impresión de estar un poco chapado a la antigua, pero cuando empieza a hablar demuestra que no, que está bastante al día. Sobre todo en lo que se refiere a unas enfermedades que, ya por voluntad propia, sigue viendo de cerca.

Cuenta que, en lo referente a la anorexia, no hay una edad que entrañe específicamente más riesgo, porque por la asociación no sólo pasan adolescentes, sino también mujeres adultas y hasta de la tercera edad. Sí concede que el periodo comprendido entre los 12 y los 15 años, cuando las niñas-mujeres empiezan a arreglarse y a salir en pandilla, es quizás el más delicado.

"Es la edad en la que algunas empiezan a tontear con estas cosas. Están en núcleos con un comportamiento muy especial que hace, por ejemplo, que cuando a una le gusta un cantante, les gusta a las demás. Comparten aficiones, les agrada ponerse la ropa de las otras y ahí es donde algunas se agobian, porque ven que no les cabe la ropa de las otras. Teme ser rechazada y empieza a dejar de comer. Y lo curioso es que entre ellas se animan a no comer, a estar delgadas...", explica.

Por iniciativa propia, pocas terminan recurriendo a la ayuda de la asociación. Más bien tiene que ser la familia la que interceda. "Es que tienen la idea de que aquí se les va a engordar y rechazan el tratamiento, piensan que para eso mejor se quedan como están, no se fían. Hay que convencerlas de que no pretendemos engordar a nadie, que si quieren estar delgadas pueden estarlo, pero siempre que estén sanas. Afortunadamente, la resistencia termina por vencerse al cabo de una semana o más", ilustra.

Para Eduardo Oblaré, en la prevención debe jugar un papel importante la transmisión de modelos adecuados, no sólo desde el ámbito familiar o el escolar, sino también desde la televisión, que aunque a veces ayuda incluyendo en las series juveniles a la chica gordita que finalmente es aceptada por todos, otras dificulta las cosas al pintar un mundo en el que se asocia a los triunfadores con los de mejor físico. Por eso cree que sería una buena idea "hacer una serie para jóvenes en la que los protagonistas fueran gente normal y corriente, como el noventa por ciento de los chicos que se ven por ahí. Que hablara del mundo real, no de una ficción que no pueden alcanzar. Tenemos que aprender a aceptarnos como somos y entender que la perfección esa a la que aspiramos no existe; o sí, puede que ser perfecto sea tener el cuerpo que queremos tener", razona.

Y en esa hipotética serie incluiría ejemplos de hábitos nutricionales saludables. Nada de esos desayunos que se dejan a medio terminar en Los Serrano o de los sandwich de cualquier americanada. "La única serie en la que se ha visto a una familia comer junta en la misma mesa un plato de cuchara es Cuéntame. En las demás no se ve eso, y deberían hacerlo, porque un joven que está creciendo necesita dos mil calorías al día, no un trocito de pollo", continúa.

El presidente de la asociación pone un ejemplo bien cercano para ilustrar cómo una persona no ajustada a los cánones idealizados puede también ser una triunfadora. Es Rosa López, que conquistó a los españoles en Operación Triunfo. "Ganó porque lo quiso la gente del pueblo, que vio a una chica que luchaba por ganarse la vida en un mundo difícil pero cargando, además, con una serie de complejos por su volumen".

Oblaré, por lo demás, advierte de que si las chicas están amenazadas por la bulimia y la anorexia -aunque también caen algunos de sexo masculino- los chicos lo están por la vigorexia, esa obsesión por ganar músculo que les lleva a pasarse el día en el gimnasio y a la que, puestos a precisar, también sucumben algunas hembras. Entiende que el problema no es sólo que lleven una dieta inadecuada y complementada por complejos vitamínicos en forma de pastillas "que algunas veces no están controladas", sino también que cada vez se aficionan a eso más jóvenes. "Y un chaval de 15 años, que está creciendo, no debe forzar a su cuerpo a hacer determinadas cosas. Un chaval que vaya tres o cuatro veces al gimnasio por semana y se pase allí varias horas es sospechoso de padecer vigorexia", afirma.

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