Granada

Los lastres de Cuenca

  • El candidato socialista se enfrenta a unas elecciones apoyado por los que perdieron fuelle hace 4 años. Y parece que con errores muy parecidos

EN 2007, los granadinos tuvieron la oportunidad de elegir entre dos pesos pesados de la política para al sillón consistorial. El combate Torres Hurtado-Torres Vela parecía, a priori, un enfrentamiento de alto nivel. Pero los dos Torres no ofrecieron el juego deseado, fundamentalmente por el bajo perfil de la campaña diseñada para el candidato socialista. En aquella ocasión, la lucha la protagonizaban el que estaba llamado a dar continuidad a la supremacía del PP en la ciudad y el otrora presidente del Parlamento Andaluz. No se supo exprimir tal condición, se supeditó casi toda la campaña en dos grandes áreas (ciudad sostenible y AVE) y Torres Hurtado ganó bajo palio. Fue tan contundente que los socialistas se conjuraron para no volver a repetir errores.

Pero, cuatro años más tarde, parecen deambular por el mismo camino, aunque ahora con un hándicap mucho más lastrante: el efecto Zapatero, que minará la capacidad de convicción hacia un electorado que debe conocer a un candidato emergido del dedismo. Francisco Cuenca, todavía en ejercicio de un cargo público y dedicado a patearse los barrios en esa doble condición de delegado de Innovación de la Junta y candidato a alcalde, tiene diseñado un programa, como lo definen en su partido, de 'nuevos aires', muy volcado en las nuevas tecnologías y con la estrategia de tumbar al que consideran el alcalde más lesivo de los últimos años. Pero esas teorías no sólo hay que demostrarlas, además es preciso contrarrestarlas con peso, carácter, sello propio, algo de lo que el candidato actual carece. Y si lo tuviera, el votante lo ignora.

Quien tiene la responsabilidad de llevar en sus hombros todo el organigrama de los candidatos es su secretario de organización, en este caso secretaria. Y además, repite tarea. María del Mar García es voluntariosa y conoce las bases, pero en cuestiones de diseño de campaña parece haberse viciado, repitiendo errores pasados e ignorando que, en campaña, se deben exprimir los fallos ajenos más que las virtudes propias que, además, en este caso son exiguas. Si hace cuatro años Torres Vela vaticinaba que el AVE llegaría en 2011 (lógicamente su bola de cristal estaba estropeada) ahora debe ser el estilete que abra brecha en filas ajenas. Esa apropiación de méritos que cada día protagonizan Junta y Ayuntamiento sobre las obras del Metro y el apeadero del AVE deberían ser excusas más que suficientes para debilitar el poder de convocatoria del actual alcalde. Sin embargo, los socialistas prefieren otra vertiente, la de los distritos, con reuniones sectoriales y compromisos de micropolítica que, en teoría, deberían servir para mucho, pero en la práctica sólo tienen la utilidad de hacerse fotos con vecinos deseosos de un cambio. Poco más.

Los fondos ZP, el desempleo, la ruina empresarial en la que está sumida Granada, son argumentos de ida y vuelta. Más australianos que granadinos. Un boomerang que, una vez lo lanzas, lo mismo te da en la boca. Si salieran a la calle con un micro para preguntar quién es el responsable del elevadísimo nivel de desempleo en Granada, la mayoría de encuestados se olvidaría con rapidez del alcalde y enfilaría hacia Moncloa o el Palacio Rosa. Y ahora, sin Chaves como parapeto, los argumentos locales se difuminan con claridad. Es preciso lanzar órdagos, promesas concretas, decirle a la gente exactamente lo que quiere oír. Y la secretaria de organización es la primera, por lo visto, que no sabe con certeza cuál es ese tema clave, esa cuestión de estado que permitiría un giro brusco en la tendencia de voto.

Política es acción y reacción, pero las campañas son desgaste y acusaciones. Presencia y promesas, movilización y hordas. No tiene más. Las bases socialistas aún no olvidan el sistema de elección de su candidato y, aunque tienen la moral obligación de apoyarle en las urnas, la desbandada general puede ser de época. Por tanto, fíjense en la cantidad de frentes abiertos que tiene un candidato que, en sus pasquines, flyers, pancartas y carteles, se pone el título de "alcalde Paco Cuenca". Demasiado descaro para alguien que, a día de hoy, desconoce el punto flaco de Torres Hurtado. O a lo mejor no lo tiene. La papeleta es doble, en conclusión: apaciguar a los tuyos y convencer a los indecisos. Estos últimos pueden ser la clave para que los populares consigan una mayoría menos humillante que la obtenida hace cuatro años. La diferencia entre aquella cita y la de mayo de 2011 es que los indecisos se inclinaron hacia el conservadurismo. Hoy en día hay más cabreados que dudosos. Y el mosqueo lo puede pagar el que no ha roto un plato. O, mejor dicho, ha roto muchos desde la Junta, pegadito a un Griñán que, además de ser presidente de los andaluces, fue el que indicó a CajaGranada que no le gustaba un pelo su unión con las cajas levantinas. Menudo marrón.

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