Inicio de la campaña de Navidad con descuentos

La fiesta del consumo lastra las cuentas del pequeño comercio

  • Los establecimientos locales se suman a su pesar a una jornada que congela las ventas de noviembre y reduce los márgenes de la campaña navideña

"Botines de Mango, ese bolso tan cuqui de Bimba&Lola, el regalo de Reyes de mi hermano...". Ayer por la mañana, mientras se preparaban para salir a la calle, cientos de granadinos hacían repaso mental de la lista de la compra para el Black Friday, la fiesta del consumo importada desde Estados Unidos que poco a poco, año a año, se ha ido consolidando como una cita obligada para el comercio. Para todo el comercio. Franquicias y cadenas fueron las encargadas de implantar esta jornada de descuentos hace ya cuatro o cinco años, como estrategia para incentivar las ventas en lo peor de la crisis y en un mes de noviembre en el que el consumo acostumbra a caer.

Ahora, en plena recuperación económica y tras la asimilación de una fiesta que en la práctica supone el pistoletazo de salida a la campaña de Navidad, pocos son quienes se resisten al Viernes Negro. Para bien o para mal; cuadren o no las cuentas.

Los comerciantes piden la regulación del periodo de rebajas una vez que ha pasado la crisis

La implantación del Black Friday, que ayer llenó las calles de la ciudad de consumidores a la caza de la mejor ganga, tiene unos claros ganadores y perdedores. En el primer grupo se enmarcan las cadenas y franquicias, esas que pueden ajustar los precios sin miramientos porque sus márgenes lo permiten. Con descuentos del 20, el 30 y hasta el 70%, fueron las grandes enseñas de moda y de tecnología las que ayer registraron colas kilométricas y una afluencia fuera de lo normal. También está en este grupo el comercio electrónico, el gran protagonista de la jornada que concentra buena parte de las ventas.

En el lado de los 'perdedores' -o al menos de los que no ganan tanto-, el comercio tradicional, que se ha visto arrastrado a una tradición que condiciona las ventas de noviembre y diciembre, alarga la campaña de Navidad más de lo necesario y contribuye a acostumbrar al consumidor a comprar solo en rebajas.

Pocos son los comercios tradicionales que ayer se resistieron a ofrecer descuentos a sus clientes. Forzados por las grandes enseñas, los establecimientos de proximidad del centro y de los barrios anunciaban desde sus escaparates, con más o menos entusiasmo, que ellos también se sumaban al Black Friday. "Esto está hecho para las grandes. Para mí se traduce en pérdidas. De qué me sirve vender en un día si luego me tiro un mes sin vender". María, empleada de la boutique Solier, resumía así a la perfección el sentir general de los pequeños comercios. El Black Friday 'congela' las ventas a partir de la primera semana de noviembre y las concentra en un solo fin de semana -el domingo la mayoría de las tiendas abrirán sus puertas para aprovechar el tirón-, pero es imposible compensar en 72 horas todas las ventas perdidas en tres semanas.

Eso sin contar con lo que el comercio dejará de vender en la campaña de Navidad propiamente dicha. Desde que empezaron los descuentos -multitud de establecimientos los iniciaron a principios de semana-, muchos consumidores han aprovechado para adelantar las compras para amigos invisibles, Papá Noel y Reyes. Según el estudio de consumo navideño elaborado por la consultora Deloitte, este año un tercio de las compras navideñas se comprarán durante este fin de semana. Es decir, se comprarán con descuento, reduciendo notablemente los márgenes de rentabilidad de los establecimientos.

"Este es el primer Black Friday que hacemos, pero sí que he notado que la gente se ha estado esperando", indica Cristina, propietaria de LaLola, que asegura que el consumo se ha retenido a pesar de que durante prácticamente todo el mes de noviembre ha tenido promociones especiales. "Al final tenemos que adaptarnos al consumidor", continúa, confiando en que las ventas a partir de ahora sirvan para compensar un mes de noviembre "horrible".

El inicio de la campaña de otoño-invierno ha sido muy penoso para el sector textil y de calzado, que llega a la Navidad con las prendas de invierno prácticamente intactas. No se vendió en octubre, hasta ahora no se ha vendido en noviembre y queda por ver qué va a pasar con el mes de diciembre.

"Nosotros sí lo estamos notando, un día normal a esta hora no tendríamos la caja que llevamos hoy", indica Paula, dependienta de Utica. Eso sí, reconoce que en noviembre se ha vendido mucho menos de lo habitual, así que no está convencida de que merezca la pena. "La gente ha esperado. Además, que te lo dicen directamente".

Hay quien se resiste, aunque sepa que durante toda la mañana va a recibir un 'bombardeo' de preguntas sobre los descuentos. Las dueñas de la zapatería Los Guerrilleros, Montse y Patricia, aseguran que no se han unido a la moda del Viernes Negro, que califican de "americanada", porque sus márgenes ya son muy ajustados. "Nosotros ya vendemos muy barato, no podemos quitarle más", explican, reconociendo que los clientes preguntan y piden que les rebajen o al menos les regalen algo.

El consumidor ya está acostumbrado a comprar en Black Friday, o en mid season sale, o en los días de oro, o en cualquiera de las nuevas campañas inventadas o importadas a las que dio vía libre la desregulación de las rebajas.

El secretario general de la Federación Provincial de Comercio, Miguel Moreno, reconoció que prácticamente lo único positivo que trae el Black Friday al sector tradicional es que "las calles se llenen de gente". Porque beneficios, en términos económicos al menos, pocos. El sondeo realizado por la Unión de Consumidores de Andalucía (UCA-UCE) indica que cada consumidor de la región tenía previsto invertir una media de entre 60 y 120 euros en los descuentos del Black Weekend. Y la realidad es que buena parte de ese dinero acabará en las cajas de las grandes franquicias, que no son precisamente las que más lo necesitan.

Moreno reclamó a la administración que, pasados los peores momentos de la crisis, vuelva a regular los periodos de rebajas y descuentos, recuperando cierta normalidad y desacostumbrando al consumidor a comprar exclusivamente en rebajas.

De la misma opinión es el presidente del Centro Comercial Abierto, Ángel Rodríguez, que asegura que aunque para el sector tradicional del centro la jornada de ayer, sobre todo por la tarde, sí supuso un aluvión de gente, no son tantos los beneficios de este viernes negro, una campaña que "solo beneficia a los grandes". El resultado del eterno periodo de descuentos al que se ha visto abocado el comercio es "que cada vez se vende menos en temporada y se vende más promocionado", y eso partiendo de la base de que los márgenes del comercio tradicional nada tienen que ver con los de una gran superficie. "A la desregulación de las rebajas se le une el mal tiempo y la apertura de grandes superficies con parada del tranvía en la puerta", lamenta Rodríguez.

Precisamente el centro Nevada fue uno de los que más se benefició del Black Friday, convirtiéndose en la 'meca' de miles de consumidores ávidos de compras. Las plazas del complejo, los accesos y el parking mostraban ayer que el Nevada se ha convertido en la opción de compras de miles de granadinos, que en el último año han protagonizado una 'fuga' desde otros formatos comerciales y, sobre todo, desde el centro histórico.

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