Granada

Los fumadores, a la calle

  • La primera jornada de la nueva Ley Antitabaco llenó las terrazas y las puertas de bares y restaurantes con fumadores 'desterrados' de los lugares públicos cerrados

Quizá porque ayer era domingo, porque después de un fin de semana de fiesta no hay ganas de guerra o porque los fumadores ya tienen asumida su condición de 'desterrados' de cualquier lugar público y cerrado, pero el caso es que los conflictos brillaron por su ausencia en la primera jornada libre de humos del año. Lo que no quiere decir que la nueva Ley Antitabaco no se dejara notar. Cualquier no fumador que ayer entrara a cualquier bar de tapas, restaurante o cafetería respiró -probablemente con satisfacción- un ambiente más limpio y sin más olor que el de la comida o el café que consumía. Y cualquier fumador sufrió ayer, por primera vez después de cuatro años disfrutando de una permisiva Ley Antitabaco, los efectos de la prohibición total de fumar en sitios cerrados compartidos.

Como contrapartida, las calles registraron ayer una actividad inusitada. Con abrigos, bufandas y hasta guantes en el caso de los más frioleros, los fumadores llenaron las mesas de las terrazas y las puertas de los establecimientos, a las que tuvieron que exiliarse muchos compañeros de fatigas y humos para poder disfrutar de un cigarro antes, durante o después de la comida.

Belén Rodríguez, dueña del bar La Buena Estrella, aseguró ayer que, al menos de momento, su clientela aficionada al tabaco está aceptando con silenciosa resignación la prohibición de fumar. "Ni siquiera hemos puesto los ceniceros en las mesas, así que nadie lo ha intentado", explicó la hostelera, que apuntó que ayer no tuvo que llamar la atención a ningún cliente por saltarse la Ley y que aquellos que no desistan de fumar mientras desayunan, comen o cena siempre tendrán la opción de hacerlo en la terraza. "Ahora la gente se fuma los cigarros de camino y los tira antes de entrar, por lo que tenemos muchas más colillas en la puerta y tendremos que poner algo", indicó la propietaria de La Buena Estrella.

Los incidentes que pueden relatar hasta el momento los hosteleros -al menos los del barrio de la Plaza de Toros, una de las principales zonas de tapas de la ciudad- no dejan de ser anecdóticos. Un ejemplo: ayer a las doce menos cuarto dos clientas entraron en el restaurante Nonsolopasta preguntando si aún se podía fumar. Los responsables del establecimiento, que ayer por la noche ya retiraron todos los ceniceros, dijeron que no y las señoras decidieron acudir a otro bar donde poder fumarse un último cigarro en libertad. "Para la restauración creo que la nueva Ley va a ser un problema relativo. Evidentemente la sobremesa se va a acortar, pero la gente va a aprender que se come mejor en un espacio libre de humos", apuntó ayer uno de los socios del restaurante italiano, Leopoldo Lione. "Algunos de los clientes se van fuera a fumar o se lo fuman antes de entrar, pero no está habiendo problemas. Donde sí que se puede notar es en las tapas, porque puede que cada vez menos gente salga a tapear".

Eso, si el establecimiento no tiene terraza. Porque ayer a mediodía la del bar de tapas La Ballena Alegre -como casi todos los locales con terrazas- estaba al completo. Uno de los socios del bar, Khalifa Mohand, indicó que los clientes ya tienen muy asumido que no se puede fumar "y no ponen pegas". En todo caso, aprovechando que las temperaturas acompañaban, salieron a la terraza. "Por el momento están cumpliendo, aunque puede que fuera diferente si no hiciera buen tiempo", reflexionó el hostelero.

Una cosa sí que está clara, fumar ya no será lo mismo de antes. Los fumadores que no abandonen este hábito -la Consejería de Salud asegura que un 11% lo hará ante las dificultades que impone la nueva Ley- tendrán que afrontar el frío, la lluvia, las bajas temperaturas o el calor asfixiante y, desde el pasado mes de diciembre, unos precios prohibitivos que a más de uno le harán plantearse si tantas penalidades realmente compensan.

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